Últimamente en televisión he visto algunas películas de dramones y tragedias íntimas. No me hacen falta para nada. El día a día está repleto de este tipo de historias en las que a veces, uno es parte integrante de la trama. Solo hay que pisar la calle, subirse al metro o entrar en un supermercado y fijarse un poco. El trabajo es otro jardín fértil a los malos rollos. Cuando voy al cine, recordando a Subiela, quiero que me hagan volar: historias épicas, de aventuras, ciencia ficción. Grandes escenas. Sueños de otras vidas. El cine, la literatura y la poesía de denuncia nunca han servido para nada y su denominador común es la mediocridad. Hay alguna excepción, como el Munich de Spielberg, pero es que esta historia ya es buena por sí misma. En fin. The Revenant huele a gran cine. He aquí el avance de la película.
Épica y aventura o dramones