Alrededores de Sevilla.
17:55
41 grados.
Llegó el final de la liga del Covid. De la liga del VAR. La de los empujoncitos y las manitas. De las penas máximas nacidas de las infracciones mínimas y de las máximas penas llagadas de las alegrías de los dineros asiáticos. Al fin llegó el final de una liga atípica, sospechosa y vilipendiada por los mismos que la dirigen. Una liga de escaso valor por la importancia que ha cobrado el arbitraje, pero jugada por todos y por todos aceptada, con sus reglas para unos y con sus otras reglas, distintas, para otros. Pero insisto, por todos jugada, por todos aceptada y por algunos competida.
Que en una parte de Sevilla, aunque andamos contentos, algunos a nuestra manera, y que, pese a que esperamos mayores emociones para más adelante, siempre nos asomamos con curiosidad y no miramos a otro lado para seguir viendo las salvajadas que se cometen contra este deporte. No conocemos por qué no se pita la zamorana de Jovic, pero que lo decimos y lo denunciamos. Tampoco sabemos como en un partido se anulan cuatro goles o como en Cornellá los golazos no valen. Pero alguien debe insistir en el despropósito que cometen esos que llevan silbato y que se están haciendo acreedores, con todo merecimiento, de un jugoso contrato para intentar esquivar esos sillazos de mentira que alguna mole humana lanza en las apoteosis del Pressing Catch.
Ha sido una liga fea donde equipos feos que jugaban feo se han impuesto a equipos menos feos que pretendían jugar bonito pero que no han jugado a nada o perdieron la belleza con el paso del tiempo, como nos ocurre a todos, aunque pasemos por el quirófano.
Que feo todo en el 2020. Pero esta fealdad superficial, y aquí debo entonar un mea culpa porque no me dieron las entendederas para verlo a tiempo, ha escondido a equipos que han llevado la competitividad al extremo. Lo que fui capaz de elogiar en el Atlético de Madrid, no pude, y todavía me cuesta, que sé de muchos que pueden dar fe de ello, aceptarlo en el Sevilla Fútbol Club.
El Sevilla ha hecho suya la primera parte de su himno clásico, la que habla de la casta y el coraje reflejada en nuestras gradas y ha dejado metida en el cajón la del arte y filigrana. Será que con arte se gana menos y que la filigrana dificulta la súper profesionalización del club.
Pero el objetivo sevillista se ha conseguido. De manera holgada tanto en puntos como en jornadas. Con diversas marcas defensivas de altura. Alcanzando puntuaciones que solo se consiguieron con entrenadores que, de un modo u otro, son históricos en el club, con rachas de imbatibilidad increíbles y con varios jugadores que han dejado boquiabiertos a propios y extraños. Koundé, Diego Carlos, Fernando, Navas y Ocampos lideran un grupo que ha sorprendido a muchos. A Monchi seguro que menos.
Todo eso más Banega. Empeñado en irse bien, aunque se vaya regular. En prestar ese último servicio que va a suponer el rato, esperemos prolongado, de competición que le queda al Sevilla en la Europa League. Esa sensación de partido a partido que Banega va a sentir porque sabe que el último partido del Sevilla en la Europa League será el último de Banega en el Sevilla. Ese final épico que esperamos todos, pero que será tan difícil de disfrutar.
Este Sevilla tan trabajado, tan profesional, tan lejano al azar, tan físico y poderoso ha terminado en un magnífico momento de forma. A comienzos de agosto comienza su epílogo en el estío. Y hay dos líderes naturales, director técnico y entrenador, que han convencido a una tropa de que son muy buenos. Un equipazo que ha hecho un temporadón, en liga, claro. El reto, mantener el estado de gracia.
Hay quien lo discute. Y mucho. Yo digo que es algo que yo creo, absoluta percepción subjetiva, pero que, sobre todo, creo que los que mejor lo ven son los propios protagonistas del cotarro. Desde el inicio de la temporada pensé que el triángulo defensivo de Fernando con Diego Carlos y rematado por Koundé es top europeo. Eso es una base. Una columna vertebral. Súmenle las alas de Navas y Ocampos. Pero pensé que con Lopetegui no se lograría el objetivo y que había más equipo que entrenador. Me han tapado la boca, por enterao. Les dejo el enlace de mi crítica, por si quieren reírse de mi un rato.
Aún así, insistimos en el gran debe que existe en el sistema de Lopetegui, donde se sacrifica al delantero. Lo pierde en una nube de trabajo estajanovista cuyo resultado no sabemos ver. Que no haya brillado ni uno de los delanteros que ha tenido este Sevilla en plantilla a lo largo de la temporada no es cosa, solo, de la poca capacidad del jugador. El sistema del entrenador vasco es así y, como le pasa a la mayoría, así parece que se va a quedar.
Dos ejemplos: Munas Dabbur pasó de los 37 goles y 11 asistencias que dio en el Red Bull Salzburgo en la temporada 18/19 a los 3 goles y dos asistencias en el Sevilla 19/20. De Jong ha pasado de los 32 goles con el PSV a los 7 de esta campaña en la capital hispalense, habiendo jugado tan solo un partido menos en Sevilla que en Eindhoven.
Concluimos, pues, que hay bases para un proyecto sólido, que tiene unas carencias claras, pero también una importante fuerza grupal y auto confianza y que todavía no ha dicho su última palabra en la presente temporada, que puede finalizar de forma sobresaliente. Y que a veces es mejor mantener el pensamiento en la seguridad de lo privado, por mucho argumentario que se exponga.
Epílogo:
Alrededores de Sevilla.
21:06
38 grados.
Como todas las noches desde hace años, mis hijos se acercan a mi para que los acompañe a su cuarto. Hoy, a los pies de sus camas, me cuesta un poco más arrancar esa canción que, no sé bien por qué, a mí me sonaba a nana y que ellos no se cansan de escuchar, exigiéndomela, como buenos sevillistas, cada atardecer...
Hay una peña en Sevilla, que no deja de animar. Hay una peña en Sevilla, que no deja de animar; Es la peña Biri-Biri, que alegra el Sánchez Pizjuán. Es la peña Biri-Biri, que alegra el Sánchez Pizjuán. Con el biri biri biri, con el biri biri va. Con el biri biri biri, con el biri biri va. Las palmas y los tambores, ya no dejan de sonar Las palmas y los tambores, ya no dejan de sonar. Es la peña Biri-Biri, que alegra el Sánchez Pizjuán.En memoria de Alhaji Momodo Njle, Biri-Biri.