Y qué razón tuvo. Creo que fue una semana después del primer golpe. Cuando ya casi había desaparecido el color amarillo-verdoso y el bulto, rodó en la cama, y cayó. En un principio, pensé que se había dado sólo en la rodilla (qué casualidad que tampoco estaba allí) y que tal vez en la naricilla, o en la boca. Pero cuando el padre la levantó... ¡Sorpresa! Un nuevo chichón en la frente. En el mismo sitio que la primera vez. Esta vez, salí de casa. Fui a la farmacia y compré el famoso remedio de arnica. Sí, sí, funciona. Bueno, le dolía tanto el chichón que ponérselo era un tormento. Tenía que ponérselo doucement y no apretar. Y realmente no sé si funcionó bien, si lo use mal, ¿o qué? Pero los colores de su nuevo golpe eran más fuertes.
Yo recuerdo que de pequeños, nos golpeábamos, nos caíamos, nos tropezábamos... Y no pasaba nada. Nada relevante, quiero decir. Si no había sangre, no había problema.
Hoy en día, o tal vez, porque lo vemos desde otro punto de vista, (el de las madres), estamos ojo avizor, vigilando que no les pase nada a nuestros vástagos.
La petite se cayó el otro día y le salió un buen chichón en la frente. Fue un domingo, estaban las dos en el sofá, ella se fue hacia un lado del mismo, imagino (porque no estaba en ese cuarto) a coger cualquier cosa de los bolsillos laterales y lo siguiente que escuché fue un "Boom". Su cabeza contra el suelo.
No lloró demasiado, tal vez se asustó de verme llegar acelerada y preguntando que había pasado. La cogió el padre, la llevó de paseo por la casa, y tras el hielo (todavía no había comprado el famoso arnidol), se tranquilizó. La estuvimos observando toda la tarde, pero no fue a más. Eso sí, le salió un tremendo cuerno en la frente, de la que hay pruebas gráficas.
Y hablando a los dos días con mi padre, me dijo que tuviera cuidado, pero no porque pudiera tener algo Genoveva pequeña, sino porque ahora, todos los golpes irían al mismo lugar.
Y qué razón tuvo. Creo que fue una semana después del primer golpe. Cuando ya casi había desaparecido el color amarillo-verdoso y el bulto, rodó en la cama, y cayó. En un principio, pensé que se había dado sólo en la rodilla (qué casualidad que tampoco estaba allí) y que tal vez en la naricilla, o en la boca. Pero cuando el padre la levantó... ¡Sorpresa! Un nuevo chichón en la frente. En el mismo sitio que la primera vez. Esta vez, salí de casa. Fui a la farmacia y compré el famoso remedio de arnica. Sí, sí, funciona. Bueno, le dolía tanto el chichón que ponérselo era un tormento. Tenía que ponérselo doucement y no apretar. Y realmente no sé si funcionó bien, si lo use mal, ¿o qué? Pero los colores de su nuevo golpe eran más fuertes.
Esa vez, sí durmió. Pero la despertamos en una par de ocasiones para comprobar que estuviera bien. Y sé que ese golpe fue menor que el primero, pero me preocupó más. Y es que apenas tres días más tarde, comenzó con una fiebre altísima. Y una, que parece tonta, y se preocupa más de la cuenta, comenzó a pensar en historias que había oído y visto por la tele, -¿recordáis la niña de tres años en Tenerife que se cayó del columpio?-, comencé a pensar que la fiebre no era debido al catarro que realmente tenía sino que era provocada por la caída sobre el parquet. Lógicamente no estaba relacionado, el fuera de hora del centro de salud me lo confirmó y la petite se curó en dos días más, pero ser madre es tener el corazón encogido durante toda la vida por lo que le pueda pasar a tus hijos, además de alegrarte por sus logros y llorar con ellos por sus miedos.
Y qué razón tuvo. Creo que fue una semana después del primer golpe. Cuando ya casi había desaparecido el color amarillo-verdoso y el bulto, rodó en la cama, y cayó. En un principio, pensé que se había dado sólo en la rodilla (qué casualidad que tampoco estaba allí) y que tal vez en la naricilla, o en la boca. Pero cuando el padre la levantó... ¡Sorpresa! Un nuevo chichón en la frente. En el mismo sitio que la primera vez. Esta vez, salí de casa. Fui a la farmacia y compré el famoso remedio de arnica. Sí, sí, funciona. Bueno, le dolía tanto el chichón que ponérselo era un tormento. Tenía que ponérselo doucement y no apretar. Y realmente no sé si funcionó bien, si lo use mal, ¿o qué? Pero los colores de su nuevo golpe eran más fuertes.