Érase un hombre a un pito atornillado

Publicado el 19 abril 2011 por Desequilibros
Érase un hombre a un pito atornillado,
érase un mascarón superlativo,
érase el propio Falo redivivo
érase un torreón desenvainado,
érase un priaprismo tan osado
que perdiera de vista hasta el ombligo,
un ciprés-surtidor intempestivo,
espolón pertinaz siempre engallado.
No le pidáis ingenio ni prudencia
porque exigirle fuera desvarío
a un Tarzán bien dotado, inteligencia,
o a un King-Kong miramientos y albedrío
que para consolar una impaciencia
hasta un orangután cubre el avío.
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Soneto burlesco a un apolo para necias acaloradas
Amparo Amorós. Quevediana. Mestral libros. Valencia, 1988.
Las Diosas Blancas, de Ramón Buenaventura, fue un notable ejercicio antológico de la poesía joven española escrita por mujeres. Publicado en diciembre de 1985 por ediciones Hiperión, supuso una recopilación de la poesía femenina de aquellos años.
Como suele ocurrir con este tipo de antologías, como también ocurrió a su manera con los nueve novísimos de José María Castellet, sus autoras eran entonces desconocidas.
A día de hoy, algunas han alcanzado prestigio poético, que no popularidad, como Blanca Andréu o Ana Rossetti. Incluso Zoé Valdés tiene un apunte en su blog sobre las Diosas Blancas.
Fue Amparo Amorós una de las Diosas Blancas de Ramón Buenaventura. Acaso la que más me gustó en su momento. Tuve la suerte de cartearme con ella -no había internet entonces-  por un trabajo universitario de crítica literaria. Su amabilidad, disposición y corrección dejaron estupefacto a un ingenuo estudiante al que parecía increíble tratar de tú a tú a autores lejanos e inalcanzables. Lo mismo puedo decir de Blanca Andréu y de Ana Rossetti, con la que llegúe a hablar por teléfono -no había internet- y a la que tuve además la oportunidad de saludar en persona algunos años después en una conferencia.
De la obra poética de Amparo Amorós os recomendamos hoy Quevediana:

"Estos poemas, que desde el título he querido convertir en un homenaje al Quevedo metafísico, desde el Quevedo satírico..., los engendró la irritación y esa última compuerta salvadora que es el sentido del humor para escapar de la hecatombre de lo real."

Toda la obra es un homenaje a Quevedo, como es evidente desde el título, con el soneto como arma arrojadiza.
Y este que les puse de muestra es, además, una excelente parodia de una de las composiciones más famosas de Quevedo.
Una vuelta de tuerca al ingenio quevedesco que tanto hemos alabado, y echado de menos, desde estas líneas.
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La imagen está sacada de La noche del falo indecente.