Muchos se preguntan, muchos nos preguntamos, por qué, si el Palacio de la Zarzuela sabía desde antes de 2007 que los Duques de Palma, Iñaki Urdangarín y Cristina de Borbón se estaban, a todas luces, enriqueciendo alarmantemente aprovechándose de su posición privilegiada en la Casa Real, es ahora cuando se ha destapado todo el "cotarro".
Nos queda la sospecha de que esa Casa Real, con "presunto" conocimiento de lo que pasaba ha estado encubriendo al yerno real, hecho que se demuestra cuando manda a Barcelona al Conde de Fontao, ya por el año 2006, para que ponga orden en la trama de empresas que está tejiendo el "yerno perfecto". Es decir, ya por aquel entonces, la Casa Real tenía mucha información de las "irregularidades", que ahora el juez Castro está investigando.
Si no hubiera existido el personaje Pepote Ballester, regatista y campeón olímpico, amigo de Urdangarín, ex director general de Deportes del Gobierno de Jaume Matas, si no hubiera pactado con la Fiscalía Anticorrupción un acuerdo de colaboración con la Justicia, seguramente nada se hubiera sabido de estos hechos delictivos, aunque para guardar lo políticamente correcto, debería haber dicho "presuntamente delictivos".Si no hubiera existido el relato pormenorizado que hizo el regatista Ballester sobre las supuestas irregularidades en los contratos de Nóos, por 2,3 millones, con fechas, reuniones, quién decidía, cómo se hizo y lo que no se realizó, quizás seguiríamos en la inopia.
Como dice Cayo Lara, el Duque de Palma se ha convertido en el mejor activo de la causa republicana, porque quieran o no los monárquicos, el caso Urdangarín supone un antes y un después en la percepción de la ciudadanía en relación con la Familia Real.
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