ENTREVISTAS: " El mundo en tándem " (I)

Por Ribalda
“La web  sirvió para brindar otra mirada y contar otras cosas sobre esos lugares”
Presentación
Andrés Ruggeri y Karina Luchetti son un matrimonio argentino, él antropólogo de la Universidad de Buenos Aires y ella comunicadora social en áreas del Estado. Aunque Andrés se encuentra actualmente muy atareado, en Italia, dirigiendo un proyecto de extensión e investigación con fábricas recuperadas por sus trabajadores, han accedido a ser entrevistados para complacer a los muchos seguidores argentinos que nos pedían que lo hiciéramos con algún trotamundos paisano suyo.
La insólita aventura de esta pareja comenzó el 30 de septiembre de 2007 cuando salían de Buenos Aires (Argentina) para dar la Vuelta al Mundo en tándem, bici para dos. Tardaron 377 días, recorrieron 17.524 kms, sin contar los vuelos continentales, visitaron 22 países.  Siguiendo con las estadística, en cuanto a percances, tan solo sufrieron dos caídas, debieron reparar en las ruedas del tándem  85 pinchazos (pinchaduras), contrajeron el paludismo y salieron ilesos de una persecución de un campesino con un machete en Tanzania.
Es una titánica aventura, a la dureza de viajar en bici moviéndote por tu propio esfuerzo, se une las elevaciones, malos caminos, los climas hostiles y el tener que hacerlo solidariamente, al unísono, con el compañero del tándem  llevando un remolque (tráiler) adosado con las pertenencias. Otro problema añadido, fue transportar el tándem en avión, no era desmontable y muchas compañías pusieron problemas, hasta el extremo de estar a punto de perder el vuelo en Malasia.
Durante el viaje fueron describiendo su aventura en su web El mundo en Tándem, declarada de interés cultural por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, así como, por la la Dirección de Cultura y Deportes de Argentina.
Andrés, que animó a Karina a dar la Vuelta al Mundo, ya había escrito un libro sobre el tema “América en bicicleta” Ed. Colihue. Su afición de conocer mundo no ha decaído, cuando el trabajo se lo permite, realizan otras aventuras como la última al Sudeste Asiático en bici.
Tándem con el que se movieron y dieron la Vuelta al Mundo- ¿Qué razones os movieron a realizar la Vuelta al Mundo (RTW)?Andrés: Era un anhelo mío de muchos años pero podría decir que el impulso mayor vino después de hacer un viaje de 15 mil kilómetros por América latina, desde Argentina a Cuba, en solidarida con su pueblo frente al bloqueo impuesto por los Estados Unidos. Fue en Cuba donde la conocí a Karina y ahí mismo le conté mi idea, que apoyó desde el primer momento pero sin tener la menor intención de acompañarme. Quería que la hiciésemos juntos y a decir verdad me costó muchos años convencerla de que se sumara al proyecto. 
- ¿Qué pensaron de vuestra decisión los familiares y amigos?Karina: Todos los que lo conocen a Andrés ya estaban muy acostumbrados a sus viajes largos, como mochilero o en bicicleta y lo tomaron con naturalidad y entusiasmo. A mí no me ocurrió exactamente lo mismo: aunque hacía años que viajaba en bicicleta, nunca me había ido por tanto tiempo. Las reacciones fueron más diversas. 
- ¿Os costó ahorrar el importe del viaje RTW o encontrasteis una financiación? ¿Os habéis arrepentido alguna vez de este esfuerzo económico?Karina: No nos costó realmente. Fuimos ahorrando mes a mes durante varios años. Cuidando nuestros gastos para financiar el proyecto. Nunca nos arrepentimos del gasto económico que significó. No se nos ocurre mejor cosa a la que hallásemos destinado dinero.

Cruzando los Andes y atravesando Mozambique- ¿Cuándo nació la idea de hacer este viaje RTW y cuánto duró su preparación?
Andrés: Si bien la idea estaba desde hacía mucho tiempo, la decisión la tomamos a mitad de 2004. A partir de esa fecha empezamos a ahorrar y a buscar alternativas de equipamiento y preparación. Hicimos un viaje por la Patagonia y decidimos probar cómo era viajar en tándem, algo casi desconocido en Argentina. Compramos un tándem artesanal que nos dio muchos problemas pero que nos sirvió para aprender todo lo necesario sobre tándem y para decidirnos a hacer el viaje de esa forma.
La preparación fue a través de una serie de viajes por la Argentina probando distinto tipo de terreno, caminos y climas, algo que las características del país permiten. Por ejemplo, hicimos el cruce de la cordillera de los Andes por al paso de Jama, que tiene una subida de 42 km. con un desnivel de 2000 metros, y en el que hay que pasar puertos de montaña entre 3800 y 4800 msnm.
Finalmente, conseguimos un buen cuadro de tándem de un fabricante nacional, Roselli, y lo armamos con equipo de acuerdo a nuestras necesidades. Todo este proceso duró unos tres años.
- ¿Qué idiomas habláis? ¿Tuvisteis en el transcurso del viaje algún problema de comunicación?
Karina: Andrés habla portugués, francés y en ese entonces se defendía con el inglés, idioma en el que ha mejorado mucho porque el viaje lo entusiasmó a volver a estudiar. Yo estudié muchísimos años inglés, pero no había tenido mucha práctica en situaciones reales, fuera de aula. Esas son las mejores oportunidades para aprender un idioma, en intercambio real.
Viajamos por países donde muchas veces no se habla más que la lengua materna y algunos donde más allá de que la lengua oficial sea la de la época colonial (el inglés, el francés o el portugués), las personas en los pueblos no manejan esos idiomas, salvo en las excepción de que hubieren concurrido a la escuela. Hay países de formación reciente donde la lengua varía de poblado en poblado. También encontramos personas que manejan muchos idiomas, la lengua oficial, la de su pueblo, la del pueblo vecino y la que aprendieron trabajando en otros países de la región.
Nada de todo esto ha significado para nosotros ningún inconveniente. Las personas cuando quieren comunicarse, lo hacen con todos los medios a su alcance. Requiere esfuerzo, pero se disfruta. Y se aprende a decir cosas, como aprenden los niños, mirando, escuchando, repitiendo.
Un caso paradigmático fue el de Turquía donde aparte del turco muchas personas hablan alemán, lengua que nosotros no manejamos. Sin embargo las conversaciones con cualquiera allí podían extenderse por varias horas y se recurría a todo, diccionarios de escuela, diccionarios de viajero, gestualidad, mímica.
Las señas a las que usualmente recurrimos para decir “quiero comer” o “¿me darías algo de beber?” no son iguales tampoco en todos lados. Eso también se aprende y se disfruta.

Jordania y mezquita de Jama Majid,India- ¿Cómo aconsejáis hacerla, en compañía o en solitario? ¿Cómo la hicisteis vosotros?
Karina: Cada situación es particular. Cada uno viaja de la forma se siente más cómodo. Nosotros la hicimos juntos y en una bicicleta tándem. Si contabilizáramos el tiempo en que estuvimos separados en el año y doce días del viaje, apenas llegaríamos a las 24 horas.
- ¿Cómo llevasteis vuestro equipaje, en mochila, en maleta o hicisteis uso de ambos?
Karina: Viajamos con cuatro alforjas, dos delanteras y dos traseras, un bolso en el manubrio, riñoneras y un tráiler (remolque).
- ¿Qué cosas incluiríais como imprescindibles en el equipaje?
Karina: Indumentaria de ciclismo y ropa acorde al clima o las costumbres propias de los lugares que se visiten. Medicamentos, incluidos los que sean necesarios para visitar determinado país (anti-maláricos, por ejemplo). Repuestos y herramientas. Mapas en papel y brújula todavía son necesarios. No van en el equipaje, pero hay que llevar puestas algunas vacunas.
- ¿Cuál fue el itinerario y la duración de vuestra Vuelta al Mundo? ¿Fue suficiente, corta o excesiva?
Andrés: El punto de partida y llegada fue, por supuesto, Buenos Aires. La idea fue siempre hacer un viaje por el Sur del mundo, lo que nos llevó a recorrer parte de Sudamérica, África y Asia.
El único punto de Europa que tocamos fue Turquía europea, e hicimos una breve parada en Nueva Zelanda. Salimos de Argentina rumbo a Sao Paulo en Brasil, pasando por Paraguay. Desde allí tomamos un avión a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y recorrimos el sur y el oriente de África hasta Tanzania. La idea original era ir a Kenia pero en ese momento estallo una crisis política que estuvo a punto de llegar a una guerra civil, por lo que desde Tanzania tomamos otro vuelo a Egipto para recorrer Medio Oriente, que fue una alteración al plan original que preveía pasar al sur de la India. Posteriormente no pudimos conseguir la visa para atravesar Irán y saltamos nuevamente hasta la India. Recorrimos en esta parte de Asia India, Nepal y los países del sudeste asiático hasta Kuala Lumpur, desde donde volamos a Chile, cruzando el Pacífico, con una parada en Nueva Zelanda. Desde Santiago de Chile, atravesando la cordillera de los Andes y pedaleamos hasta Buenos Aires para completar la vuelta.
El tiempo resultó corto, porque Karina había pedido licencia en el trabajo y el máximo posible (y con un trámite muy complicado) era de un año. Eso limitó bastante los tiempos, tuvimos que hacer varios saltos y no nos podíamos dar el lujo de esperar, por ejemplo, 15 días en Damasco para intentar conseguir la visa a Irán, sin  seguridad de que nos la dieran. El viaje entonces fue muy esforzado porque hubo poco tiempo de descanso, prácticamente no paramos más de 3 o 4 días en ningún lado, y llegamos con el tiempo justo. El viaje para hacerlo como queríamos tendría que haber durado por lo menos medio año más.
- ¿Sois partidarios de un viaje RTW con vuelos y rutas programadas o mejor improvisar sobre la marcha?
Karina: Planificar siempre pero estar abiertos a improvisar cuando haga falta.
- ¿Qué lugar del mundo os fascinó? ¿Os habéis propuesto volver a visitarlo?
Andrés: Muchos, es difícil decidirse por un lugar entre toda la diversidad de sitios que pasamos. Creo que más que paisajes, lo que nos quedaron son vivencias en los que asociamos lugares, monumentos y ciudades con las cosas que nos pasaron y cómo las vivimos. En términos generales el Sudeste asiático fue la parte del trayecto donde nos sentimos más cómodos en todo sentido, desde la gente, los lugares, la cultura, la historia y la tranquilidad, porque hasta ese momento veníamos viajando por regiones en que las condiciones eran desgastantes.

Western Cape en Sudáfrica y bazar en Damasco, Siria- ¿Qué gente maravillosa se cruzó en vuestro camino y ha quedado en el recuerdo para siempre?
Andrés: Esta pregunta está muy relacionada con lo anterior, es difícil disociar los lugares de la gente. Quizá en lo humano, Medio Oriente haya sido el punto más alto tanto en lo positivo como en lo negativo, porque después de haber sufrido bastante las actitudes hacia la mujer occidental en Egipto, eso fue cambiando y nos sentimos muy cómodos y fuimos recibidos con mucha solidaridad en Siria, Líbano y Turquía. No nos olvidamos de dos familias que, al preguntar en pequeños pueblos de Siria y Turquía por algún lugar donde pasar la noche, nos alojaron en sus casas y, a pesar de las limitaciones de las lenguas, pudimos conversar durante horas.
Karina: En Sudáfrica conocimos gente con la que también seguimos en contacto. En particular, en Durban hicimos vida familiar, por decirlo así. A veces nos costaron las despedidas. Recuerdo también haber sentido cierta angustia al cruzar varias fronteras, de alguna manera le estás diciendo por dentro adiós de toda la gente que fuiste conociendo en un país al que te gustaría regresar.
- ¿Qué comida, alimento o fruta os llamó la atención por lo sabrosa que era o por la repugnancia que os producía?
Karina: Nos gustó mucho la comida india de Sudáfrica, pero en la misma India nos cansamos bastante del sabor del curry. La comida del sudeste asiático, con todas sus variedades regionales, también nos gustó muchísimo y sigue siendo nuestra preferida. Nos acostumbramos al picante sin mayor inconveniente, un sabor que en Argentina extrañamos mucho. Medio Oriente también tiene una cocina sabrosa y muy variada.
Tenemos un gusto especial por los mariscos y los frutos de mar y en la región costera de África se los encuentra en abundancia, lo mismo que en el Sudeste asiático. En la parte no costera del sur de África el alimento se nos volvió bastante repetitivo: las opciones son bastante reducidas en muchos de los lugares que visitamos (pollo o cerdo, acompañado con papas fritas, arroz o xima).
Lo más curioso fue comer helado frito en Tailandia. No quisimos optar por muy grandes, porque nos daban impresión, pero insectos pequeños salteados sí comimos: ni ricos ni desagradables.
Lo que más extrañamos son las galletitas, porque salvo en Turquía no encontramos otras que nos resultaran más gustosas que las argentinas.
En el viaje, nos acostumbramos a comer sin pan y a disfrutar mucho del arroz, que es el alimento básico en muchas cocinas de la parte del mundo que visitamos.

Castillo de Al Shoubak, Jordania y comida  exótica en TailandiaNota: Las fotos  son una cortesía de los entrevistados.


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