Obviamente según el cocinero o cocinera las variantes pueden ser innumerables pero siempre con el denominador común de los vegetales, nada de carne, que para eso estamos en época de pasión y la vigilia por estas tierras es bastante sagrada.
Se llama fanesca tras una mutación del nombre original que era juanesca, en honor a una señora quiteña, probablemente indígena, que elaboraba el plato hace muchos años, pero ésta como otras versiones no dejan de ser leyendas mas o menos ciertas pues nadie a investigado en el tema en profundidad.
Doña Antonia nos la prepara siempre en Viernes Santo para reponer fuerzas después del Vía Crucis que ya hablaré de él en otro post, algo digno de ver en nuestra zona.Frejol chileno, frejol panamito, frejol mantequilla, frejol habichuela, frejol negro, frejol rojo, quinua, zapallo, puramas, pera, zambo, melloco, palmito, papa, cebolla, pimiento, ajo, maní, bacalao… un compendio de ingredientes que hacen una comida pesada pero exquisita que además se suele acompañar en algunos casos con mi adorado “patacón”, huevo duro, queso o empanada de verde.
Después de comer semejante manjar hay que tener preparada una buena hamaca para reposar la digestión de tan cargada fuente de vitaminas al menos un par de horas, ahora, una vez reposado te levantas con la energía de un toro bravo dispuesto a realizar cualquier tipo de actividad, aunque la única actividad que se puede hacer en el pueblo es seguir la procesión de la noche caminando.
Por ley la “Fanesca” debería ser obligatoria comerla al menos un día a la semana según mi parecer, esa fuente de alimentación y de salud tendría que estar en la dieta normal de cualquier persona que pretenda cuidarse, sobre todo de los niños.
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