"Estudios de un gorrión muerto", Vincent Van Gogh
(Leer antes este relato: "Los gorriones y el ardor")
El último canario yacía con el pico abierto en el fondo de la jaula más grande. Su plumaje lucía tonos amarillos y verdes y su trino había sido cantarín como el de un riachuelo. La pajarería de Lara estaba ahora silenciosa. En la `puerta el cartel de cerrado se balanceaba con el viento.
La misma epidemia que había llenado las aceras de gorriones y palomas muertos se había ensañado con su tienda. A Lara ya no le quedaba líquido en los ojos. La caja registradora hacía días que sólo contenía aire.
Lara entró en su casa, tan silenciosa y vacía como la tienda. Unos gorriones yacían por el suelo, y Lara podía sentir otros cadáveres con plumas que se descomponían en sus entrañas lentamente...