[Teresa Cerón López] @ecosdelviniloMarcel Pozo no es un músico excesivamente ruidoso, pero se niega a dejar de sonar. Sigue girando estos meses por los escenarios españoles presentando “Cristales”, su último gran disco publicado a finales del pasado año, con el que ha sumado público y halagos. Un disco, fruto de: “La acumulación de historias que contar. Algunas propias, otras ajenas. Con personajes, ambientes y olores transmutados“. Y es que para Marcel: ”Sin algo importante que contar no hay canción“.El catalán, afincado desde hace algún tiempo en Madrid, publicó en 2016 su primer larga duración, ”A La Hora De Volver”, tras un extenso periplo por escenarios que forjaron su carácter, y apuntalaron su actitud aguerrida ante las adversidades. El disco fue gratamente acogido por parte de la crítica, pero ante todo, contó con la aprobación del público. Fue: “Una buena carta de presentación” con el que hizo: “más de veinte conciertos por todo el país”, ayudando al músico a despojarse de lo innecesario a la hora de tocar.Solicito una charla con él, me pica la curiosidad conocer su modus operandi dentro de este mundillo de la música, y Pozo accede a mi juego. Mi primera bala es para “Cristales”. Necesito confesarle que es uno de los discos más luminosos que se publicaron en 2018. Canciones como “Que Vuelva A Arder”, “Motivos y Armas”, o “Imágenes“ avalan mi argumento. Los asemejo a pequeños fogonazos de luz, o a pequeñas pulseras que tintinean en el oído. Incluso pasajes que pudieran parecer melancólicos, como “La Distancia”, proyectan claridad tras la primera escucha: “No se cómo definirlo, Teresa. Creo que es una especie de diario de abordo, cuaderno de bitácora. Un tapiz. Reflejos de situaciones... La realidad no es ni luminosa ni oscura. La vida está llena de matices, este disco también. Pero sí, digamos que un disco siempre tiene que estar vivo. Que cambie de humor y respire diferente en cada corte. Como nosotros mismos“, apunta Marcel.
"Las canciones están en las pequeñas cosas del día a día”
Nos unen más cosas de las que nos separan: Ambos somos del 79, “de la Generación X”, dice riendo. Sentimos absoluta admiración por Christina Rosenvinge (su amor platónico), por Quique González, con quien le han terminado comparando en su narrativa, por Dylan, y por Petty. Es quizás a este último a quien más se asemeja Marcel Pozo a la hora de construir atmósferas y dar trallazos a diestro y siniestro: “Yo me quedo con el rock que se hizo desde los 50 a los 70. El resto es paisaje, llámame purista”. Ya puestos en faena, intento tirarle de la lengua, que me cuente su secreto de maestro. Su fórmula mágica para seducir a las musas cuando llega la inspiración, pero Marcel es claro: “No tengo ni idea de cómo aparece todo. Sólo sé que surge de la necesidad de coger la guitarra, ponerse a escribir. Sin duda, bebo de muchas cosas que no son sólo música: Novela americana, las pelis del oeste y de los Cohen, una conversación, un recorte de prensa, pasear por Berlín o Madrid. Las canciones están en las pequeñas cosas del día a día”.“Cristales” fue grabado en los estudios Audiomatic. Para la ocasión, precisó a José María Rosillo y al bueno de Ignacio Khoury. No sabían muy bien qué estaban buscando cuando se juntaron para unir sus fuerzas: “Fueron las canciones las que nos dijeron quiénes querían ser”. Dice que sintió la necesidad de cambiar de formación, (Dani Patillas, Alex Moreno, y el propio Khoury), porque: “Quería una producción que solo podía conseguir trabajando con ellos, y nada mejor que, salir a tocar con la banda que has grabado”. Me aclara que son una gran familia, al estilo Charles Manson: ”Pero sin matar a nadie”.Mientras mi mente dispersa intenta procesar sus respuestas, suena “Banderas”, uno de los cortes más bonitos del último disco. Repito como si se tratase de una letanía, uno de sus versos: “Quiero romper las estrellas/Pintar la luna con cualquiera”, y apunto hacia su cabeza con mi revólver preguntándole: ”Marcel, ¿cuánto tiempo te ha llevado escribir un verso así de bello y contundente?”. Sinceramente, ni el mismo lo sabe: ”Hacer canciones no es poner ladrillos. Cuando escribo, normalmente, el tiempo se me pasa. Para mi pueden pasar veinte minutos, y haber estado en la habitación diez horas. No sabría decirte”, admite.
No debo dejar pasar la oportunidad de confesarle que su atractivo como compositor, es lograr que el que lo escucha quede con ganas de más. Pongo como ejemplo, dos cortes de su nuevo disco, “Bola Extra” y “Pacto”: “Esos temas en concreto son como un boceto rápido a lápiz en la la barra de un bar, mirando el escote de la camarera, o viendo cómo dos tipos se pelean delante de la máquina de las tragaperras, Teresa”. Se nota que le gusta exponer las cosas tal y como son, es de esos músicos que meten en el mismo saco carencia y virtud. Dice que mira todavía el mundo con ojos de niño curioso. Que nadie le llame veterano, ni maestro de nada, por favor: “Para eso están Quique y Tarque, yo soy un aprendiz”. Somos muchos los que coincidimos en que el hilo conductor de las canciones de este sabio “aprendiz” es el amor, y tal vez, la memoria. El puntualiza una cosa: ”También está muy presente el sentimiento de pérdida“. Ahora, pasados cuatro meses desde la publicación del disco, piensa que le hubiera gustado meter alguna canción, y quizás, sacar otras que sí pasaron la primera selección. Estoy convencida de que las escucharemos muy pronto. A lo mejor, nos regala alguno de esos temas en sus próximos conciertos que serán: “Mitad a formación completa“ o bien: ”En formato más cercano con Gibson y armónica en clubes pequeños”.Su camino no tiene bajadas, parece un piloto que conduce sin miedo a toda velocidad por una autopista: “Mientras no me multen, todo bien”. Siendo sinceros, reconoce que a lo único que aspira es: “ A llegar a fin de mes y entrar en el estudio dentro de año y medio”.
Nuestra conversación llega a su fin intercambiando impresiones sobre el negocio que envuelve la música: ”Es una especie de club de carretera, hay mucha gente por los pasillos rompiendo cosas, un lío enorme”. Pero por encima de todo están las canciones: ”¿Verdad, Marcel?,” le pregunto sin tapujos: “Sin duda”, responde: “Las canciones siempre primero, el resto son espejismos, marketing irremediable. Para mi, cuenta el trabajo hecho con paso lento pero firme. La obra está ahí, que cada uno saque sus conclusiones“.
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