María Victoria Atencia.
El umbral.
Pre-Textos. Valencia, 2011.
El último libro de María Victoria Atencia es un escalón más en el continuo proceso de depuración formal y espiritual de su poesía. Una poesía reflexiva y sensorial que comparte con el pájaro y el árbol su doble vocación de luz y altura, encauza sus imágenes en el ritmo sereno de sus versos y en una honda conciencia de la temporalidad y la belleza del mundo. En El umbral, como en toda su obra, la elegancia, la armonía y la serenidad de su palabra son un ejercicio constante de hondura meditativa, de delicadeza en la contemplación estética y de búsqueda de trascendencia y de fusión con una realidad más alta a través de la mirada sutil a la naturaleza o de la experiencia amorosa: Descansaba yo en paz, alta la tarde, / y estaba el cielo en paz y tú venías.
Poemas africanos.
Versos de Cordelia. Madrid, 2011.
El cielo era un lamento de cuchillos: / así el desierto. Veinte años de poemas se reúnen en estos textos que Javier Reverte escribió en sus viajes por África. Las costas del Sáhara, Zanzíbar, Fez, Tindouff, Ifni, Río Muni o Essauira son los lugares en los que surgieron estos Poemas africanos que completan la imagen del espléndido narrador de viajes que es su autor. Está en ellos el continente del alto Atlas y las interminables costas atlánticas, los desiertos y la vegetación, la cara y la cruz de África: océanos de hambre, / secas tierras sin alma (...) el jugo de la selva empapando la carne / y un canto milenario de tambores /que celebran la vida.
Krak.
Calambur. Madrid, 2011.
En Las Palmas, en febrero de 2009, fechó José María Millares Sal su último libro, Krak, que dejó preparado unos meses antes de morir. Como Liverpool, como Esa luz que nos quema, como los Cuadernos, este es un libro asombroso, pero aún más radical. Krak es el nombre del intruso que irrumpe como un torbellino en la vida del poeta en 2008 para desordenar el mundo y someterlo a la lógica del caos. Sonriente y diabólico, brutal y corrosivo, Krak -un espíritu sin espíritu- recorre perturbadoramente estos poemas visionarios con una libertad y una potencia que va más aún más allá del resto de los libros de Millares Sal.
Juan Miguel González.
Visión de la piedad.
Prólogo de Ignacio Gómez de Liaño
Libros del Aire. Madrid, 2011.
Libros del Aire
publica una nueva entrega de la colección Jardín Cerrado. Visión de la piedad, del malagueño Juan Miguel González, es un libro de fondo dionisiaco que Gómez de Liaño inscribe en su prólogo en una teología poética heredera de Jorge Santayana. Sus tres partes (Visión de la piedad, Espacio de la celebración y En la clara palabra) completan un recorrido existencial y celebratorio en el que conviven los otoños y el mes de marzo, la fugacidad y los paisajes animados, la melancolía y la plenitud, las preguntas en la noche y los jardines, el amor y la muerte, el consuelo de la palabra, la contención del verso, la mirada clara hacia lo oscuro: cuervo del corazón, sangre en la nieve.Ilse Aichinger.
Consejo gratuito.
Traducción e introducción
de Rosa Marta Gómez Pato.
Linteo. Orense, 2011.
Con un frontispicio de Antonio Gamoneda y edición de Rosa Marta Gómez Pato, Linteo publica Consejo gratuito, de la poeta austríaca Ilse Aichinger (Viena, 1921). Apareció en 1978, cuando su autora tenía 57 años, y es su único libro de poemas. En él proyecta Ilse Aichinger su mirada crítica contra el silencio y la falta de memoria histórica sobre el pasado del nazismo, sobre su secuela de cicatrices y humillaciones. La calidad y la intensidad de sus poemas son una contestación a los automatismos del lenguaje convencional, presentan la realidad conocida desde la perspectiva inédita de la extrañeza. Esa exploración nueva de la realidad que plantean sus textos tiene como base otra exploración de carácter estilístico que da lugar a la subversión verbal de los poemas. De la suma de esa heterodoxia en la reflexión poética y del radical inconformismo de sus enfoques estilísticos, surge este Consejo gratuito, que está considerado como uno de los libros fundamentales de la poesía en alemán de los últimos cincuenta años.
Robert Browning.
La apología del obispo Blougram.
Introducción y traducción de Carlos Pujol.
Pre-Textos. Valencia, 2011
Nos interesa el límite peligroso de las cosas./ El ladrón honesto, el asesino sensible,/ el ateo supersticioso. Con esos versos de la Apología del obispo Blougram, de Robert Browning, abría Orhan Pamuk su novela Nieve. Son tres de los mil versos del soliloquio del obispo católico, que constituyen “uno de los poemas más asombrosos de toda la literatura universal”, como señala Carlos Pujol en el prólogo que ha preparado para su traducción de esta edición bilingüe que publica Pre-Textos. Un texto en el que se concentran monólogo y debate, ironía y controversia a lo largo de un soliloquio ambiguo y desconcertante que sigue planteando preguntas y desconcertando al lector con incertidumbres y paradojas como las de los versos que evocaba Pamuk. Esa ha sido en el fondo una de las misiones de la literatura.
Luis García Montero.
Ropa de calle.
Antología poética (1980-2008).
Edición de José Luis Morante.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2011.
Entre lo íntimo y lo público, entre la poesía urbana y la poesía como conocimiento, rascacielos y aviones, aeropuertos y playas, teléfonos y taxis, cervezas y divorcios son algunos de los escenarios y los decorados materiales y sentimentales en los que transcurre la obra poética de García Montero. Desde los libros de los años ochenta hasta Vista cansada, que coincidía en su publicación con los cincuenta años del poeta, Ropa de calle recoge tres décadas de poesía de Luis García Montero. El volumen, que acaba de aparecer en Cátedra Letras Hispánicas, va presentado por una introducción de José Luis Morante, que se ha ocupado también de la amplia selección de textos. La poesía como necesidad de estarle hablando / a una silla vacía.
Carlos Edmundo de Ory.
Los aerolitos.
Prólogo de Félix Grande.
Calambur 20 años. Madrid, 2011.
En la espléndida colección conmemorativa de sus veinte años, Calambur publica Los aerolitos, de Carlos Edmundo de Ory, una amplia antología de sus textos más característicos. Seleccionados por su autor y prologados por Félix Grande, son chispazos verbales, relámpagos escritos desde el asombro y la inocencia de una mirada inaugural (soy un sabelonada) o desde el desengaño que no se permite el patetismo. Beligerantes o celebratorios, en los aerolitos conviven la risa y el llanto (Mis muletas: el espanto y el humor), el fulgor y la noche, el juego y el fuego, lo admirable y lo preocupante, como señala Félix Grande en su prólogo Aerolitos delfines.
Mi oficio es encender llamas, escribe en uno de ellos Ory. Entre la revelación verbal y el aullido del lobo en la noche, entre el calambur y la metáfora, los aerolitos son fuegos de palabras de quien, mano a mano con la nada, es
testigo de la dolorosa felicidad del hombre, de quien hizo del desierto su patria, hablaba de usted a los árboles y pobló con la duda su única certeza.Porque Ory se veía a sí mismo como un limpiabotas del verbo y veía el mundo como una fábrica de lágrimas, pero sabía también que un poema es la autobiografía del sueño y que la poesía es un vómito de piedras preciosas.
Santos Domínguez