Érase una vez un miserable es la primera novela de Javier Rejes, un autor del que no disponemos de más información ni en la red ni en la edición impresa del libro. De su incursión en el mundo literario se podrán criticar muchas cosas, pero lo que no se le puede negar es que al menos ofrece una historia fuera de lo convencional: arranca nada más y nada menos que con unos consejos para no morir durante la práctica de la asfixia autoerótica.
Aunque de entrada este planteamiento cómico y sin pretensiones pueda resultar atractivo, en la práctica me parece que este Érase una vez un miserable dista mucho de ser un buen libro por muchos motivos. El primer problema que le veo es la sensación de caos y descompenso que transmite: no me convence que empiece hablando de un personaje y que durante esta etapa el narrador haga muchas apostillas (incluso de varios párrafos), para luego dedicar cien páginas a otro personaje que habla en primera persona y estructura el texto de una forma distinta. Tuve la percepción de haber pasado de un relato a otro; no veo suficiente conexión entre los «miserables» de la novela. En esto se echa mucho de menos la labor de un editor que recorte los fragmentos que están de más y sugiera reescribir o modificar algunas escenas.
En relación con lo anterior, la actitud de los personajes y su forma de opinar sobre la existencia me ha parecido simplona y un poco radical. He echado de menos que, cuando emiten juicios sobre el destino o sobre las actuaciones de algunas personas, argumentaran por qué piensan de este modo, que no se quedaran en la observación fácil. Lo mismo digo de las referencias intelectuales que se hacen (Freud, Nietzsche, Foster Wallace), que además no suelen estar bien interpretadas, como el concepto del superhombre de Nietzsche. Me parece que estos detalles sobran en una novela de este tipo porque la reflexión que conllevan en mi opinión no encaja con el tono de la narración y el tipo de personajes y, en cualquier caso, si se quieren añadir al menos se debería profundizar un poco más en ellas para no utilizarlas mal.
En definitiva, creo que es un libro muy mejorable. Javier Rejes tiene a su favor el hecho de conseguir un monólogo divertido y ameno que en algunos tramos está bastante logrado —un género que puede tener su público, pienso sobre todo en hombres jóvenes—, pero personalmente le recomendaría que la próxima vez intentara planificar más las ideas antes de escribir, que se centrara en una sola historia en lugar de mezclar relatos de diversos personajes, y que construyera una trama argumental en la que ese sentido del humor se sostenga, es decir, que haya menos fragmentos cortos y más forma de novela. Si aun así tenéis interés en leerlo, podéis conseguirlo aquí.