El viernes pasado andábamos medio enrumbados luego de la función de teatro de una amiga, así que unos amigos nos llevaron a un sitio que frecuentan mucho y al cual seguramente me volveré adicta. Luisfer y yo no sabíamos adonde íbamos, conocíamos la zona de pasada y no nos imaginábamos que encontraríamos este sitio. Al bajar del carro seguimos a nuestros amigos a un edificio pequeño de dónde salía pura salsa, subimos unas escaleras y entramos a algo parecido a un salón de fiesta convertido en bar. El sitio se llama “El bar”, simple, ¿no? Es atendido por su dueño y la entrada va de $10 a $30 dependiendo de lo que haya en la noche. Hay pocas mesas, una barra de esas de madera típica de bar y una tarima donde además de presentar grupos musicales también se da lugar pequeñas obras de teatro, monólogos, entre otros. De hecho, el logo del bar son unas copas que a su vez son máscaras de teatro. La onda del sitio es totalmente latina, ¡puuuuro sabor! Esa noche que fuimos, como que leyeron mi mente y estaban haciendo un tributo al gran Rubén Blades, mi ídolo, así que los pies no descansaron ni un momento. De todos los sitios que he visitado en Miami, este ha sido uno de mis favoritos, ya saben cuánto me gusta la salsa y el ambiente tan sabroso, informal y apasionado que se forma cuando este género musical está retumbando en las cornetas, así que mis viernes en la noche tienen sitio.