Entropía poética

Por Espinete2005 @espinete2005

Antes que nada, quiero recalcar la importancia de la entropía.
La entropía se refiere al valor de cada símbolo en función de su carga de significado, es decir, lo importante que es una letra en una palabra, o una palabra en una oración para entender su significado de forma inequívoca con el menor número de elementos posible. En este sentido, las primeras cabezas de turco suelen ser las preposiciones, adverbios, conjunciones, adjetivos, determinantes, etc. palabras que nos ayudan a relacionar las ideas (sustantivos) con las acciones (verbos) dentro de un contexto concreto o complementar a los sustantivos.
Podríamos entender "La casa en la que vive Pablo" y "casa vive Pablo" de una forma similar, aunque no podemos olvidar que el idioma indio es útil pero no siempre es suficiente. Por lo tanto, esta oración tiene mayor entropía que la oración "Mamá no está en casa", ya que si dejásemos la oración en "Mamá está casa", no entenderíamos el sentido completo que añade el adverbio de negación. Es decir, no podemos quitar ninguna palabra sin que cambie el sentido de la oración.
Continuando, y antes de entrar en la creación literaria, me gustaría valorar en este sentido la relación que tiene la entropía en la fortaleza de una contraseña y en el lenguaje.
Normalmente, cuando se genera una contraseña de forma automática, nos encontramos con algo así "Yz98lowj234p". ¿Por qué?
Uno de los factores principales es la longitud de la contraseña. Más de 8 caracteres suelen ser suficientes para evitar (dificultar) ataques por fuerza bruta, en las que el ordenador tiene que probar con todas las variaciones posibles (aaa, aba, aab, abb, bbb, bab...).
Además, es importante que no sean palabras sueltas; como por ejemplo "perro", "gato", "encimera"; ¿por qué? Porque aunque puedan parecer poco previsibles, suelen utilizarse dicionarios para adivinar contraseñas. En lugar de todas las opciones posibles, descargamos un listado de palabras que existen y así conseguimos reducir el número de opciones posibles, y si se acierta, se acierta antes. Para evitar esto es recomendable incluir frases o varias palabras sueltas.
Otra recomendación es utilizar símbolos alfanuméricos: paréntesis, corchetes, tildes, guiones, asteriscos... Estos símbolos que no suelen utilizarse a la hora de realizar una ataque de fuerza bruta, porque aumentan exponencialmente el número de posibles opciones. En nuestro caso, nuestro carácter estrella es la "ñ", que ni siquiera existe en los teclados del resto de países del mundo.
Citadas estas recomendaciones, voy a la idea principal de este texto.
En general, las palabras con mayor entropía suelen ser las más cortas, con una o dos letras. A medida que añadimos letras, aumenta la dificultad de que se forme una palabra con significado en nuestro idioma. Es decir, si cogemos un diccionario de palabras con dos letras, y editamos otro de combinaciones que no se utilizan en nuestro idioma, ganaría en volumen el segundo. Y en el mismo caso, con palabras de cinco, seis caracteres, el segundo tomo sería mucho mayor en relación al segundo "antidiccionario" del primer caso.
En un ejemplo más sencillo, si cogemos una sopa de letras, normalmente deberemos buscar una decena de palabras entre centenas de letras. Si formáramos palabras respetando la sonoridad y las normas ortográficas propias de cada idioma (no unir cuatro consonantes en ningún caso, a diferencia del alemán, por ejemplo) obtendríamos muchas más palabras pronunciables que no existen que las que realmente tenemos que encontrar.
Si hacemos un diccionario de relación de palabras, una oración de una palabra comprendería el total de palabras. Al añadir un segundo término, disminuyen las posibilidades de que mantenga un sentido lógico. Por ejemplo: "un perro" podría dar lugar a "un perro verde", pero no a "un perro perro"; o a "un perro casa" para mantener un significado común.
En géneros literarios como la narrativa, dramática y especialmente el ensayo, se da mayor importancia a la corrección en el lenguaje (ortografía, morfología y sintaxis) para facilitar la comprensión del lector de forma inequívoca. Para ello, es importante una definición previa de los conceptos, que suele ser específica y estar más o menos en común con la definición del resto de autores y/o lectores. Posteriormente, la relación entre los conceptos se hace desde estas definiciones para entender la idea del autor/a.
La poesía es otro mundo.
A diferencia de otros géneros, (definición propia) el protagonista suele ser la voz del que escribe, el vocabulario e idiosincrasia propia del que habla a todos a través de sí mismo. Con sus palabras, a su manera. Esto históricamente, en mi opinión, ha generado una poesía indescifrable y una poesía ambigua. Lo ideal es encontrar un punto de equilibrio.
A nivel práctico, utilizando tecnicismos, extranjerismos y jergas, el lector tendrá que detenerse más en esos términos para adentrarse en el contexto, transportarse. La creación de nuevas palabras o las metáforas pueden ayudar a lo contrario, es decir, que el lector aplique nuevos contextos a palabras que ya conoce para darles un nuevo sentido. Acercar una nueva idea a su lenguaje común.
No parece muy útil escribir un poema con definiciones para cada palabra, a no ser que vengan a explicar el significado de un término en su contexto social e histórico. En general, los tecnicismos y palabras largas dificultan la comprensión oral. Por otra parte, llenar un poema de palabras comunes sin cuidar la relación entre significados puede llevar a una poesía naif, simple, incluso boba. No confundir con infantil.
Entre estos dos puntos, entiendo que los concursos de poesía se ganan con más de lo primero y que yo me divierto mucho más con lo segundo. No me interesa el poeta que escribe bien, en el sentido más clásico, un poema. Me interesa un poeta que se reconoce en su propio idioma, con sus vacíos y flexibilidad, con su baile estético y moral.
Hay temas universales: el amor. Se ha escrito mucho y se escribirá mucho sobre amor. Emular a Bécquer está muy bien, y probablemente nos acerque más a la idea que el lector tiene de la poesía amorosa y, por lo tanto, nos identifique dentro de un cliché o estereotipo de "poeta romántico"; pero eso es entrenamiento, no oficio.
La variedad de opciones obliga al poeta a innovar a nivel lingüístico, es decir, decir de la forma en que uno dice. Juan Ramón Jiménez sorprende por su forma de escribir, por sus recursos literarios y por no respetar las reglas ortográficas: "nostaljia", que escribe él, ambicioso de la fonética real. Pero más allá de la innovación lingüística, apelo a la innovación idiomática. Un poeta está obligado a hacer avanzar a su idioma del mismo modo en que su idioma lo hace avanzar a él.
Innovación idiomática... de eso es de lo que se trata. Decir lo nuevo con las palabras de siempre. Y si "lo bueno y breve, dos veces bueno"; reducir al máximo la entropía. Si se puede decir con una palabra, decirlo con una. Si se puede decir con tres palabras, decirlo con dos y dejar que el lector construya y complete el camino con sus palabras, a partir de la estructura translúcida del poema. http://losupeencuantotevi.blogspot.com