Aunque por haber tenido la desgracia de coincidir contemporáneamente con el inigualable Real Madrid de Alfredo Di Stéfano no pudo extender su dominio al plano internacional, el Stade Reims de los años 50 fue uno de esos equipos que lograron dejar una huella futbolistica muy profunda en la historia grande de este deporte.
Si bien conquistó cinco ligas domésticas, una copa de Francia, una Copa Latina y llegó dos veces a la final de la Copa de Europa, aquel combinado logró trascender la barrera de lo material, ensayando un fútbol exquisito, elegante y preciosista y privilegiando siempre un objetivo, el de enamorar.
Quien gestó dicho inolvidable conjunto fue el legendario Albert Batteux, que tras triunfar en el club como jugador asumió el cargo de entrenador en 1950 y a cada uno de los extraordinarios futbolistas con los que contaba les inculcó rápidamente la filosofía del toque corto y al ras, el regate, la pared y el desmarque.
Al ser tan bien adoptados, dichos recursos técnicos derivaron en un estilo de juego que al desarrollarse con tanta belleza y pulcritud pasó a denominarse “Football Champagne”, un termino al que se echó mano por ser Reims una ciudad en la que la producción de la clásica bebida francesa fue y sigue siendo muy prolífica.
Batteux seducía a todos con sus ideas. Era un romántico. Un defensor a ultranza del fútbol ofensivo y bien jugado, al que el mismo se encargaba de difundir dando charlas y conferencias y escribiendo regularmente para las prestigiosas revistas Miroir Du Football y France Football, en las que además denunciaba la falta táctica, el tiro libre y el penal aludiendo que favorecían al infractor y se mostraba totalmente en contra de todo tipo acto de violencia dentro de un campo de juego.
El respeto por el balón que Batteux les inculcó a sus jugadores fue tal, que el Stade Reims fue el primer equipo que al momento de ejecutar un tiro de esquina puso en práctica el saque en corto, el que hoy en día usa tan a menudo el Barcelona de Pep Guardiola. Se lo conoció como el “corner a la remoise” (a la manera del Reims).
Conceptos como el mencionado hicieron del Reims un equipo maravilloso, que amparado en la extraordinaria figura de Raymond Kopa obtuvo sus primeros resultados al conquistar con muchísima autoridad la Liga de su país, en las temporadas 1952/53 y 1954/55, y la Copa Latina –torneo que precedió a la Copa de Europa y que disputaban equipos españoles, italianos, franceses y portugueses- también en 1953, venciendo en la final al Milan (3-0).
Kopa, aquel futbolista pequeño y con características físicas aparentemente inadecuadas para la práctica profesional del fútbol, era el autentico líder de ese conjunto. En el vestuario y en la cancha. Lo llamaban “El Emperador” y era un jugador tremendamente habilidoso. Veloz de piernas y de mente. Dotado de una visión de juego fabulosa y especialista en los pases, las asistencias y los desbordes, muy especialmente.
Lo único que tenia en contra era su individualismo y su constante apego al regate, lo que si bien le valía criticas externas no molestaba en nada a Batteux, quien según cuenta la historia un día lo sentó y cara a cara le dijo: “El día que no dribles más te echo del equipo”.
Kopa era el mejor, pero no el único, ya que en una primera instancia el once tambien contaba con futbolistas de la talla de Robert Jonquet, Michel Leblond, Leon Glovacki, Rene Bliard y Jean Tempin.
Fue con dicha base con la que el Stade Reims afrontó la primera Copa de Europa de la historia, en 1956, certamen en el que trazó un camino inmejorable y llegó invicto a la final, en la que se enfrentó al Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, con el que un año antes había caído en la final de la Copa Latina, en un estadio Parque de los Príncipes a rebozar y perdió 4-3 tras ir ganando 2-o y 3-1.
La derrota fue inmensamente dolorosa para el Reims, que encima debió soportar que el mismo Real Madrid se lleve a Kopa, quien al destacarse tanto en aquella final despertó el interés de Don Santiago Bernabeu, que consiguió su fichaje solo un par de días después.
El que llegó en reemplazo de Kopa fue nada más ni nada menos que el inigualable fusil Just Fontaine, quien aunque por aquel entonces no era lo reconocido que si seria después del Mundial de 1958 venia de triunfar en el Niza.
También arribaron al club otras grandes leyendas del fútbol francés como Jean Vincent y Roger Piantoni, quienes como Fontaine también cumplirían un gran papel en la selección francesa que dirigida por el propio Batteux -comenzó a desempeñarse conjuntamente en el Reims y el combinado francés a partir de 1955- haría historia en tierras suecas.
Fue bajo la estela de este nuevo tridente ofensivo que el Reims se recuperó y tras dos años sin logros volvió a reinar en su país obteniendo la Ligue 1 y la Copa de Francia en la temporada 1957/58.
Gracias al titulo liguero es que el equipo tuvo la posibilidad de disputar por segunda vez la Copa de Europa en 1959, en la que con el objetivo de redimirse de lo ocurrido en 1956 llegó nuevamente a la final y esta vez en la ciudad alemana de Stuttgart midió fuerzas otra vez ante el Real Madrid de la leyenda, que con Kopa en sus filas y sin tantas complicaciones como en Paris lo derrotó 2-0 con goles de Enrique Mateos y Di Stéfano y se alzó con la cuarta de sus famosas cinco copas consecutivas.
Si bien al año siguiente el equipo obtuvo nuevamente la Liga, ya nada fue igual desde entonces. Fontaine debió retirarse prematuramente en julio de 1962, tras haber sufrido una doble fractura de tibia y peroné en un encuentro ante el Sochaux y haber recaído de la misma lesión el día de su regreso a los campos de juego frente al Limoges, el nivel de juego comenzó a decaer progresivamente y el inevitable recambio generacional comenzó a pedir paso.
Aunque ese mismo año 1962 hubo tiempo para un titulo de liga más, el quinto bajo el extenso mandato de Batteux (duró doce temporadas), todo terminó acabando allí. El de enamorar al público y quedar en la historia grande de este deporte por su tan atractiva forma de jugar, era un objetivo que ya a esa altura aquel excepcional combinado había cumplido con creces.