En el documental intervienen varios vecinos del barrio, y vemos que se expresan con mucha fuerza y convicción ante la cámara. ¿Cómo conseguiste que transmitieran tanto y se sintieran tan cómodos?El barrio de las 3000 viviendas se considera como un barrio marginal y hasta peligroso. En realidad, en él viven muchas familias humildes y dignas que buscan abrirse camino en el mundo laboral. Para hacer este documental yo estuve visitando el barrio dos o tres veces por semanas durante más de un año, y creando complicidad con los vecinos. Esa complicidad hizo que algunos de ellos quisieran participar en la película, yo sólo les pedía que se relajaran y hablaran con naturalidad. Y estas personas, que no tienen estudios formales, han mostrado una gran capacidad para expresar con claridad y sinceridad sus ideas, mostrando su afán de superación y su deseo de dar a sus hijos un futuro mejor.
Una gran baza de la película es Emilio Caracafé. Tiene mucha presencia y carisma.Sí, Emilio es un artista profesional y con él trabajé de otra manera. Alguna veces los artistas tienden a adoptar un personaje cuando están ante la cámara, trabajando con él intenté por el contrario que mostrara simplemente la gran persona que es.
Cuando lo vi en la película me recordó un poco a la figura de El Quijote. Y parece tener un interés genuino y afecto sincero por los chicos.Sí, algo de eso hay, Emilio tiene algo de quijotesco. Es muy respetado en el barrio como artista, y muy querido como persona. Es la figura de “el tío”, el alma máter del proyecto y todo un referente para niños y mayores.Tendremos ocasión de ver Alalá a partir del 24 de noviembre, que tendrá su estreno en salas.