Entrevistas antes de la ejecución

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Conocí la barbarie de este programa allá por noviembre, y ya llegaba tarde. Nos lo mostró el director de MiradasDoc Alejandro Krawietz, para enseñarnos qué se cocía en los circuitos documentalísticos del momento. Y es que en este certamen de docus se muestra lo mejor del panorama internacional, las propuestas más potentes,… por eso el año que viene no se celebrará. “No hay perras” Nunca hay perras para ciertas cosas.

Retomando el hilo. Ya había sido una bomba en la última edición de Miradas Doc, la BBC se había hecho eco del asunto e izo un amplio reportaje-documental del tema, aunque ahora algunos medios españoles nos lo vendan como auténtica novedad. Evidentemente, se formó la corredera en el aula, empezamos a debatir sobre la moralidad, la ética, cómo una idea así podía atrapar a 40 millones de personas ante el televisor sábado tras sábado,… Bueno, los interrogantes naturales que uno se hace ante esta monstruosidad.

“Entrevistas antes de la ejecución” muestra las últimas semanas, días e incluso minutos de los reos condenados a muerte de mano de una diligente periodista, Ding Yu, que en el documental de la BBC se muestra como una Mercedes Milá menos histriónica, siendo la portavoz de una realidad que el pueblo quiere conocer. Ella hace realidad un clamor popular. Sangre. Queremos sangre y sufrimiento y ver a gente muuucho más jodida que nosotros (eso lo aporto yo, no la amiga Yu)

En el programa han aparecido violadores, pederastas y traficantes, todos ellos elegidos para “educar a la población”, y parece que solo cinco de los condenados a muerte se han negado a ser entrevistados. El programa fue autorizado por el “carácter moralizante” que según el gobierno tenía y desde el propio canal también se insistía en que si se avisaba de las tragedias “estas podían evitarse”.

China ejecuta cada año a unas 2.000 personas, más que todos los países del mundo juntos.

Finalmente, y supongo que al bombo mediático internacional que se le ha dado al asunto, parece que al final se va a suspender. Eso han dicho los jefazos chinos a RNE. No porque sea algo abominable, contranatura, una de las ideas más macabras y morbosas que se pueden conjeturar. Porque lo veían 40 millones de personas. 40 millones que ahora mismo no entienden por qué han cancelado su entretenimiento de fin de semana.

Y volvemos al mismo interrogante: ¿damos miseria y la gente la consume, o son los propios espectadores los que demandan dolor fresco?

En algunos los casos lo tengo claro. En éste no.

Sálvense quien pueda.