Equipos históricos: Argentina campeón del Mundo 1986, la angustia que precedió a la gloria

Publicado el 27 julio 2012 por Marianofusco

El seleccionado argentino campeón del mundo en México 1986 fue tal vez el último gran equipo nacional indiscutido por estas tierras. Es que el conjunto conducido por Carlos Salvador Bilardo, luego de una angustiosa clasificación y una preocupante gira previa, dio una verdadera cátedra de fútbol en la Copa del Mundo de la mano de un Diego Maradona inigualable y en plenitud.

Las dos mentes que pergienaron el título en 1986

El final de la historia era imposible si quiera de imaginar, luego de la decepción que significó el Mundial en Españan en 1982 bajo la conducción de César Luís Menotti, Julio Grondona, presidente de AFA, decidió dar un golpe de timón absoluto y convocar para el seleccionado al ex Estudiantes de La Plata, con un estilo en la antípoda del “César”.

Su primera decisión fue el más significativo antecedente del “Mascherano + 10”, impuesto por Maradona durante la Eliminatoria para Sudáfrica 2010, esta fue, curiosamente, que el 10 del Nápoli era el capitán y único titular de su equipo. Las críticas le llovieron desde todos los rincones, al punto que el mismo Bilardo, muchos años después, denunció una intención del Gobierno de Raúl Alfonsín por removerlo de su puesto.

La historia mundialista comenzó el 26 de mayo de 1985 en Venezuela con un 3 a 2 a favor de la celeste y blanca; y tuvo una primera mitad de puntaje perfecto. Pero el 23 de junio, en Lima, la historia comenzó a complicarse, producto de la derrota 0-1 contra Perú.

Quedaba un solo encuentro, frente al mismo rival en la cancha de rival, el mismo que en las eliminatorias para el Mundial de México, pero 1970, había dejado afuera a la Argentina en la cancha de Boca.

Los peruanos se fueron al descanso ganando 2 a 1, dejando al equipo de Bilardo sin Mundial. La búsqueda del empate, que significaba la clasificación, ya era desesperada en un campo de juego embarrado que complicaba de sobremanera las intenciones de jugar por abajo.

Sobre la hora, y con el último aliento, Daniel Passarella tomó la lanza y pasó al ataque, sacó y rasante remate que dio en el palo derecho del arquero peruano y recorrió toda la línea de gol en cámara lenta. El árbitro no señaló la mitad de la cancha hasta que Ricardo Gareca la empujó. Por fin la empujó al fondo del arco y por fin Argentina estaba en la Copa del Mundo.

Esa tarde terminó en alivio, pero las críticas y la desconfianza hacia el equipo no cesaban porque el equipo, no solamente jugaba mal, sino que además no conseguía resultados en la gira previa, el 0-1 ante Noruega, por ejemplo.

Aquella gira se cerró en Israel con victoria para la celeste y blanca por 7 a 2. Luego, la concentración en el predio del América por más de un mes, para aclimatar al equipo a la altura y ponerlo a la altura de las circunstancias.

Al equipo en Ezeiza no lo despidió absolutamente nadie, esas eran las expectativas que despertaba esa Selección, muy mal tratada por la crítica especializada. La hora de la verdad llegó el 2 de junio en la capital mexicana frente a Corea del Sur. Fue victoria 3 a 1 con una convincente actuación, a pesar de lo frágil del rival.

El 5 de junio, en Puebla, Italia fue la prueba de fuego para el equipo de Bilardo. La historia comenzó torcida, ya que a los siete minutos del primer tiempo, Alessandro Altobelli, de penal, puso el 1 a 0. Pero a los 34, Maradona comenzó a vestirse de goleador y con un gesto técnico descomunal, selló el empate definitivo.

El 10 de junio, frente a Bulgaria, el triunfo por 2 a 0 selló el pase a los octavos de final, donde muchos dicen que comienza el verdadero Mundial.

Por haber ganado el Grupo A del certamen, Argentina debió enfrentar a Uruguay, uno de los mejores terceros de la primera fase, proveniente del Grupo E. Aquel cerrado 1 a 0 con gol de Pedro Pablo Pasculli puso al equipo entre los mejores ocho del mundo, algo inesperado a juzgar por la previa del torneo.

Pero lo mejor estaba por venir, no sólo en lo que respecta al equipo como tal, sino a la explosión definitiva de Maradona como astro del Planeta Fútbol.

El 22 de junio quedó en la historia, pero no necesariamente por el 2 a 1 contra los ingleses, en un partido repleto de morbo por el rival y el conflicto bélico por las Islas Malvinas, sino por famosa Mano de Dios para abrir el marcador y el famoso “segundo gol a los ingleses”, una obra maestra imposible de dejar de ver.

Consagración personal en el bolsillo para el entonces ídolo del Nápoli, pero con un objetivo aún no cumplido, pero muy cercano: ser campeones del Mundo por segunda vez en la historia.

El arranque del mejor gol de la historia de los mundiales

El próximo obstáculo fue Bélgica el 25 de junio en el Estadio Azteca, donde otras dos joyas del “10” dejaron sin reacción a los belgas y, a un equipo ya consolidado y con muy buen funcionamiento, de lleno en el partido decisivo, con sede en el mismo escenario el 29 de junio contra la República Federal de Alemania.

3 a 2, gloria, gritos de “Argentina campeón” por doquier, angustia por la levantada germana cuando el partido estaba 2 a 0, el hombro lastimado de José Luís Brown y la pincelada final de Maradona para que Burruchaga termine el duelo.

La recepción al equipo, un par de días después de la aventura victoriosa por tierras mexicanas tuvo como escenario a una Plaza de Mayo repleta con los jugadores, cuerpo técnico y Presidente de la Nación saludando desde el balcón. Pensar que a Ezeiza no fue nadie.