P. Leah se resiste a quedarse embarazada y su marido Michel simula ser más viril de lo que es. ¿Los roles tradicionales de género intensifican esa ansiedad? R. Hace cincuenta años ninguna mujer se preguntaba si quería tener hijos. Ahora todas nos interrogamos al respecto. No es extraño que la gente se vuelva un poco loca, porque es un campo de reflexión totalmente nuevo. Por otra parte, asistimos a una regresión. En 1994 hubiera resultado imposible ver algo como el vídeo de Blurred Lines, donde mujeres desnudas bailan entre hombres vestidos. Nos habría parecido una degradación total. Entonces teníamos a Madonna con un sujetador de conos bailando entre hombres desnudos. Ahora es lo contrario. Un día me desperté y descubrí que la palabra feminista se había convertido en un insulto.
De nuevo, en El País del 21 de enero de 2007 al publicar Sobre la belleza