Suena como si él salió directamente de un mito de un gigante faraón egipcio antiguo, gobernando (literalmente) desde lo alto. Un nuevo estudio sugiere, sin embargo, que esto podría no ser un cuento. Los supuestos restos de Sa-Nakht, un antiguo faraón que vivía alrededor de 2700 a. C., sugieren que este gobernante puede haber tenido uno de los primeros casos conocidos de gigantismo, o acromegalia.
En el estudio publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology, Michael E. Habicht del Instituto de Medicina Evolutiva de la Universidad de Zurich, y sus colegas reanalizaron las mediciones y fotografías de los huesos que se pensaba que eran los de Sa-Nakht y encontraron evidencia De "crecimiento exuberante", generalmente un signo de acromegalia. La condición por lo general ocurre cuando el cuerpo genera demasiada hormona del crecimiento, posiblemente debido a un tumor pituitario. Aunque hoy sólo estaría un poco por encima de la media de la estatura, un poco menos de dos metros y medio, habría superado a sus contemporáneos. De hecho, la mayoría de los antiguos hombres egipcios tenían unos cinco pies y seis, dijo Habicht a Live Science.
Mientras que los faraones eran, de hecho, más altos que el resto de la población en general, probablemente debido a un mejor acceso a la salud y a los alimentos nutritivos, este individuo estaba cinco pulgadas más alto que el faraón más alto registrado próximo, Ramesses II. No se sabe o se cree que hubieran sido gigantes de otros reyes egipcios antiguos, aunque los investigadores dicen que no pueden estar seguros de que los restos descubiertos en una tumba de élite en 1901 son verdaderamente Sa-Nakht. Los egiptólogos realmente saben muy poco acerca de él.
En el antiguo Egipto, las personas muy altas no parecen haber tenido ninguna ventaja o desventajas sociales particulares. Los enanos, por otra parte, eran muy apreciados, y a veces servían como ayudantes del faraón o eran considerados divinos.
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