– Un asunto demasiado familiar no es una novela negra pero tiene guiños detectivescos, ¿por qué eligió esta profesión para la familia Hernández?Fue el resultado de un proceso. En primer lugar estaba el propósito de escribir una novela centrada en una familia, un proyecto que quería llevar adelante hacía tiempo. Mientras le daba vueltas, caí en la cuenta de que uno de los denominadores comunes en las vidas de las familias son los secretos. El sintagma “secretos de familia” (y supongo que también mi predilección por el género negro) me llevaron a la idea de hacerlos detectives para jugar con la paradoja de que ellos, especialistas en desvelar los secretos que otros preferirían mantener ocultos, no conozcan los que se esconden en su propia casa.– Los hombres y las mujeres de esta novela parecen muy diferentes, ¿hay entre ellos una guerra de sexos soterrada?No. No creo.– ¿Desaparecer puede ser tan fácil, puede ser la solución más sencilla para acabar con lo que a uno no le gusta de la vida?Es una forma posible de huida, pero no es nada sencilla, aunque lo parezca a primera vista. Como dice uno de los personajes de la novela, uno siempre deja rastros por el simple hecho de existir. – Y en relación con lo anterior, ¿es la culpa un potente argumento literario? Potentísimo. Es uno de los motores de las actuaciones humanas, por lo menos en nuestra civilización. Nos educan en la culpa e invertimos mucho esfuerzo en reparar aquello de lo que nos sentimos culpables.
– Un asunto demasiado familiar no es una novela negra pero tiene guiños detectivescos, ¿por qué eligió esta profesión para la familia Hernández?Fue el resultado de un proceso. En primer lugar estaba el propósito de escribir una novela centrada en una familia, un proyecto que quería llevar adelante hacía tiempo. Mientras le daba vueltas, caí en la cuenta de que uno de los denominadores comunes en las vidas de las familias son los secretos. El sintagma “secretos de familia” (y supongo que también mi predilección por el género negro) me llevaron a la idea de hacerlos detectives para jugar con la paradoja de que ellos, especialistas en desvelar los secretos que otros preferirían mantener ocultos, no conozcan los que se esconden en su propia casa.– Los hombres y las mujeres de esta novela parecen muy diferentes, ¿hay entre ellos una guerra de sexos soterrada?No. No creo.– ¿Desaparecer puede ser tan fácil, puede ser la solución más sencilla para acabar con lo que a uno no le gusta de la vida?Es una forma posible de huida, pero no es nada sencilla, aunque lo parezca a primera vista. Como dice uno de los personajes de la novela, uno siempre deja rastros por el simple hecho de existir. – Y en relación con lo anterior, ¿es la culpa un potente argumento literario? Potentísimo. Es uno de los motores de las actuaciones humanas, por lo menos en nuestra civilización. Nos educan en la culpa e invertimos mucho esfuerzo en reparar aquello de lo que nos sentimos culpables.