Entonaste una canción y la noche en el último suspiro, en ti se envolvió. Dijiste; yo ya nací muerta y la soledad con un manto se abrazo a mi.
No hay peor despedida que la de no verte sonreír. No hay mayor tristeza, que la de no verte partir.
Mientras que la luna ilumina otra noche, y tus palabras siempre seguirán en mi recordaras las largas noches que te dí suspirarás por los días en los que yo sin hablar te abracé mirándote como si fuera la primera vez que te sentí.