Entrevista con Jon Arretxe

Publicado el 25 noviembre 2014 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
El vagamundos y juntaletras Jon Arretxe (Basauri, 1963) es uno de los autores más populares de las letras bilbaínas… y de los más polifacéticos. Licenciado en Educación Física y doctor en filología vasca con estudios de canto y piano, forma parte del coro de Bilbao, aunque se gana los potes con la pluma. Con más de veinte títulos a sus espaldas, ha cultivado la literatura infantil, de humor, de terror…pero sobre todo de viaje y, últimamente, también la negra.
Sus primeros trabajos de género, Shahmarán, La calle de los ángeles y Sueños de Tánger, configuran una suerte de trilogía viajera que ofrece un oscuro retrato del lado menos turístico de ciudades tan cosmopolitas como Estambul o Lisboa. En 2012, da un giro de 180 grados a su carrera criminal, iniciando la serie de Touré, un sin papeles burquinés tan perdedor que te gana desde la primera página, cuya tercera entrega acaba de ver la luz..
Por Sergio Vera Valencia, coordinador del club de novela criminal las Casas Ahorcadas

Foto: EITB


Mahamoud Touré es un hiperviviente (super se le queda corto) con el todo por la pasta como filosofía, que desempeña mil y un oficios para llegar a fin de día, y que en esta tercera entrega sigue con sus trabajos basura, como hacer de Gerónimo Stilton en la feria del libro de Bilbao, de verdugo en la ópera María Estuarda, de echador de caurís y de gigoló, pero ya no ejerce de detective, ¿realmente no hay trabajo para un huelebraguetas en San Francisco, la pequeña África de Bilbao?
Trabajo hay de sobra, lo que pasa que casi nadie se puede permitir el lujo de contratar a un detective, por muy barato que sea. Touré se queja de que en San Francisco nadie roba joyas ni secuestra princesas, casos que le podrían proporcionar una buena remuneración, porque en el barrio ni hay joyas ni hay princesas.

Cada novela, personalidad propia

En la primera entrega, te servías de las 19 cámaras que daban título a la novela para mostrar los protagonistas de la serie y la realidad del barrio de San Francisco de forma hamettianamente objetiva y desapasionada. En la segunda, 612 euros, prima el delirio crítico al más puro estilo Chester Himes, pero en Sombras de la Nada, desde el título y la preciosa dedicatoria, te das cuenta de que esta tercera entrega nada tiene que ver con las anteriores, donde la luz primaba sobre las sombras, ¿por qué has decidido cambiar de registro de nuevo tras el éxito cosechado por las anteriores? 
Para evitar que esta novela fuera “la tercera de Touré”. Es el peligro de las series cuando comienzan a alargarse. Yo quiero que cada novela tenga su propia personalidad, que sea muy diferente al resto, y que el lector la recuerde por su título y por lo que le ha transmitido.
¿Y por qué los capítulos tienen nombre de mujer y de ríos? 
Porque ambos tienen mucho peso en la novela. Los tres ríos son rías, es decir, que mezclan aguas dulces y saladas, y además simbolizan diferentes fronteras, concepto bastante recurrente en la vida de la gente como nuestro protagonista. En cuanto a las mujeres, aunque Touré siga siendo el eje, hay cuatro que resultan fundamentales en esta novela: su hija Sira, que vive en París; su mujer Mariam, que espera y desespera en África; su amante Cristina, siempre dispuesta a echarle una mano, y Uwa, la joven prostituta nigeriana que solicita sus servicios. Creo que estas mujeres, como mínimo, se merecían dar nombre a un capítulo cada una. De hecho, el título que en principio tenía pensado para la novela era “4 Mujeres”.
En este caso, la primera y más importante de las preocupaciones de Touré será la visita y posterior desaparición de su hija Sira. Un personaje apenas bosquejado en las primeras novelas, en que se nos revelaba que vivía en París cuidando niños, pero que Touré temía que en realidad se dedicase a una profesión mucho más antigua y degradante, ¿tenías pensado desde el principio dedicarle una novela?
Era un personaje con mucho potencial que me guardaba en la recámara, con la intención de darle protagonismo en alguna de las entregas. Además, varios lectores también me habían recomendado o pedido que lo hiciera, y en esta tercera le ha llegado el momento.
hay mucho tópico y desconocimiento de la realidad
Sin embargo, nuestro antihéroe no podrá investigar el paradero de su hija porque la Ertzaintza le impide dejar la Pequeña África de Bilbao hasta que acceda a ejercer como topo en la mezquita, ¿cómo se vive el tema del terrorismo islámico en un barrio tan multicultural como San Francisco?
Dentro de San Francisco, en general, no se vive, no es un tema habitual de conversación ni una preocupación, aunque en ciertos círculos siempre puede haber gente que se lo tome como una opción. Desde fuera de San Francisco, muchos bilbaínos ven el barrio no como un nido potencial de terroristas islámicos, pero sí de ladrones, gente peligrosa y chupópteros de ayudas sociales. Hay mucho tópico, tanto como desconocimiento de la realidad.

polis buenos y polis malos

Vemos que, como es habitual en tus obras, la Ertzaintza vuelve a quedar en muy mal lugar, como fuerza represora que se aprovecha de la debilidad de los inmigrantes, aunque los gendarmes tampoco salen muy bien parados, ¿de dónde nace esa animadversión por las fuerzas del orden que recorre toda tu obra?
En general, los miembros de los cuerpos policiales de cualquier tipo no son mis ídolos, es verdad, pero es que además, como escritor de novela negra, me resultan mucho más atractivos los polis malos que los buenos. De todas formas, yo también tengo conocidos o incluso amigos a los que, en su día, les dio por meterse a policías municipales o ertzainas. Algunos hasta se han leído estas novelas, y no se han mosqueado, o eso me han dicho, al menos.
Y por si fuera poco Uwa, una prostituta nigeriana quiere contratar a Touré para que encuentre al hijo que vendió a cambio de que sus explotadores le descontaran 500 míseros euros de la deuda por traerla a España, ¿cómo te has documentado para tratar un tema tan peliagudo como el tráfico de niños y una mafia que pasa tan desapercibida como la nigeriana?
Metiendo horas charlando con estas prostitutas nigerianas o con gente de las asociaciones que socorren y apoyan a este tipo de chicas, como Askabide. Esta asociación tiene un local en San Francisco en el que se ofrece por las noches café con galletas (y condones), además de calor humano, a las prostitutas. Yo lo he visitado unas cuantas veces durante este último año, y simplemente escuchando me he enterado de cosas que te ponen la carne de gallina.
El pasado de Uwa te permite retomar un tema que ya tocaste en la más que recomendable Sueños de Tánger: el largo y durísimo periplo que los subsaharianos han de pasar hasta llegar a Europa, que aunque vemos en las noticias a diario apenas cala sobre el espectador, ¿crees que la ficción puede ser más eficaz que la prensa? ¿Puede la literatura cambiar la realidad?
Ya me gustaría, pero me temo que no, y la respuesta vale para ambas preguntas. Los lectores se toman lo que aparece en prensa como realidad, y lo que aparece en ficción como algo tal vez basado en la realidad. A mí me preguntan mucho si las cosas que aparecen en mis novelas son reales o no. Es muy difícil conmover, o al menos remover las tripas, a lectores que ya están bastante insensibilizados con las tragedias que suceden por el mundo. Lo más eficaz podrían ser las imágenes de la tele, pero contra eso también nos vamos insensibilizando.

cada vez más parejas interraciales

Por suerte, Touré tiene buenos amigos, y cuando Sira desaparece y él se ve obligado a permanecer en Bilbao, será Cristina, una bella exprostituta blanca, más que amiga del burquinés, la que se encargue de hacer las pesquisas, ¿es posible el amor interracial verdadero, o sólo la compra-venta entre africanos jóvenes y carcamales blancos como denuncia Touré en un pasaje? 
Siempre ha existido ese tipo de relación, con un acuerdo tácito de “yo me aprovecho de tu cuerpo y tú de mi cartera” en algunas relaciones de pareja más o menos duraderas. No es necesario que se trate de parejas interraciales, pero en muchos casos es así. Para muchos inmigrantes sin recursos es un salvavidas una relación con un autóctono bien dotado no físicamente pero sí económicamente. De todas formas, y por suerte, cada vez son más habituales las parejas interraciales sin ese tipo de condicionantes.
Un senegalés inocente y simplón llamado Ibrahima, será el encargado de poner la nota tragicómica a la obra, como cuando le contratan para dar un tartazo a un político durante la feria del libro y lo confunde con el director del evento, y especialmente cuando perpetra el atraco más peripatético de la historia, ¿realmente existen personas así en los ghettos, o tan sólo es un recurso literario para quitar un poco de hierro a la novela?
Ibrahima es un personaje muy real que vive en San Francisco, aunque le he cambiado el nombre. Es el típico tipo entrañable a quien todos aprecian, aunque algunas personas con pocos escrúpulos se aprovechan de su inocencia, como en esta novela. Pero también funciona muy bien como contrapunto humorístico al tono general de la novela, mucho más crudo.
¿También es real la vieja xenófoba que recorre incansablemente las calles de San Francisco con una bata rosa imprecando a los inmigrantes?
Con bata rosa, zapatillas de casa y a veces hasta con rulos. Me la encontré por primera vez cuando salía de comer cuscús en un restaurante árabe. Ella entró en el local diciendo todo tipo de burradas contra los moros, que, por cierto, ni se inmutaron. Me hizo gracia y la convertí en personaje, tal y como he hecho con otras personas de su estilo, abundantes en San Francisco. Es una de las ventajas de documentarse viviendo en el lugar donde vas a situar las novelas, el propio marco te regala los personajes, sin que tengas que tirar de imaginación.
la hospitalidad africana es una tradición muy arraigada
Como ya hemos mencionado, en esta ocasión Touré es un narrador más duro y crítico con la situación que le rodea. Entre sus reflexiones, me ha dado mucho que pensar su comparación entre la hospitalidad con que reciben los africanos a los blancos con el trato que nosotros les dispensamos, ¿crees que se debe a diferencias culturales o económicas? ¿Piensas que si la situación financiera fuese la contraria, su generosidad también desaparecería?
Lo de la hospitalidad africana es una tradición muy arraigada, la gran diferencia es cultural y no económica. Yo he viajado por África sobre todo en bicicleta, con pintas de muerto de hambre, y me han tratado casi siempre como a un príncipe. Aquí, como dice Touré, solo se recibe bien a los africanos que meten muchos goles en fútbol. A los que corren o saltan mucho hasta se les nacionaliza rápidamente para que ganen medallas por la patria en atletismo. En cambio, a los que venden cintos o calcetines por las calles que les den, cuanto más lejos mejor.
Tú que te defines como escritor trotamundos y has vivido mucho y en muchos sitios, ¿es cierta otra sentencia del burquinés de que los emigrantes son los más racistas? Y cómo crees que se cura mejor el racismo, ¿viajando, o leyendo?
Creo que el racismo se cura más viajando que leyendo, sobre todo viajando a lugares que no son turísticos, al interior de África por ejemplo. Leer también puede servir, aunque eligiendo bien las lecturas. Y sí, creo que los antiguos emigrantes muchas veces son los más desconsiderados con los nuevos emigrantes. En lugar de mostrar un mínimo de solidaridad con la gente que viene a buscarse la vida tal y como hicieron ellos en su día, sacan a relucir todos sus complejos, y esto lo pagan los recién llegados.
Por último, el crudísimo e inesperado desenlace de la novela tiene visos de ser también el de las andanzas del personaje, ¿Será Touré una trilogía, o tienes pensado alguna entrega más? 
Les he cogido manía a las trilogías. Demasiada gente las hace, emulando a ciertos autores que han tenido un gran éxito con ellas, lo cual me parece ridículo. Así que, por supuesto, seguiremos con Touré, y además espero que su serie tenga una larga vida.