Entrevista al Dalai Lama: 'Desde mi adolescencia yo percibí las fallas del gobierno tibetano.'

Publicado el 24 enero 2012 por Lilik


El Dalai Lama, el guía espiritual de los tibetanos, explica en esta entrevista exclusiva con el diario francés Le Monde las motivaciones que lo llevaron a renunciar a su cargo de jefe político de su pueblo.
-Recientemente, usted secularizó las instituciones tibetanas en el exilio, imponiendo la separación entre la autoridad religiosa del Dalai Lama y la dirección política de la comunidad. ¿Por qué?
-Desde mi adolescencia yo percibí las fallas del gobierno tibetano. El poder máximo estaba concentrado en muy pocas manos. Después de nuestro exilio en la India, en 1959, yo inicié la democratización de nuestras instituciones. Finalmente, en 2001, el primer ministro se volvió un puesto de elección. A partir de esa fecha, mi posición personal fue de semi-retiro político. A principios de este año hubo una campaña para la elección de un nuevo primer ministro. Yo noté que las comunidades en el exilio en los países libres estaban muy activas y felices de participar en la elección y que los candidatos eran de calidad. Entonces decidí que, después de diez años de semi-retiro, ya era tiempo de que yo pasara al retiro político completo.
-Pero, más allá de su persona, usted está trastocando la institución del Dalai Lama.
-Así es. No se trata sólo de mi retiro personal. Se trata de ponerle fin a una tradición de casi cuatrocientos años, en virtud de la cual el Dalai Lama estaba dotado automáticamente de la autoridad política. Yo siempre pensé que había que separar las funciones del jefe político de las del jefe religioso. Hubiera sido hipócrita de mi parte no aplicarme a mí mismo esta convicción. Es arcaico que un país esté gobernado por un rey o un jefe religioso. La mejor manera de gobernar a un pueblo es a través de las elecciones.
-¿Qué estado de ánimo tenía usted al tomar esta decisión?
-Es importante conservar la institución del Dalai Lama, que es una institución religiosa históricamente importante para los tibetanos. Pero, a fin de hacerla menos controvertida, hay que separarla del poder político. Esta decisión la tomé voluntariamente y con gusto, y no por desánimo o desesperación. Si la institución del Dalai Lama hubiera acabado en medio de la controversia, eso sí hubiera sido una deshonra. Y pienso que la función del Dalai Lama, desprovista de su autoridad política, puede ser más útil en el plano religioso.
-Los legisladores tibetanos en el exilio le pidieron que conservara el papel de Jefe de Estado, que sería puramente ceremonial. ¿Por qué rechazó esa posibilidad?
-No me gusta esa fórmula. Tengo el más profundo respeto por la Reina de Inglaterra y por el príncipe Carlos, pero en lo personal no me gustaría ser una figura simbólica. Tendría la impresión de ser una marioneta con un primer ministro que estaría moviendo los hilos. Nosotros debemos ser completamente una democracia de tipo republicano.
-Muchos tibetanos han expresado su oposición o inquietud ante este cambio…
-En caso de necesidad, yo siempre estaré disponible para dar consejos. Pero estoy convencido de que, a largo plazo, mi decisión es la mejor para atender los intereses del pueblo tibetano así como de la institución del Dalai Lama.
ASUNTO DE REENCARNACIÓN
-Hay otro dominio en el que usted habla de innovaciones necesarias, el de su reencarnación. ¿Usted quiere contrarrestar una ofensiva china después de su desaparición, cuando llegue el momento de identificar su reencarnación?
-No hay nada decidido a la fecha. Desde hace ya varios años, yo he planteado este asunto en las reuniones. Las personas involucradas me dicen que no hay urgencia. En general, ellas prefieren el método tradicional de selección de la reencarnación. Pero yo he mencionado opciones alternas. Pienso que una elección mediante un cónclave, como el que elige al Papa, sería una fórmula estable.
-Ha declarado en repetidas ocasiones que su reencarnación no podrá nacer más que fuera del Tíbet bajo tutela china. ¿Por qué?
-Desde hace años, yo tengo muy claro esto: después de mi muerte, voy a renacer en un país libre. Porque el sentido mismo de la reencarnación es que en la nueva vida, uno trate de continuar las obras no concluidas en la vida anterior.
-Usted mismo ha hablado de la posibilidad de reencarnar en una mujer.
-En efecto. Si la situación es tal que sólo una mujer puede ser la más útil para la espiritualidad budista, ¿por qué no? Yo hablo con mucha frecuencia de la compasión. Ahora bien, en este dominio, la mujer biológicamente es más sensible al sufrimiento de los demás. Algunas personas piensan que yo bromeo. Pero no; hablo absolutamente en serio.
TÍBET BAJO DOMINIO CHINO
-¿Teme usted la injerencia de Beijing en la identificación de su reencarnación?
-En otros tiempos, los emperadores chinos eran budistas y creían en el fenómeno de la reencarnación. Pero ahora, los dirigentes comunistas chinos consideran que la religión es un “veneno” y me llaman “demonio”. Que ellos se interesen en mi reencarnación es un absurdo, una enorme contradicción.
-¿Qué ecos tiene usted de la situación en el Tíbet?
-La situación es muy mala. El control del Partido Comunista Chino es muy duro. Un reciente reporte oficial subraya que los gastos en seguridad interna en China son superiores al presupuesto de la defensa. Eso quiere decir que los dirigentes consideran que la amenaza interna es más grande que la externa. Hoy en día, en Tíbet, la sospecha y la desconfianza reinan por todas partes. ¿Cómo puede durar esa situación? Es imposible. Eso es autodestrucción a largo plazo.
-¿Piensa usted que China finalmente será una democracia?
-Yo tengo reservas en lo que se refiere a pedirle a China que se democratice de la noche a la mañana. Porque no va en el interés de nadie que se hunda la autoridad central, que se establezca el caos. Un cambio gradual sería mucho mejor. Pero lo que China necesita con más urgencia ahora es información libre. Mil trescientos millones de chinos tienen el derecho de poder juzgar lo que es bueno o malo para ellos.
Fuente: La Nación (Chile).
Vía: sanghavirtual.org/libertadparatibet