Entrevista a Saskia Sassen (Parte II)

Por Paisajetransversal @paistransversal

Publicamos la segunda de las dos partes en que hemos dividido la entrevista a Saskia Sassen. Podeis leer la primera parte en la entrada anterior, publicada en enero. En esta segunda parte recogen las respuesta a las preguntas que nos hicisteis llegar a través del blog, con vistas a confeccionar una entrevista colectiva. Lamentablemente, Saskia no pudo contestar todas, pero sí la gran mayoría.
Esperamos, una vez más, que este documento os resulte tan interesante y didáctico como nos resultó a nosotros. En él hemos pretendido profundizar en los temas de desarrollo de ciudad, que nos resultan especialmente relevantes.

Entrevista a Saskia Sassen (Parte II)


Frente al ideal hipertecnificado de la tecnología “inteligente” aplicada a la ciudad, hay otro tipo de tecnología que podríamos denominar como social que permite hacer un uso más inteligente de la ciudad.

Desde esta perspectiva, entendemos que un huerto urbano es tanto o más que un Smartphone. ¿Cuáles cree que son los peligros y las potencialidades de estas dos perspectivas de introducción y uso de la tecnología en la ciudad? ¿Crees que pueden ser dos modelos compatibles o antagónicos? ¿Por qué?
Bueno, para ciertas infrasestructuras complejas y que deben funcionar puntualmente, es necesario tener un control central para detectar cualquier problema y gobernar su funcionamiento, pero para la ciudadanía amplia, para promover su participacion, necesitamos lo que me gusta llamar open-source urbanism.
A nivel general yo lo considero un espacio para crear, para producir. No solo para satisfacer las necesidades del capitalismo global, sino para que los que no tienen el poder consigan aquello por lo que luchan. En la ciudad global, no tener poder puede llegar a ser complejo para el ciudadano, y es esa complejidad la que abre la puerta a los «sin poder» para que escriban su propia historia, hagan su propia política o construyan su propio espacio sin necesidad de tomar el poder. 
Lo realmente importante aquí, en mi opinión, es comprender la distinción entre falta de poder y de creación. En muchas obras de la literatura anglosajona se reduce el espacio que separa la falta de poder y el poder. Se vuelve invisible, como si nada. De ahí mi pregunta: ¿En qué tipo de espacios pueden crear los «sin poder» aun sin tomar el poder? En aquellos en donde su falta de poder se vuelve compleja. La ciudad global es uno de ellos, precisamente por ser fronterizo. Las zonas residenciales de las afueras, no. Las zonas de cultivo, tampoco.
Ante la gestión urbanística de una Administración arruinada como la española (tanto la municipal, como la autonómica o la central), ¿qué tipo de estrategias urgentes cree que podrían llevarse a cabo desde el punto de vista de la gobernanza ciudadana, para la revalorización y toma de conciencia respecto del Patrimonio Edificado de las ciudades españolas, que está siendo especialmente expoliado en estos momentos de empobrecimiento?
Bueno, este es un tema demasiado específico para mí, pues no conozco la ley española con respecto al aspecto que menciona, ni otros aspectos fundamentales. No puedo responder a las estrategias específicas, pero permítame un apunte, desde un punto de vista más general.
Hay muchas razones, pero creo que uno de los factores en juego aquí es la enorme cantidad de personas afectadas por la crisis económica y la foma en que se han gestionado el Banco Central Europeo, el FMI y los Gobiernos nacionales: entregando a los bancos el dinero de los ciudadanos y despidiendo funcionarios. De esta forma, han perdido cualquier apoyo que pudieran tener de los ciudadanos. Es el estilo de EE. UU., y no funciona. El mayor error de Europa ha sido aceptar el argumento empresarial: hay que apoyar a los bancos, hay que hacer todos los recortes sociales que podamos,...
Pregunta de Feliciano Castaño Villar
¿De qué modo se puede dar alas a un modelo de vida (económico, social, político, ético) cuyo fin no sea el beneficio individual, el poseer, la destrucción,... en el que prevalezca el bien común, la redistribución y la cooperación, el equilibrio y el cuidado de los ecosistemas?
Quizá el punto de partida sea ver la ciudad como un lugar en el que cada barrio y cada habitante tiene algo que decir ante esa pregunta. ¿Se imagina que conectáramos a todos los diferentes actores, cada uno con su propia perspectiva de su barrio, en redes abiertas, o wikis, donde compartieran esta información tanto con las Autoridades (podrían estar gestionadas por el Gobierno o por grandes fundaciones) como con los ciudadanos de otros barrios? Podrían comparar sus problemas, y compartir sus ideas e innovaciones para solucionarlos. Éste solo sería un pequeño paso de un camino que podría ser muy largo y que podría conllevar el replanteamiento de lo urbano. Sí, habría que asegurarse de que todo el mundo supiera acceder a la tecnología e introducir información.
Pero lo que quiero decir es que lo importante son los conocimientos e ideas específicos de cada niño, de cada abuela, de cada persona sin hogar… no el dominio de la tecnología. Eso se aprende y ya está.
Pregunta de BJ Saza
¿Existen todavía espacios en las ciudades contemporáneas que podemos llamar públicos, o son sólo lugares de incitación comercial? ¿Podríamos hablar de espacios relacionales que aparecen a través del disenso generado por los ciudadanos de manera temporal, y huir así del consenso de la legislación urbanística actual que está obsoleta en muchos casos?
La ciudad grande y compleja, sobre todo si es global, es una nueva zona fronteriza. Allí se reúnen actores procedentes de distintos mundos, pero las normas de convivencia no están claras aún. Antes las fronteras estaban en las colonias; hoy están en las grandes ciudades. Las ciudades son las zonas fronterizas estratégicas del capital empresarial mundial.
Y tambíen de los «sin poder», de los desfavorecidos, de los marginados, de las minorías discriminadas. Estos últimos pueden ganar presencia y visibilidad en estas ciudades, ante el poder y ante ellos mismos.
Todo esto indica la posibilidad de un nuevo tipo de política centrada en los nuevos actores políticos. Esta es una de las cosas a las que me refiero con el concepto de «capacidades urbanas». No se trata solo de tener o no tener poder. Ahora hay unos nuevos fundamentos híbridos en los que basarse para actuar. Fruto de ello es la creación de políticas informales que estamos viendo en muchas ciudades.
Usted es considerada como la creadora del término «Ciudades globales». ¿Cómo explicaría este término? ¿Qué es lo que intenta trasladar con ello?
La imagen generalizada que se tiene actualmente de la globalización económica subraya la hipermovilidad, la comunicación global y la neutralización del lugar y la distancia. Hay una tendencia a dar por hecha la existencia de un sistema económico mundial, como si fuera una función del poder de las multinacionales y las comunicaciones globales.
Sin embargo, las prestaciones que ofrecen las nuevas tecnologías y el poder de las multinacionales para el funcionamiento, la coordinación y el control mundiales también hay que producirlas. Al centrarnos en la producción, añadimos una dimensión desatendida a la consabida cuestión del poder de las grandes multinacionales y las nuevas tecnologías. Con ello, cambiamos el foco para ponerlo en las prácticas que constituyen lo que llamamos globalización económica y control global: la producción y reproducción de la organización y la gestión de un sistema productivo global y un mercado mundial para las finanzas, ambos en condiciones de concentración económica.
El nuevo énfasis en las prácticas introduce en el análisis de la globalización económica, las categorías de proceso de producción y lugar. Estas dos categorías se pasan por alto con facilidad en las argumentaciones basadas en la hipermovilidad del capital y el poder de las multinacionales. Sin embargo, al formular categorías como estas no negamos la importancia de la hipermovilidad y el poder. Al contrario, sacamos a relucir la realidad: que muchos de los recursos necesarios para las actividades económicas mundiales no son hipermóviles, sino que están profundamente anclados a lugares concretos, a menudo ciudades globales y zonas francas industriales.
En su próximo libro «Expulsions: Brutality and Complexity in the Global Economy» usted habla sobre las deslocalizaciones socioeconómicas y medioambientales causadas por la globalización (por ejemplo, la compra de tierra de China en África). ¿Cuáles son los factores clave de estas dinámicas? ¿Estamos creando un nuevo tipo de refugiados?
En el libro —que lo publicará en español Katz Editores, con sede en Buenos Aires y en Madrid— pongo en evidencia el hecho de que muchos tipos de conocimiento y de tecnología que respetamos y admiramos, muchas veces no son más que el primer eslabón de una cadena que puede acabar en meras expulsiones.
Me centro en los modos complejos de expulsión, pues son como una ventana hacia las principales dinámicas de nuestro tiempo. Además, analizo casos extremos, porque en ellos se ve claramente lo que en otros se vería borroso.
Juntas, las diversas expulsiones que exploro en este libro podrían tener un impacto mucho mayor en la conformación de nuestro mundo que el vertiginoso crecimiento económico de la India, China y algunos otros países. De hecho, y esta es la clave de mi argumentación, estas expulsiones pueden coexistir con el crecimiento económico, porque se consideran medidas normales.
Las expulsiones son deliberadas. Para efectuarlas se usan instrumentos que van desde las políticas más elementales hasta los sistemas, instituciones y técnicas más complejos, que requieren conocimientos específicos y formatos organizativos intrincados.
Un ejemplo es el aumento repentino de la complejidad de los instrumentos financieros, de las matemáticas avanzadas y del producto de las clases creativas. Incluso cuando los esfuerzos están destinados a desarrollar un determinado tipo de hipotecas de alto riesgo, esa complejidad lleva a la expulsión, unos años después, de millones de personas de sus hogares en Estados Unidos, Hungría, Letonia, etc. Otro ejemplo sería la complejidad de las características de método y legales de contratos que permiten a un gobierno soberano adquirir vastos trechos de tierra en una nación o estado de soberanía extranjera como parte de una extensión de su propio territorio – por ejemplo para poder cultivar alimento para sus clases medias – incluso aunque esto suponga expulsar a los habitantes de pueblos o aldeas de economías rurales de esas tierras. Un último ejemplo podría ser la fantástica ingeniería que nos permite extraer con seguridad lo que necesitamos del interior de nuestro planeta sin desfigurar su superficie como consecuencia de ello. Nuestras avanzadas economías políticas han creado un mundo donde la complejidad a menudo tiende a producir atrocidades elementales.
Los medios de expulsión varían enormemente de unos a otros. Incluyen políticas de austeridad que han ayudado a hundir economías como las de Grecia o España, políticas medioambientales que ignoran las emisiones tóxicas producidas por enormes operaciones mineras en Norilsk, Rusia o estados americanos como Montana, y así podría seguir enumerando hasta un sinfín de casos. Las especificaciones de cada uno de ellos están en el libro. Por ejemplo, si nuestra preocupación fuera la destrucción medioambiental por encima de las políticas interestatales, el hecho de que todas estas operaciones mineras sean grandes contaminantes importaría más que el hecho de que estuvieran en Rusia o en Estados Unidos.
Los distintos procesos y condiciones que incluyo en la noción de expulsión comparten un mismo aspecto: son muy pronunciados.  Mientras la miseria y la pobreza son el caso más extremo, incluyo también diversas condiciones como el empobrecimiento de las clases medias en los países ricos, el desahucio de millones de pequeños granjeros en países pobres que poseen hasta 220 millones de hectáreas de terreno, etc.
Algunas de estas expulsiones han tenido lugar durante mucho tiempo, pero no a la escala actual. Otras, son nuevos tipos de expulsiones que no se habían dado con anterioridad.
Nueva York, Londres, Madrid, Estambul o Kiev han vivido movimientos de contestación social con diferentes resultados. ¿Cree usted que en el futuro veremos más movimientos de este tipo alrededor del mundo? ¿Es ese el camino para cambiar un sistema financiero cada vez más injusto?
Veo algo muy importante con respecto a estos movimientos, recurrentes a lo largo del mundo. En cada lugar tienen una historia específica de protesta y normalmente antiguas genealogías de ser, pero hoy en día, constituyen un evento recurrente a nivel global. Para mí, la investigación al respecto comienza con un sentido de la “calle global” – un espacio indeterminado donde aquellos que no tienen poder pueden conseguir cierta mejoría dentro de su impotencia – aunque esto no signifique necesariamente ganar poder pero, aun así, son capaces de hacer historia.
En mi propio trabajo, he desarrollado algunas nociones de “creación de presencia” en la recuperación del silencio de la ausencia. Me interesa, especialmente, comprender como grupos, actividades y eventos que corren el riesgo de ser invisibles debido a los prejuicios sociales y a los miedos, se vuelven conscientes de sí mismos, y se hacen visibles para otros como ellos y para otros que no son como ellos. Lo que intento señalar es una característica muy específica. Es la posibilidad de crear una presencia donde antes solo había silencio y ausencia.
Sobre el terreno, en términos de mi investigación, ésta es la noción de calle global - donde las calles son un espacio indeterminado que pueden ser también una plaza o cualquier otro terreno baldío.
La investigación es una parte importante del proyecto de la Calle Global, asi que lo que descubramos podría ser diferente de lo que he escrito anteriormente. Pero es en el punto en el que me encuentro actualmente.
Así que se trata de mi opinión. Dos proposiciones delimitan mi pensamiento sobre esta parte del proyecto de la Calle Global.
a) Mucho de lo que hemos experimentamos como urbanidad en nuestra tradición europea occidental, son una serie de prácticas y condiciones que han ido perfeccionándose y convirtiéndose en rito a lo largo del tiempo y del espacio. De este modo, en nuestra tradición europea, parcialmente imaginada,  la passegiata no es un simple paseo, y la piazza no es simplemente una plaza.  Ambas han ido incorporando generaciones de significados y rituales, y ambas contribuyen a la constitución del dominio público. El Theatrum Mundi eleva esto a un complejo, estilizado y convincente evento.
b) A lo largo del tiempo y del espacio, la hisotria también nos ha dejado entrever muchos y diferentes tipos de espacios, algunos de los cuales tenían menos, si tenian algúna, incorporaciones de sentido o código, de tal modo que no han llegado a convertirse en rituales o normalizados. Son espacios para la creación, usados por aquellos que no tienen acceso a los instrumentos  o infraestructuras disponibles (como podría ser, por mencionar alguno de los posibles, un teatro para actores o músicos). Son espacios con menos, si acaso tuvieran alguna, prácticas de ritual o códigos que pudiera reconocer la gran mayoría de la sociedad. Son espacios duros, normalmente vistos como “incivilizados”.
Lo que me lleva a formular la noción de calle global son los crecientes movimientos sociales del pasado año. Aunque 20 años atrás, cuando aún estaba investigando las comunidades inmigrantes de Nueva York, comencé a elaborar esta noción alrededor de una serie de diferentes prácticas: la manera en que las comunidades inmigrantes hacían propio el espacio público, y cómo acababan convirtiéndolo en algunos de los espacios con más vitalidad de toda la ciudad, incluso cuando la ciudad de Nueva York estaba entrando en quiebra. Tiempo después, Richard y yo realizamos un proyecto en la 14th Street, cuando comenzó en ella la gentrificación. Queríamos investigar la calle y los numerosos usos que le daba su clase trabajadora: era una calle llena de vida, comercio, colores, sonidos y olores que la hacían presente para cualquier viandante, y que además lo hacía con sus propias características, no únicamente como vía de paso.
Pregunta de Joan Subirats (Catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona): ¿Qué opina de la propuesta de Benjamin Barber de que los alcaldes tengan un papel más activo en la gobernanza global?
Concuerdo en la noción de que las ciudades deberían de tener un papel más activo en las geopolíticas globales. Lo enfoco, no obstante, en una dirección ligeramente diferente.
Planteo dos hechos ante esta posibilidad. La primera es la aparición de lo que he considerado en todos los demás comentarios como: nuevas geografías de centralidad, las cuales trascienden las viejas y familiares divisiones entre Norte y Sur, países ricos y países pobres, este y oeste, países comunistas y neoliberales. Así es como imagino ese vasto espacio urbano en red que crece y crece y que sugieres con tu pregunta. Esto significaría que la mayoría de las clases más ricas y prósperas de las ciudades que constituyen esas nuevas geografías de centralidad tendrían más en común entre todas sus diferencias (Sur-Norte, Este-Oeste, País rico-País pobre) de las que tendrían con las demás personas de su propio país. Estas nuevas geografías de centralidad son un nuevo tipo de fragmentación global.
Conectadas con lo anterior, pero más generales, están las que yo veo como «geopolíticas urbanas» emergentes. Las ciudades tendrán un papel cada vez más importante en nuestra geopolítica global futura. El hecho es que la globalización económica ya ha urbanizado la mayoría de la economía global: existen redes ciudad-ciudad que la urbanización ha hecho crecer hasta llegar también hasta las geopolíticas tradicionales.
Estas geopolíticas emergentes que se centran en las ciudades más que en los gobiernos nacionales  no remplazan las geopolíticas convencionales de los gobiernos nacionales, ni al FMI, o los G8 o cualquier de ellas.  Mi interpretación de los hechos es que a) es incipiente, y b) marcará la diferencia.
Pregunta anónima: Cómo interpreta que mediante normas y acuerdos (Europeos, Estatales, Autonómicos) se busque mejorar la gobernanza ciudadana mientras que en la práctica (y concretamente en España)el feedback de Gobernantes con respecto a asociaciones y plataformas ciudadanas es nulo. ¿Este concepto es sólo marketing?
Pienso que la intención es buena, pero que costará mucho llevarlo a cabo. ¡Estas cosas no caen del cielo!
Creo que, como dije en una respuesta anteriores, necesitamos distribuir las actividades económicas, y también las culturales, cívicas y políticas… Cada comunidad, vecindario, región o parte de una ciudad –sea la pertinente entidad, y variante dentro o a lo largo de las ciudades- tiene que transformarse en un espacio para crear… para crear economía, política y civismo. Debería ayudarse también a movilizarse a la gente, y sus demandas deberían convertirse en especificaciones concretas: si intentas desarrollar carpintería pesada en un vecindario o un proyecto panadero local, etc. tendrás unas demandas específicas para la ciudad o para el gobierno regional o nacional. La gente se volverá más movilizada, las demandas más específicas y factibles y las instancias superiores deberán responder. Este es sólo un aspecto, hay más, y variarán en los términos de lo que puede realizarse en las ciudades y a lo largo de los países.
Créditos de imágenes:
Imagen 01: Saskia Sassen (fuente: http://performacity.net/)