Revista Cultura y Ocio

Entrevista a Paloma Sánchez-Garnica, autora de Las tres heridas

Publicado el 01 agosto 2012 por Goizeder Lamariano Martín

Entrevista a Paloma Sánchez-Garnica, autora de Las tres heridas Las tres heridas es la cuarta novela de Paloma Sánchez-Garnica después de El gran arcano, La brisa de Oriente y El alma de las piedras. Esta escritora nacida en Madrid en 1962 y licenciada en Historia y en Derecho se dedica ahora en exclusiva a la literatura. “Llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida”. Con estos versos de Miguel Hernández del poema titulado Las tres heridas comienza su última novela, en la que Sánchez-Garnica arrastra al lector al Madrid de la Guerra Civil. Un Madrid arrasado por las bombas, los tiros, los secuestros, las desapariciones, las traiciones, las mentiras, los engaños, las denuncias. Un Madrid asolado por el miedo, el sufrimiento, el hambre, la soledad, la muerte. Pero también un Madrid en el que había sitio para el amor, la amistad, la solidaridad o la generosidad. Eso es lo que enseñan los protagonistas de esta historia.
¿Por qué escribir otra novela sobre la Guerra Civil?
Porque todos en general ignoramos mucho más sobre la Guerra Civil de lo que estamos dispuestos a reconocer. Al menos la gente de mi generación estudiaba esta parte de la Historia de España como un tema más, pero muy por encima, ya a final de curso, al menos así lo estudié yo en 1978 cuando estaba en tercero de BUP. Y entonces, a pesar de que ya se había terminado el franquismo, nos seguían enseñando que los republicanos eran un desastre, lo peor de lo peor, y que a los del bando nacional no les quedó más remedio que sublevarse para salvar el país. Y, por si fuera poco, los que lo vivieron han guardado mucho silencio. Por eso ahora tenemos que ser capaces de lograr un equilibrio entre la derecha y la izquierda, entre los buenos y los malos, tener una mentalidad distinta. Y eso sólo se consigue a través de la literatura, que nos transmite los sentimientos, las vivencias. Tengo que confesar que antes de empezar la documentación de esta novela había leído muy poquito sobre la Guerra Civil pero escribo para aprender y leer y escribir sobre este tema me ha enseñado mucho para ser capaz de comprender y entender todo lo que pasó sin juzgar ni justificar lo ocurrido. ¿Cómo fue el proceso de documentación? Mi nuera es un ratón de biblioteca, ha pasado muchísimas horas investigando en la Biblioteca Nacional y me ha ayudado mucho. También he contado con los testimonios directos de mi suegro. Mi padre, en cambio, no hablaba de la Guerra Civil y murió muy joven, con 57 años. Mi madre lo único que cuenta siempre es el hambre que pasó, pero no durante la guerra, sino después, durante la posguerra. También investigué en los archivos de Móstoles, ciudad en la que comienza la historia de la novela y de la que proceden varios de los protagonistas, pero no hay casi nada, porque se quemaron en 1937. Y, al igual que Ernesto Santamaría, el escritor protagonista de esta novela que investiga la historia de dos familias, una de clase alta y otra de clase baja, durante la Guerra Civil, también he visitado el cementerio parroquial de Móstoles y he hablado con el sepulturero, que por suerte para mí tenía mucho mejor carácter que el que aparece en la novela y pude hacerle toda clase de preguntas sobre su trabajo y la historia de Móstoles y del cementerio antiguo. Y, como no podía ser de otra forma, para documentarme he leído muchísimo, tanto novela como ensayo: Barea, Agustín de Foxá, Gironella, Campoamor, Javier Cercas, Muñoz Molina, Javier Marías. Y lo que he sacado en claro después de leer a estos autores es que la guerra arrasó al 95% de las personas, su vida, su futuro, sus proyectos, sus sueños. Todo quedó arrasado. Además, como decía Clara Campoamor, el triunfo tan rotundo de los vencedores tuvo como consecuencia que ellos tuvieron que cargar sobre sus espaldas con los errores y la responsabilidad, mientras que los vencidos fueron vistos como víctimas y se les excusaba y perdonaba más fácilmente. Y personalmente creo que eso es lo que ha pasado. Los años cuarenta fueron una época muy gris, en la que los vencedores actuaron con gran brutalidad, mientras que en la Guerra Civil se cometieron barbaridades en los dos bandos. ¿Por qué ha elegido como título de su novela el título de este poema de Miguel Hernández? Porque no se puede decir tanto en tan pocas palabras y con tanto sentimiento. Miguel Hernández era lo que yo quería contar, su vida también quedó arrasada, vencida, cuando empezaba a ser alguien, a subir en la vida, todo se rompió y se quebró. El título de la novela es un homenaje a él, por eso también aparece en la historia. Yo conocí su poesía y la de Machado gracias a las canciones de Serrat, siempre lo he llevado conmigo, lo tengo grabado. ¿A qué se debe que la literatura tenga tanto protagonismo en la novela, con la presencia de Miguel Hernández, Ramón J. Sénder o el hecho de que el protagonista, Ernesto Santamaría, sea escritor y otro de los personajes, Arturo Erralde, también quiera serlo? Yo siempre he leído mucho, a pesar de que escribí mi primera novela con 42 años y se publicó cuando ya tenía 44. Para mí la literatura siempre ha sido una pasión, y ahora ya de mayor he descubierto que la escritura también es otra pasión, aunque distinta. Yo leería hasta dormida y escribir me ayuda a entender mejor el mundo, a tener más armas para enfrentarme a la vida, nunca me siento sola, por eso no entiendo que alguien se aburra teniendo un libro al lado. Convertirme en escritora me ha hecho ser consciente de mi pasión por la literatura y por eso quería hacer un homenaje a la literatura en esta novela. En su novela, a pesar de estar ambientada en la Guerra Civil, trata un tema que hoy en día está de plena actualidad como es el robo de bebés. Por más que lo oigo en las noticias, no alcanzo a saber qué pueden sentir esos padres a los que les han robado un hijo y esos hijos a los que les ha tocado vivir una vida, un mundo distinto, una familia diferente a la suya, a la que le había tocado, por culpa de una mano que se ha movido por dinero. Es algo brutal y por eso quería mostrar en la novela los dos lados, el de la madre que busca y especialmente el del hijo que se pasa toda la vida esperando para poder conocer y saber. Yo soy madre e hija y esa duda, esa incertidumbre, tiene que ser algo brutal. Y lo más triste de todo es que la Guerra Civil acabó hace 73 años pero hoy siguen saliendo casos de bebés robados mucho más recientes. Todo esto es lo que quería reflejar en la novela desde mi ignorancia sobre este asunto. ¿Cómo se evita el maniqueísmo al escribir sobre la Guerra Civil? El maniqueísmo se cura leyendo. En la novela uno de los protagonistas, Arturo Erralde, es un socialista del estilo del escritor Arturo Barea, pero también he leído a autores del otro bando, como Agustín de Foxá, porque sé que no tengo derecho ni a juzgar ni a justificar nada porque ninguno sabemos qué habríamos hecho. Doña Brígida, la madre de la familia de clase alta, es también una víctima de la sociedad que carga con la culpa del hijo de Mercedes por salvar a su familia. Cuando se trata de supervivencia no existe la moral. ¿Qué ha cambiado en las dos Españas en estos casi 75 años? La sociedad ha cambiado mucho en estos 75 años de paz aunque entremedio hubo una larga dictadura. Vivimos en un Estado del Bienestar, sin conflictos graves, ahora estamos atravesando una crisis, es cierto, pero son nimiedades comparadas con la mentalidad de antes. No tiene nada que ver la mentalidad de antes con la de ahora. Tampoco la izquierda y la derecha, la justicia, la injusticia, el mundo, la sociedad son los mismos antes que ahora. Ahora en general la gente es mucho más tolerante.

Entrevista a Paloma Sánchez-Garnica, autora de Las tres heridas

Paloma Sánchez-Garnica fotografiada por Ricardo Martín.

¿Cómo se cierran las heridas? Tras una dictadura muy larga, se cerraron las heridas que se cerraron. Luego, durante los años ochenta y noventa, estábamos demasiado preocupados por ser competitivos, europeos, por modernizarnos y por quitarnos la caspa y la costra de la dictadura. Pero en ningún momento nos preocupamos por escuchar a la gente que había sufrido la Guerra Civil y el franquismo. Y de esas personas ya quedan muy poquitas. Ahora las heridas hay que cerrarlas en sus nietos, curar el resentimiento y hacer que sea posible cerrar las heridas. A los muertos ya no se les puede devolver la vida, eso es cierto, pero sí al menos homenajear a las víctimas, recuperar sus cuerpos, encontrar sus tumbas, ponerles una lápida. Nunca olvidaré el 24 de enero cuando escuché a la madre de Marta del Castillo decir que le gustaría poder llevarle flores, pero que no tenía una tumba donde llevarlas. Entre todos tenemos que ayudar a la gente que sabe dónde están enterrados sus seres queridos, para que tengan los medios para desenterrarlos y enterrarlos con dignidad. Hay que lograr que se cierren las heridas, que no se politice todo, porque ahora tenemos una izquierda muy revanchista y una derecha muy mal ventilada. El problema de España no fue la Guerra Civil, que duró tres años, sino los largos años de la dictadura, que fueron brutales y después de tanto tiempo es mucho más difícil cerrar todo de un plumazo. ¿Cómo y cuándo supo que quería ser escritora? He sido lectora desde pequeña. Soy de la generación de los libros de Los Cinco de Enid Blyton, los devoraba. Pero luego me casé muy pronto, tuve hijos, estudié dos carreras, Historia y Derecho, y cada vez tenía menos tiempo para leer. Al acabar las oposiciones me planteé qué hacer con mi vida. No me cuadraba, no me llamaba nada la atención trabajar fuera de casa, tener un jefe, un horario, porque soy muy rebelde y he tenido la suerte de tener una habitación propia e independencia económica, gracias a que mi marido me ha mantenido, como para poder dedicarme a la escritura. Durante una discusión entre amigos sobre religión me di cuenta de que todos sabíamos muy poco del cristianismo, el judaísmo y el islam y me puse a leer mucho sobre este tema, tuve una crisis de creencias, mi fe en el catolicismo se trastocó y mientras escribía para aclarar las ideas, me salió El gran arcano. Me lo pasé genial escribiendo y pensé que a lo mejor valía para eso, la vida te va llevando por un camino o por otro sin que seas consciente. Los escritores necesitamos el reconocimiento, es un trabajo sin estabilidad, sin la seguridad de un sueldo fijo todos los meses, no sabes si tu trabajo va a gustar o no, dependes de las editoriales y de los lectores, por eso les tengo un respeto brutal a los lectores, porque su reconocimiento es mi fuerza, lo que da valor a mi trabajo, a muchas horas de soledad, dudas e incertidumbre. ¿Dónde busca y encuentra la inspiración? La Guerra Civil, sus historias, me inspiraban, pero al mismo tiempo me daba mucho miedo escribir sobre este tema, porque ignoraba muchas cosas. Pero las ideas se nos imponen. Por ejemplo ahora estoy trabajando en una historia también con la inspiración impuesta, en algo que quiero entender y comprender. Siempre me dejo llevar por la historia y los pasajes. Sé dónde quiero ir, sé más o menos cuál va a ser el final, pero todo lo de entremedio va surgiendo. Es mejor dejarse llevar, aunque así consiga que los personajes formen absolutamente parte de mi vida, acoplándose a ella, hasta el punto de que luego dejan un vacío tremendo al desaparecer. En todos los personajes hay algo mío, de mi entorno, de lo que odio y de lo que amo, de mis pasiones y de mis defectos. ¿Es maniática a la hora de escribir? Necesito un silencio absoluto, no se me puede molestar para nada porque me pongo de muy mal humor y solo cojo el teléfono a mi editora y a mi agente. Mi marido es mi secretario, mi compañero, mi universo, es un gran hombre y tengo mucha suerte de tenerlo a mi lado. ¿Cómo definiría Las tres heridas? Es una novela de reconciliación en una acepción concreta: la de confesar culpas y contar aquello que se silenció por miedo o por el olvido obligado e impuesto por las circunstancias. También es una novela de sentimientos, de emociones, de amor, de odios y venganza, pero sobre todo es una historia de reconciliación. ¿Cuál es su personaje favorito? Teresa Cifuentes es parte de mi vida, Mercedes en cambio está más alejada. Ernesto Santamaría es mi álter ego y Arturo Erralde tiene un sentimiento especial, el idealismo que yo tengo, lucha por una sociedad más justa, quiere cambiar el mundo. Luisa Sola es totalmente mi nuera, es un homenaje a ella, que cuida de mi niño, de mi hijo. Ella no es anarquista, pero sí es una luchadora que quiere un mundo mejor. ¿Cómo ve el mercado editorial español, el presente y el futuro? Se publica demasiado, mucho más de lo que se tendría que publicar, pero también es cierto que todos merecemos una oportunidad. Por suerte ahora hay mucho más acceso a la lectura, se lee más que antes. Y eso es lo importante, leer, ya sea Thomas Mann o El código Da Vinci. Sobre el futuro, no tengo miedo al libro electrónico. Nosotros no vamos a ver desaparecer el libro tradicional, físico, en papel. Yo soy de las que se queda embaucada dentro de una librería o una biblioteca. Creo que los libros son un patrimonio que dejamos y que una casa sin libros es una casa desangelada. Ya no hay excusa para no leer, muchos libros en poco espacio, en cualquier parte. Apuesto por la convivencia entre los dos formatos, de la misma forma que la radio y la televisión también conviven. El libro electrónico y el libro en papel son dos mundos que se engrandecen mutuamente.

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