Con motivo del estreno de "La gran familia española", el martes tuvimos la oportunidad de charlar ampliamente con una buena parte del equipo sobre la película concretamente, sobre el oficio de actor, sobre los problemas actuales del medio y muchas cosas más.
Los primeros con los que pudimos hablar de la película, su manera de preparar los personajes y la función del cine en la sociedad, fueron Míquel Fernández, Verónica Echegui y Quim Gutiérrez.
¿Creéis que el tema principal de la película es la carencia del amor?
Míquel: Puede ser, es verdad que si todos fuéramos capaces de amar incondicionalmente a las personas que queremos, quizá habría menos problemas entre nosotros y no se crearían conflictos, y cuando pasa una situación muy extrema, como en el caso de la película, que el padre tiene un amago de infarto, no nos veríamos afectados de esta manera. Es ahí cuando te das cuenta de lo importantes que son las personas que quieres en la vida, no sólo en la familia de la película, sino en todas las familias.
Verónica: El patriarca de la familia es la figura central, es el núcleo, todos están pendientes de él, pero lo ha pasado muy mal, y sigue enganchado al amor de su vida, se niega a soltar la historia con la madre. Pero en esa elección de vida que él ha tomado, obliga a sus hijos a padecerla también, nunca superan esa ausencia. Parece que el pequeño toma la decisión porque ve que su padre está triste y quiere hacerle feliz, quiere casarse y darle los hijos que le faltan. Ahí empieza la carencia, en la educación que han vivido. Por ejemplo, el personaje de Míquel es un chico que compite con su hermano, que tiene la autoestima bastante baja, que tiene muchos complejos, que está aceptando un rol de responsabilidad que en realidad no quiere, pero ni siquiera se plantea qué es mejor para él, porque él vive para la familia. Esto ocurre a menudo: dentro de cada familia a veces parece que “te ha tocado este rol y con este te quedas para toda tu vida”.
Verónica, acostumbrados como estamos a verte en papeles más duros y serios, ¿cómo ha sido para ti pasar a hacer comedia?
Verónica: Pues un alivio, porque tengo ganas de comedia, me encantaría seguir haciendo personajes desgarradores o complejos pero la comedia me parece de lo más difícil. Yo no creo que el drama tenga que ser drama ni la comedia, comedia. Cuando alguien habla de “drama realista” me da dolor de cabeza porque pienso: “La vida es oscuridad, dolor y sufrimiento o una carcajada constante”. Lo que me gusta de la peli de Dani es que es comedia de emociones y la historia que se cuenta es dramática, pero también hay un humor brutal, situaciones absurdas y mucho cachondeo. Antes yo era más intensa, ahora intento reírme más como en esta peli.
En cuanto a ti, Míquel, te hemos visto más en teatro y televisión que en cine, ¿hacia dónde quieres enfocar tu carrera?
Míquel: Principalmente lo que he hecho es teatro musical, pero el cine es algo diferente, es otra disciplina que no tiene nada que ver pero te permite hacer un viaje brutal. Para mi está por descubrir porque sólo he hecho tres películas, y me encantaría hacer más. Seguiré mi camino por donde me lleve el destino, pero sí me gustaría seguir haciendo cine.
Con respecto a vuestro trabajo, ¿cómo construís el personaje? ¿Os lo lleváis a casa o separáis la parte profesional de la personal?
Míquel: Yo creo que cada reto al que te enfrentas con cada personaje siempre es nuevo. A mí me resulta rara la gente que se lleva el personaje a casa y le cuesta quitárselo. Yo intento construir mi personaje y que sea creíble para lo que es requerido y ya está, pero nunca me llevo el personaje a casa, no comulgo con eso. El proceso creativo tiene un límite. Si no, nos volveríamos locos.
¿Y tú, Verónica?
Verónica: Yo sí lo he hecho, pero depende de cada persona y del momento, del camino… Por eso a mí no me gustan las escuelas para aprender el oficio, porque tienes que tener mucho cuidado de a quién le entregas tu confianza como profesor. Tienes que transformarte, estás vulnerable, tienes que hacer de todo y si la persona que tienes delante no sabe gestionar la situación, te puede hundir. Cuanto más te conozcas, mejor. También la programación neuro-lingüística funciona, si tú cada día de tu vida te repites algo como un mantra, el efecto que tiene es increíble, puedes programar hasta tus células. Yo a veces he llegado a entender cosas de los personajes a base de auto estimularme, y llegar a creer algo. Y eso creo que es peligroso. Cada uno aprende como puede, yo eso ya no lo hago, soy muy feliz en mi vida y no quiero destruirlo.
¿Así que podríamos decir que esta película te ha servido para relajarte?
Verónica: En esta película, como el proceso creativo era tan amable y Dani es tan bueno, sí podías confiar. Yo hacía el trabajo en casa, me ponía un horario, y luego en los ensayos juntos surgían mil historias. Cuando íbamos a rodar solo tenía que conectarme con esas cosas.
Dentro de ese proceso creativo, ¿qué tienen los personajes de vosotros mismos?
Míquel: Todos los personajes tienen mucho de nosotros, nadie es capaz de hacer una persona diferente. Al final, es el actor caracterizado y dando vida a una historia en la que está implicado ese personaje. En mi caso tiene bastante mío, ya lo tenía el personaje tal como lo planteaba Dani. Uno se aferra a las cosas que ha vivido. Eran situaciónes costumbristas, del día a día, cercanas, que te han pasado, o tienes un amigo, un hermano, padre, madre que les ha pasado, y tu tiras de ahí.
Verónica: Estoy pensando en Christian Bale en “El maquinista”, en cómo se puede hacer un trabajo así sin volverse loco. En “El patio de mi carcel” yo tuve que adelgazar mucho hasta que no pude más, y aunque estaba controlada por un nutricionista, me afectó al carácter, me quedaba dormida rodando, no tenía fuerzas para nada, estaba de mal humor todo el día, y pienso en Christian Bale, y digo, ¿cómo lo ha hecho? ¿Se ha vuelto loco de verdad, o no ha comido? A mí me gusta volverme loca, pero no me quiero matar. En “El patio de mi cárcel” no quería ya ni actuar, solo quería morirme.
Míquel: Ahí está el nivel de exigencia de cada uno, hasta dónde se quiera llegar.
Acostumbrados como estáis en estos días de promoción a responder las mismas preguntas una y otra vez, os dejamos decidir a vosotros, ¿qué os gustaría que no nos dejáramos por preguntar?
Verónica: Yo me pregunto muchas veces cómo es vuestro trabajo, y lo que me falta es la curiosidad desde el otro lado, porque hay cosas que nosotros no contamos que se quedan como en secreto, y estaría muy bien hablar de ello, pero en ninguna entrevista salen. Por ejemplo, la utilidad social que puede tener esto. Nosotros no operamos a corazón abierto, es un trabajo que requiere mucha energía, mucha dedicación, pero al mismo tiempo es entretenimiento, cultura… Pero yo creo que en realidad la cultura y lo creativo tienen una finalidad sanadora increíble que se ha comprobado en más de una ocasión. Cuando hice “El patio de mi cárcel” conocí a presas que habían hecho un grupo de teatro y muchas de ellas me decían: “Yo sigo aquí por el teatro, si no me hubiera suicidado”. Lo bonito de esta película es que tiene una semilla, un germen y una intención muy bella en el fondo por parte del autor, que es poner una familia ahí en una situación clave y a enfrentarlos. Porque esas cosas a veces ocurren pero otras veces no, y me encantaría que las familias que vieran la película tengan ganas de hablar las cosas cuando la vean, porque muchas veces no se habla, hay poca comunicación. Y la familia es como el embrión, de ahí parte todo. Falta mucha educación emocional.
Quim: Es muy complicado, yo me esfuerzo mucho para quitármelo y tener otras cosas en mi vida que me compensen. Entiendo que hay un desgaste emocional inevitable cuando te metes en cosas así, pero yo no entiendo este trabajo sin esa intensidad de implicación. Es bonito y doloroso a la vez, y te obliga a hacer una revisión constante de cómo estás tú. Para poder trabajar de una manera sana todas las emociones, tienes que hacer un proceso de autoconocimiento, porque los elementos con los que juegas son los tuyos de verdad. Te obliga a estar al día con tus propias cuestiones.
¿Qué papel te falta por interpretar y te gustaría hacerlo?
Quim: En España se piden pocos papeles de composición y me gustaría mucho hacer algo así. Por ejemplo, vista la película todo el mundo se ríe mucho con el personaje de Roberto, y parece que es una cosa sencilla, pero creo que es de los más arriesgados, y siendo un secundario tienes muchos más argumentos que el de hacer de chico que tiene un retraso.
¿Y algo de acción?
Las películas de acción me escantan, yo hasta los 10 años jugaba mucho por la calle escondiéndome por las esquinas, simulando que llevaba pistola y montándome mis películas, con una sensación nula de tener gente a mi alrededor. A los 10 años mi madre me sentó y me dijo: "Ya eres mayor, ya no puedes jugar por la calle con pistolas”. Pero cada vez que en este trabajo tengo que coger una pistola me sale ese niño.
En segundo lugar, Roberto Álamo y Antonio de la Torre nos hablaron, entre otras cosas, también de sus personajes, y de la situación actual del cine.
Roberto: El personaje de Lennie sí me ha servido mucho para hacer el de Benjamín, porque estaba haciendo la obra al mismo tiempo que estaba rodando la película. Son dos personajes con discapacidad intelectual, y compartes matices, aunque el de Benjamín se permite más licencias cómicas, y el otro es trágico. El de Benjamín tiene más escape.
Al igual que les hemos preguntado a vuestros compañeros antes ¿qué nivel de implicación tenéis con vuestros personajes, os los lleváis a casa?
Antonio: Cuando hice “AzulOscuroCasiNegro”, pasar de la ensoñación que yo tenía de lo que era el personaje al prepararme, a la realidad al verme en la película a mí mismo disfrazado rápido y mal, hizo que me diera un bajón que rozaba lo grosero. A partir de entonces he aprendido a juzgarme menos y a aceptar más esa imposibilidad, porque la realidad es que estás tú siempre ahí. Manuel Martín Cuenca dice que hacer un personaje es el “que sería de mi si yo fuera…”. Cuando rodábamos “Primos”, me pasé toda una mañana bebiendo en la plaza y haciéndome el borracho, de tal manera que llegaron dos señoras hacerse una foto con Quim, me planté al lado, y pensaron que era realmente un borracho del pueblo que quería salir en la foto. Eso de jugar con los personajes está muy bien.
Roberto: Lo de llevarse el personaje a casa como decíais me parece una cosa grosera. Por ejemplo, comentaban que Daniel Day-Lewis, durante el rodaje de “Gangs of New York”, cuando iba a trabajar en su coche al set de rodaje, al aparcar daba golpes a los otros coches para provocar peleas y, de esa manera, mantener su maldad del personaje. Sin duda Daniel Day-Lewis es un gran actor, es de los mejores, pero creo que eso es poco inteligente, porque te jodes a ti mismo y jodes a los demás, y yo creo que actuar tiene que ser no joderte a ti mismo ni joder a los demás. No hace falta pegar a otro coche y generar al otro una angustia que este va a traspasar a su familia. El llevarse el personaje a casa está bien si juegas sanamente con ello, si tienes pulsiones, pero no las realizas. Yo comoLennie o como Benjamín cuando estaba en casa jugaba con los demás a no entender nada de lo que estaban diciendo, pero con eso, que te sirve, no haces daño a nadie. Lo otro creo humildemente que es más una pose o una forma errónea de concebir la actuación.
Antonio, con Manuel Martín Cuenca has hecho “Caníbal” y los dos habéis coincidido tambien en “Gente en sitios” de Juan Cavestany, ambas se han presentadas en Toronto, ¿Cómo os sentís viendo al cine español formando parte de festivales importantes?
Roberto: Lo vemos muy bien.
Antonio: Es señal de que hay material exportable y de que es un cine de calidad.
Antonio, además tú estás presente en dos de las cuatros películas preseleccionadas para los Oscar, ¿crees que este año puede ir una comedia?
Antonio: Puede ser.
Roberto: En cualquier caso, lo interesante es que se promocione el cine español por donde vaya, da igual que sea comedia o drama, mientras lo vean en EE.UU. o en Estambul, la cuestión es que el cine español genera debate y que se sigan haciendo películas porque si no, da la sensación de que hablamos siempre en pasado del cine. Ahora mismo todo está peor que nunca, pero el cine en concreto está peor incluso que hace 70 años. Nunca ha estado peor. Ojala se hable del cine español fuera de España y se siga haciendo cine.
¿Creéis los estrenos multiplataforma que se están haciendo (cine, internet, DVD…) podrían ayudar a mejorar la situación del cine?
Antonio: Y no sólo eso, acabar con la piratería, volver a reducir el IVA cultural… Es una cuestión de mentalidad, España es un país muy corrupto.
Roberto: Es un problema de educación. La cuestión es que el cine no va a seguir tal como está, porque no tiene sentido. En casa tengo una pantalla enorme que se ve como el cine, lo único que me falta es la gente alrededor, así que es mejor estar en casa viendo la película. Contra eso no se puede luchar. Antes la familia iba al cine porque tenía televisiones pequeñas, ahora ya no. Esto ha cambiado, no se puede evitar y no es malo.
¿Era necesaria una película como “La gran familia española” en el momento que estamos viviendo?
Roberto: Es necesario contar cosas que nos afectan. A mí, como actor, lo que me interesa de un proyecto es que algo me afecte, cuando algo me afecta luego puedo rendir. Si me agarra a mí, entonces es muy posible que agarre al espectador. En la vida muchas familias no pueden mirarse a los ojos y decirse que se quieren, y eso me gusta que me lo cuenten en una película. Nuestros intereses son los mismos que los vuestros, que es ver algo que nos emocione, que nos provoque.
Y por último, el director Daniel Sánchez Arévalo nos dio muchas claves, y muy interesantes, para entender bien su película.
La primera pregunta casi obligada es qué te llevó a rescatar tu cortometraje, “Traumalogía”, y convertirlo en un largo.
Daniel: Cuando escribí ese guión del corto me salieron 20 páginas, y siempre me quedó la sensación de que ahí había algo más. Después de “Primos” decidí que quería hacer algo que no tuviera nada que ver conmigo, pero al final, por más que intento huir de mi mismo, me doy de bruces con esta historia que había seguido ahí como germinando dentro de mí y decidí repensarla con la condición de que, tuviera el mismo argumento, pero cambiando a todos los personajes. Así, cambié todas las historias y empezó a coger forma.
¿Es la intención de cambiar las historias el motivo por el que se quedó fuera la del hermano homosexual?
Daniel: Se quedó fuera porque creo que ya es algo demasiado recurrente, ya lo había tratado en “AzulOscuroCasiNegro”, en “Gordos”, en algún otro corto… Para mí el tema de salir del armario tiene que ver con los deseos reprimidos, con tapar algo que no eres, y creo que eso ya se ha superado en la sociedad.
Al final de los créditos das las gracias a tu “11 titular”, ¿esas once personas son las que más te han influido en tu trabajo?
Daniel: No, son mi familia. Son las personas más importantes en mi vida, mis padres, mis hermanos, mis sobrinos, mis cuñados, Hector Colomé, que es la pareja de mi madre desde hace 20 años, y mi tía. Y luego está mi “banquillo de lujo”, que ya sí que está compuesto por personas vinculadas al terreno profesional.
¿Cómo viviste la preselección de la película a los premios Ariel y Oscar?
Daniel: Lo vivo con cautela. Fue un momento un poco raro porque de repente nos hacen brindar, están todas las cámaras allí, y a mí me gusta vivir esas cosas de una manera más íntima. Tomando un símil futbolístico, hemos metido un gol pero queda mucho partido. Sobre todo creo que nos viene muy bien porque estamos a tres días de estrenar la película y esto causa mucho revuelo, tienes presencia mediática, y espero que sirva para quitar miedos y animar al espectador para que vaya al cine.
Quizás uno de las cosas que más destacan de la película es su llamativo título. ¿Por qué la llamaste así? ¿No temes que se relacione con la película del 62, “La gran familia”, que piensen que es una segunda parte o un remake?
Daniel: El título fue un debate mío interno primero, luego con mi productor, luego con Warner…Ha sido un debate constante, pero al final de ese debate la conclusión siempre era que ese era el título adecuado. Sabíamos de los riesgos de “La gran familia”, porque se puede asociar a una cosa más rancia o más antigua, y luego la palabra “española”, que todavía en este país es delicada, hay recelos. Pero creo que ya está bien de estos complejos y de estos miedos, y esto habla del sueño de un padre de crear una gran familia. También está vinculada la selección de futbol, a esa catarsis colectiva. Ellos consiguieron algo muy difícil en este país, que es sentirnos unidos. Yo no pretendo hacer un retrato social ni me atrevería, me daría mucho pudor y no me siento legitimado, pero vivimos en este país.
Entonces, ¿cómo surgió el introducir el tema de la final del mundial?
Daniel: Fue por una necesidad de contextualizar, de darle un marco a la película, colocarla en un sitio y en un lugar concreto y sobre todo crear conflicto, que es una regla básica en el guion, ponérselo difícil al protagonista. Fue el último aspecto del guión que se metió. Yo tenía la historia y los personajes, el futbol fue para redondear los pilares de la historia.
¿Por qué elegiste este acontecimiento, y no otro?
Daniel: Porque todo el mundo se acuerda de lo que estaba haciendo ese día. Yo estaba viendo el partido en casa con Quim y amigos de toda la vida.
¿Te sientes más cómodo en el ámbito del drama o de la comedia?
Daniel: Yo lo que quiero es perfeccionarme en el arte de mezclar la comedia y el drama, es mi máxima ambición como director y escritor, y lo que más me gusta y más valoro como espectador, y está presente en todas las películas. En “AzulOscuroCasiNegro” hay más parte dramática, en “Gordos” no sabría muy bien decir cuál es la combinación, “Primos” es obviamente más comedia, y aquí quería retomar esa parte emocional. No hay que tenerle miedo a emocionar, me encanta llorar y me encantaría provocar esa sensación.
En tu cine vemos muchas referencias del cine indie actual de Wes Anderson o Alexander Payne…
Daniel: Prefiero a Payne. Wes Anderson me gusta mucho, pero lo siento todo demasiado colocado, demasiada forma, y a mí me gusta más el fondo. Para mí la mejor comedia de los últimos 10 años es “Los descendientes”. Y no es una comedia.
¿Es “La gran familia española” un drama vestido de comedia?
Daniel: Yo no la he vestido de comedia, ha surgido así. A mí me gusta un poco ir a la contra de lo que las situaciones sugieren, pero yo no pretendo hacer gracia ni busco hacer llorar. Los personajes vivan esa situación y si lo viven de verdad, entonces sale la comedia, el drama, la emoción.
¿Cómo ha sido dirigir a tantos actores y tan distintos?
Daniel: Es un gran esfuerzo y un gran trabajo, pero por otro lado, es lo que más me gusta: dirigir actores, estar con ellos, a cada uno hay que darle lo que necesita y sobre todo mucho cariño. Son los seres más frágiles dentro de un rodaje, el material más delicado, y si no lo tratas con mucho mimo no cumplen.
El personaje de Raúl Arévalo es claramente un homenaje a “El guateque”…
Daniel: Totalmente. Raúl no podía estar en la peli por cuestiones de agenda y le dije “¿Qué dias tienes libres? Vas a ser camarero de ‘El guateque’”. Vino y rodamos improvisado todo, y Raúl es maravilloso. Hay material no montado muy gracioso, incluso se quiso emborrachar de verdad.
Vemos en el reparto actores con los que trabajas habitualmente junto con caras nuevas…
Daniel: Es una necesidad, hay una serie de actores que para mí son parte de mi familia, pero es necesario trabajar con otra gente y dar paso a gente nueva, abrir el abanico de posibilidades. Queria que fueran actores que tuvieran la edad de los personajes, y que vivieran su primera gran experiencia cinematográfica igual que los personajes viven el momento más importante de su vida, eso le da un plus de frescura. Patrick es un fuera de serie que me tiene loco, con todos he disfrutado muchísimo pero este chaval es de los que me inspira a escribir.
¿Has introducido muchas experiencias y vivencias personales en la película?
Daniel: No, lo único la figura del padre, que sí está muy vinculada a mi padre, que vive por y para las películas, que se aísla un poco de la sociedad, que ya ha vivido un gran amor en su vida. Su manera de pensar y de expresarse cuando dice “a todos nos toca vivir una película en nuestra vida”. Mi padre es muy peliculero, y ha hecho que yo lo sea.
Y cuál dirías que es la película de tu vida?
Daniel: “La gran evasión”. Siempre tengo la sensación de estar en un sitio del que tengo que salir, o buscando siempre vías de escape de donde esté, no puedo evitarlo.
¿Qué significa para ti “7 novias para 7 hermanos”?
Daniel: Es una película muy especial, es la película que más he visto en el cine y era una de las películas de mi infancia, de las que te dan alegría y ganas de vivir en ella. Yo quería ser uno de los siete hermanos y como cineasta me gusta provocar eso, que la gente termine de ver “La gran familia española y diga: “Yo quiero pertenecer a esta panda de taraos”. Y en “Primos” pasaba también algo así.
Ya que vemos que homenajeas al género en la escena del baile de la boda, ¿no quisiste introducir más números musicales?
Daniel: No, yo respeto muchísimo el musical, me gusta mucho pero precisamente por eso me da mucho pudor, me gusta meter pinceladas, la entrada en la boda o el momento Backstreet Boys en “Primos”.
¿Necesitas un periodo de desconexión después de una película?
Daniel: Para poder escribir necesito vivir. Después de “La gran familia española” me fui dos meses a vivir a Nueva York. No surgió nada concreto allí, pero lo hice para desvincularme.
¿Para cuándo veremos una película con una protagonista femenina?
Daniel: Tengo una historia súper bonita que algún día haré. Tomo nota, estoy de acuerdo, me encantaría. “Primas”. (Risas)
¿Hay posibilidad de que haya una secuela de “La gran familia española”?
Daniel: Si España gana el mundial de Brasil, hago la secuela.
Fotos de Mari Carmen Fúnez.