Érase una vez... un árbol caído

Por Sandra @sandraferrerv
Érase una vez un campesino que tenía mucho mucho trabajo. Trabajaba de sol a sol y poco tiempo le quedaba para él. En su granja había un árbol de recio tronco y bellas hojas que se había hecho recio y bello porque el padre del campesino siempre lo había cuidado con mucha dedicación y cariño. Cuando el padre del campesino murió, este se olvidó durante un tiempo del árbol de su padre. Requería muchas horas de riego, poda, y cuidados. Como mucho, limpiaba sus hojas y quitaba las pochas. En apariencia, el árbol seguía como siempre, como en aquellos tiempos en los que su dueño lo cuidaba con verdadera estima y devoción. Pero el árbol se debilitaba por dentro. Sus bellas hojas le daban una apariencia que no era la verdadera. Una mañana, un fuerte golpe sobresaltó al campesino y a todos los que en su granja vivían. El árbol se había caído. Se había tronchado. Por dentro estaba seco, huero. El campesino salió al patio sobresaltado y se topó con las bellas hojas de aquel árbol del que sólo se había preocupado de cuidar su aspecto externo.Al final, el poco tiempo dedicado al árbol, de nada le había servido al labriego. El árbol yacía tronchado, porque su tronco no era fuerte, porque le había faltado el agua y todas las horas de cuidados que su antiguo dueño le regaló.Los niños aprenden con metáforas y cuentos. Los mayores también deberíamos. Engalanamos a nuestros hijos, los adornamos con bonitas ropas y los entretenemos con caros juguetes. Pero cuidado con ese tronco llamado afecto, estabilidad emocional, autoestima, que no se consigue con dinero. Si le preguntas a un niño pequeño qué es lo que realmente quiere, te dirá, estar con mamá y papá. Querrán ese bonito juguete pero para jugar con su padre; o ese lindo vestido, para pasear con mamá. Sino, serán como ese árbol, de frondosos ramajes sujetados por un débil tronco, roto en cualquier momento. El cariño no se mide, no se pesa, no se compra. El cariño es lo que hace personas fuertes, sanas mentalmente, robustas en personalidad y preparadas para afrontar las vicisitudes de la vida.