Bebeto fue un gran delantero y un ganador indiscutido, hoy, incluso, goza de relativo buen momento en la política de Brasil. Sin embargo, el 15 de mayo de 1994 decidió no ponerse el traje de héroe para darle el primer título de su historia al Deportivo La Coruña en el partido por La Liga ante el Valencia. El traje, pero de fallido héroe, se lo puso el serbio Miroslav Djukic, quien sí se hizo cargo del penal, que fue atajado por el arquero valenciano.
El “Súper Depor” regresó a la máxima categoría tras la temporada 91/92 y, tras verse obligado a convertirse en una sociedad anónima deportiva, el club decidió contratar al delantero brasileño y a su compatriota, el mediocampista central Mauro Silva.
Bebeto y Mauro Silva conformaron una dupla histórica
Con 22 partidos ganados, 11 empatados y cuatro derrotas, el equipo azul y blanco llegó a la fecha 38 con serias chances de ser campeón por primera vez en su historia, en una lucha mano a mano con el Barcelona de Johan Cryuff, que contaba con Ronald Koeman en la defensa, Pep Guardiola en la mitad de cancha y Hristo Stoickov en la delantera.
Aquel 15 de mayo, el calendario indicaba que debía recibir al Valencia en el Riazor y, que con ganar, sería campeón sin importar lo que ocurriera con los catalanes en su duelo con el Sevilla (partido que terminó 5 a 2 para los blaugranas).
Bebeto había fallado los últimos penales que le había tocado patear, pero no era un momento para dudar, había que tomar la pelota, patear y dar la vuelta olímpica.
Ocurrió todo lo contrario, Bebeto decidió esconderse y dejar a Djukic que se haga cargo. El Valencia jamás sacó del medio porque lo detuvo el arquero. El desbordante Riazor se quedó en silencio observando cómo la gloria se le escabullía de las manos. Mientras tanto, en el Camp Nou, el Barcelona gritaba campeón, a pesar de haber perseguido a La Coruña desde la fecha 14.
Poco importó entonces que esa misma temporada el equipo haya debutado en una competición europea, en la Copa UEFA, donde llegó a octavos de final y cayó a manos del Eintracht Frankfurt, de Alemania.
Donato, Fran, Manjarín, López Rekarte, Nando y Ribera se quedaron con las ganas, Bebeto se quedó en el club, hasta el 96. Diez años después, en el centario del club, Bebeto regresó al Riazor. Fue despedido en andas al grito: “Bebeto eres Dios”. Pero, de todos los que lo ovacionaron quién habrá olvidado aquel día en el que la gloria máxima estuvo a tan solo doce pasos.