Érase una vez, en un croma muy lejano

Publicado el 11 marzo 2016 por Key Hunters @zapatoalacabeza
He pensado que igual os habéis quedado sin series malas para ver, así que vengo a hablaros de Érase una vez (Once upon a Time, Adam Horowitz y Edward Kitsis, 2011-presente).

Os cuento de qué va, porque el argumento la verdad es que no está mal, siempre y cuando te guste la fantasía:
Emma Swan (Jennifer Morrison) ve su solitaria vida interrumpida cuando un crío llamado Henry (Jared Gilmore) se presenta en su puerta diciendo que es el niño al que dio en adopción hace diez años. Cuando Emma lleva a Henry de vuelta a su casa, en un pueblo llamado Storybrooke, se entera de lo que el muchacho tiene de verdad en mente: cree -y así es, porque si no no habría historia- que todos los habitantes de su pueblecito son en realidad personajes sacados de cuentos populares, atrapados en esta nueva vida por una maldición que les ha hecho olvidar el universo paralelo del que vienen.

Si tenéis claro que queréis ver la serie, mejor no sigáis leyendo. No voy a poner nada que se pueda considerar realmente un spoiler (o al menos no un spoiler que pueda tener ninguna relevancia), pero sí que voy a hablar de qué cuentos aparecen en la serie y de algunas relaciones entre sus protagonistas.
Los personajes principales en este barullo de serie -esto se explica en el primer capítulo, si no recuerdo mal- son los que conforman la familia de Henry: su madre Emma, los padres de ésta, que son Blancanieves/Mary Margaret (Ginnifer Goodwin) y el príncipe David/David Nolan (Josh Dallas) y la madre adoptiva de Henry, llamada Regina pero más conocida como La Reina Malvada (la madrastra de Blancanieves, vaya), a quien interpreta Lana Parrilla. Los villanos van cambiando, pero el que siempre anda por ahí incordiando es, junto con la mencionada madrastra, Rumplestiltskin/Mr. Gold (Robert Carlyle).

Al margen de toda esta gente hay otro porrón de personajes salidos de cualquier cosa que se pueda parecer a un relato conocido: Caperucita, Peter Pan, la Bella y la Bestia, Pinocho, la Cenicienta; lo que caiga, da igual siempre y cuando haya cuento al respecto, se haya hecho una peli de Disney relacionada o sea una parte más o menos estable de la cultura popular. Además, mezclan unos personajes con otros con la mínima excusa y cogen el detalle que les venga bien de una historia para encasquetarlo en otra aunque se estén inventando medio cuento.

Y todavía Lancelot y Mérida son más o menos de la misma zona y de la misma época, aunque uno venga de una leyenda popular y la otra de una superproducción de Pixar... pero los guionistas tan pronto ponen a Maléfica a trabajar con Cruella de Vil como mandan a la Reina Malvada de cañas con Campanilla. Llegado cierto punto te das cuenta de que aquello no va a tener ningún sentido, así que será mejor aceptarlo y seguir adelante. Y he de reconocer que ver quién se va a hacer colega de quién es parte del encanto de la serie, aunque muchas veces no tenga ni pies ni cabeza.

Pero lo que importa aquí es que lo que empieza como un argumento que podría ser interesante se convierte en la historia más empalagosa, con los peores actores y con la atmósfera menos lograda de la historia de la televisión en cuestión de un puñado de capítulos. No sé en qué momento empieza a ser un desastre, pero el caso es que cada capítulo acaba siendo una lucha a ver si son peores las interpretaciones o los efectos especiales.
Especialmente duros de aguantar son los capítulos en los que sale Peter Pan (Robbie Kay) y Úrsula (la bruja del mar de La Sirenita) de joven cantando (cursi a muerte. En serio. Si no me creéis podéis verlo aquí). aunque la niña que interpreta a Blancanieves en sus años mozos también es abofeteable a tope, y en general casi todos los personajes tienen algún momento que te hace preguntarte por qué sigues viendo la serie, con la de cosas que hay en Netflix.

Los efectos especiales también merecen su propio párrafo, porque madre mía, qué de excesos. Es imposible creerse nada de lo que está pasando porque usan más croma que el hombre del tiempo. El Bosque Encantado, Arandelle, Camelot; no hay reino que se libre de que esta gente se presente allí con su fondo verde y se ponga a rodar. De ahí que no quede creíble ni cuando están en la cocina tomándose un té. Sólo hay que hacer una búsqueda rápida en google para saber a qué me refiero.
Así que tenemos malas interpretaciones, malos efectos, una historia a la que le sobra azúcar por todas partes y en general casi ninguna razón para seguir viendo esta cosa.
¡¡Pero!! ¡Pasa una cosa a la mitad de la tercera temporada! Cuando te juras a ti mismo que si tienes que escuchar otra vez el pretencioso acento de Peter Pan abandonarás la serie, sucede el único evento realmente mágico en toda esta historia:
La serie deja de ser una mierda.
No voy a osar decir que pasa a ser un show de calidad, tampoco nos vamos a pasar, pero, no sé cómo ni por qué, de repente el argumento es interesante, los personajes ya no actúan tan mal, parece que el guión desarrolla algo parecido a un sentido del humor e incluso los efectos especiales pasan de ser absolutamente lamentables a sólo muy cutres.

Algo han tenido que cambiar, os juro que no es sugestión. No sé si ha habido algún cambio de dirección, de guionistas o qué, pero algo hay, porque la serie pasa de ser una auténtica basura a ser un entretenimiento más que aceptable de un capítulo para otro.
Puede ser también que hayan cobrado importancia algunos personajes interesantes, en especial el Capitán Garfio (Colin O'Donoghue), ayudado por los principales alicientes de la serie, que son las mencionadas Emma y Regina. Teniendo a alguno de los tres en pantalla casi todo el tiempo la serie es mucho menos desquiciante -excepto por unos desafortunados capítulos de la temporada 5 en los que la interpretación de Jennifer Morrison es un horror. Mejor olvidarlos-.

Además aparecen personajes nuevos que tienen su aquél, como Mérida (Amy Manson) y las chicas de Frozen, Anna (Elizabeth Lail) y Elsa (Georgina Heig).
Por otra parte, también es interesante desde el principio ver qué personajes van apareciendo y qué pinta tendrán en el mundo real. No deja de ser curioso ver cómo viste Caperucita en la vida actual.

Y bueno, si ésto no os convence siempre podéis ver la serie por los escotes. Qué exageración, los escotes. Son un reclamo propagandístico tan claro que cada vez que aparece uno nuevo se ve a la legua que los guionistas saben que esta serie a ratos no hay por dónde cogerla y tienen que tirar de estas cosas.
¿Cómo? ¿Que no es para tanto, estáis pensando? ¿Que estoy dramatizando? Permitidme que os ilustre:
TOP 10 DE ESCOTES DE ÉRASE UNA VEZQUE ESTÁN AHÍ CLARAMENTEPARA AUMENTAR LA AUDIENCIA
10. En el puesto nº10, Úrsula (Merrin Dungey), la malvada y pechugona Bruja del Mar. Da un poco de grima porque tiene tentáculos escondidos en el vestido y es un poco asqueroso, pero el caso es que su lugar en esta lista es legítimo.

9. Cora de jovenzuela (Barbara Hershey) ocupa el nº9 de la lista. Igual una talla más no le habría venido mal.

8. Emma (Jennifer Morrison). La verdad es que con lo buena que está esta chica la explotan bastante poco. Suele ir embutida en vaqueros ajustadísimos, pero poco más. Eso sí, las pocas excepciones de vestuario que protagoniza hacen que me vea obligada a incluirla como nº8 de nuestra lista.

7. Blancanieves (Ginnifer Goodwin), con un look absolutamente espantoso -reconoceréis el capítulo cuando lo veáis- entra en puesto nº7. Esas costuras están al límite de sus posibilidades.

6. Nuestro nº6 es para Zelena (Rebecca Mader), más conocida como la bruja del oeste de El Mago de Oz (la bruja verde). Bien de verde en los mundos de ficción o con un tono de piel más normalito en el universo real, los directores de Érase una vez intentarán por todos los medios que no mires a esta chica a la cara jamás.

5. Hada Azul -o como se llame en español. En la versión original la llaman Blue- (Keegan Connor Tracy). Esta mujer es un espectáculo cada vez que aparece. No sé quién eligió su vestido de hada, pero madre del amor hermoso. Paradójicamente, en Storybrooke hace de monja.

4. La Reina de las nieves, llamada Ingrid (Elizabeth Mitchell) pasea ese horroroso vestido que veis en la foto en el 90% de sus escenas. Se merece el cuarto puesto de sobra.

3. Maléfica (Kristin Bauer van Straten), virgen santa. Cuanto más la miro más me pregunto como sobreviven esos collares que lleva. Mirad la foto y decidme si no merece el tercer puesto.

2. Bella (Emilie de Ravin) suele ir bastante tapada, así que supongo que cuando le ponen escote quieren compensar. Puesto número dos, y no le he dado el primero porque en esta serie la reina de los escotes está clara, pero con ganas me quedo.

1. El indiscutible número uno es para Regina (Lana Parrilla), la madrastra de Blancanieves y reina de nuestros corazones y de los vendedores de sujetadores del mundo. Casi cada aparición -en el Bosque Encantado; en el mundo real viste con un poco más de decoro- es una muestra asegurada de tela a punto de reventar. Su colección de vestidos-tenebrosos-escotados-con-collar-a-punto-de-desaparecer-en-el-abismo no tiene fin.




Eso debería servir para convencer a todas las lesbianas y hombres heterosexuales del planeta. Y para los demás, no sé... la historia está entretenida. Y los chicos también son guapos.
Poco más tengo que decir. Que la intro mola. Muy corta y con una referencia a lo que sea que vas a ver en el capítulo, con música tétrica de fondo.

Y que si sobrevivís hasta la mitad de la tercera temporada, se convierte en un entretenimiento muy decente. Casi hasta la recomiendo. Siendo "casi" una parte importante de la frase. Ahora mismo hay doce capítulos de la temporada cinco disponibles y estoy hasta intrigada con qué va a pasar en el próximo.
Eso sí, si sois de esa gente que está deseando que llegue San Valentín para poder decir que es todo un invento de El Corte Inglés y que el amor es una falacia, mejor dejadlo, porque las referencias a finales felices, esperanza y amor verdadero ya son suficientemente chungas de aguantar cuando no te importa mucho ver cursilerías.
p.d. También hay dragones. No son como los de Juego de tronos, pero tampoco vamos a ponernos quisquillosos.