Epílogo

Por Seles
Ésta vez, a la noche se le antojó ser cerrada y oscura. No había ni un alma por las calles de aquel barrio tan lúgubre y decadente. Nadie en su sano juicio intentaría pasar por “El barrio de los mataos”.En dicho lugar vivían las personas más crueles y desalmadas de la ciudad. Había de todo: alcohólicos, ladrones, drogadictos, asesinos, proxenetas, prostitutas… era el mejor sitio para buscar problemas o para los que estén en busca de la desgracia. Ni siquiera la policía tenía el valor de acercarse. Era mejor no meterse con ninguno.Pero había una persona que podía pasearse por aquel lugar sin ser ninguna de esas cosas. La gente le conocía como “El limpio”, y estaba protegido por un joven que ya tenía fama de ser de la peor calaña, y era amigo de las personas más horribles y macabras del lugar. Ese joven era Jared.Y “El limpio” no era otro que Fer.Fer tenía las manos en los bolsillos. Había quedado con su primo en dicho lugar, ya que era donde normalmente quedaban.Sacó un paquete de cigarrillos, y cogió uno. Se quedó mirando un rato su pequeño vicio. Sus ojos, de un tono azul, se tornaron algo grises. Comenzó a pensar en que no se parecía en nada a su familia paterna, de la cual gracias a ella tenía parentesco con Jared y K, y luego decidió quitarse esa idea absurda de la cabeza, encenderse el cigarro, y seguir esperando a su primo.No tardó demasiado. Apareció detrás suya, como acostumbraba a hacer últimamente.Posó una mano sobre el hombro de Fer, riéndose como un lunático.-Veo que no dejas de fumar, ¿eh? ¿Cuándo vas a confesarle a tus padres todos tus secretos, querido primo?La alegría que caracterizaba al joven de ojos azules se apagó de pronto. No era normal en él tanta seriedad si estaba delante de su primo pequeño, pero en ese barrio no podía evitar mostrarse tal y como se sentía: Desdichado.-¿Qué quieres decir con eso, Jared? Mis padres no necesitan saberlo todo sobre mí, por lo menos ahora no.-Oh, pero fíjate en ti y en mí, Fer. Mi familia me odia, pero al menos les fui sincero. Tú a tus padres no les dices ni que fumas, ni que te gustan más los rabos que a un tonto un lápiz. –En cuanto acabó la frase, estalló en carcajadas.Sin embargo, a su primo no le hacía ni pizca de gracia aquel comentario. Era cierto que le gustaban los hombres, y que actualmente estaba saliendo con uno, pero no era necesario decirlo a los cuatro vientos. Su sexualidad sólo le importaba a él y a su pareja, y su vicio sólo le incumbía a él y a sus pulmones.-Déjate de jueguecitos, ¿para qué me has citado aquí?El semblante de Jared cambió repentinamente. Se puso serio, y sus ojos se volvieron oscuros y apagados. A cualquiera le hubiera inquietado verlo así: mirada algo perdida, pelo revuelto y algo sucio, ropas ajadas… llevaba unas pintas lamentables.-Te he llamado para saber qué coño vas a hacer con mi adorado hermanito.Fer cerró los ojos. Esperaba ese interrogatorio, y ya tenía pensada la respuesta que le iba a dar.-Me lo llevaré de aquí. Voy a alejarlo de todos, en especial de la chica con la que se ha encaprichado. Lleva detrás de ella desde que era un enano, pero creo que los jueguecitos de niños deben de terminarse de una vez por todas.Ambos compartieron una sonrisa cómplice. Jared quería que su hermano fuera infeliz, que se convirtiera en alguien como él, para hacerle pagar a su padre la poca atención que le habían prestado, y de paso vengarse del culpable de aquel abandono. K.Le odiaba con toda su alma. Sentía que era alguien perfecto, o al menos mejor que él. Tenía amigos, gente que le quería, y una vida más o menos normal.Y eso era algo que se había propuesto romper a golpes.Fer, sin embargo, tenía cierto cariño a K, pero también pensaba que algo de culpa tenía por la situación de Jared. Prefería a éste último, con el que había compartido infancia, y al cual le ayudaba en todo lo que necesitara.Y si lo que necesitaba era ver a K lejos de sus seres queridos, así sería.-Tranquilo Jared, pronto K se olvidará de Victoria, y tendrá otra vida. Lo que no quiero es que sea como tú, sino que tú cambies. –Se acercó a su primo, con la mirada suplicante –Por favor, tienes que huir de éste mundo tan hostil. Tú en el fondo no eres tan malo como éste lugar te hace ser. En el fondo eres una grandísima persona, y antes eras mejor, lo sabes.-¡Claro que lo sé! –Gritó, exaltado- Eso lo sé mejor que tú y que el estúpido de mi padre, que se empeña en decir que no sirvo para nada. ¡Ni una triste limosna me da cuando nos vemos por la calle! ¿¡Qué clase de padre tengo, Dios mío!?Estaba empezando a enloquecer, y eso era algo que Fer intuía pero no quería admitir. Parpadeó varias veces, y luego apoyó la mano en el hombro de su familiar, intentando consolarlo con ese gesto.-No te pongas así. Ya verás como todo al final acaba bien. Tú tendrás un buen trabajo, huirás de éste lugar, y K te aceptará, como mi tío.Pero Jared negó con la cabeza, con lágrimas en los ojos. Tal y como estaba en ese momento, a su primo le recordó la época en la que él era un niño de trece años, asustado por el mundo que le daba la vida. Por esa edad su padre empezó a prestarle más atención a K, ya que era una joven promesa, y a todos los profesores les alegraba mucho ver que avanzaba en la escuela, a diferencia de él.-No primo, las cosas no son tan fáciles… -Clavó sus ojos en los de Fer, y éste se estremeció por dentro. –Quiero ver a mi hermano pasar lo mismo que yo. Quiero verle metido en la misma mierda en la que estoy yo. ¡¡Quiero que sepa lo que es ser la oveja negra de la familia!! ¡¡Que sepa que la felicidad no existirá nunca mientras yo viva!!Sin poder evitarlo, Jared cayó de rodillas al suelo, y su cuerpo se convulsionó hasta acabar en un sollozo. Enterró el rostro entre sus manos, mientras que su acompañante se arrodillaba, abrazándolo por la espalda con un brazo, mientras que con la mano que tenía libre cogía a su primo de la barbilla, haciendo que las manos de éste se alejaran de su cara y mirara a su primo con los ojos hinchados.-Tranquilo Jared. Mientras él esté viviendo conmigo, no tendrá contacto con los demás. Se olvidará de la gente, y no será feliz con sus seres queridos. Llevo ya unos años convenciéndole de que lo mejor era separarse de los demás para estudiar mejor, y ya viste que lo conseguí, ¿no? –Jared asintió lentamente-. Entonces no tienes nada de qué preocuparte. Me tiene aprecio, confía en mí, así que tranquilo, no será feliz.-Gracias, eres un gran amigo.Fer sonrió levemente, e intentó abrazar a su primo con ambos brazos, pero éste se alejó.-¡Eh! Mariconadas, ninguna –Dijo riéndose.Ambos acabaron riéndose. Se levantaron, y miraron al cielo, no sin cierta melancolía grabada en sus ojos.Fer dejó la mente en blanco, cansado, mientras que Jared sólo pensaba en lo mismo: convertir la vida de en sueño de su hermano pequeño en la más horrible de las pesadillas.
... ¿Fin?