¿Eres feliz con lo que eres y con lo que tienes?

Por Juanmarodriguez @juanmariarm

Publicado por juanmarodriguezcoaching el 5 de marzo de 2013 · Dejar un comentario 

Algunos todavía consideran que felicidad y trabajo son incompatibles. Otros consideramos que la manera en la que se ha estado trabajando en los últimos años ha quedado obsoleta y no se entenderá trabajar sin sentir satisfacción con lo que se hace.

Hoy, me gustaría contaros la historia de un buen amigo. Para guardar su intimidad, le llamaré Miguel.

Miguel, inició su carrera profesional hace ya unas décadas. Entusiasmado que no apasionado, (aprovecho para saludar a Gregory) fue consiguiendo mejores puestos laborales. Cada paso que daba hacia delante le acompañaba una mayor responsabilidad, una mayor carga de trabajo y un mayor salario.

Según pasaron los años, la proporción de responsabilidad y carga de trabajo era mayor que el que obtenía por salario. Sin embargo, ese entusiasmo le hacía seguir hacia delante.

Miguel, se casó y tuvo dos hijos. El trabajo le impidió ver crecer a su primer hijo todo lo que él hubiera querido. Los viajes eran constantes. Madrugones, reuniones, planes, estrategias, clientes, productos,… Todo para dar lo suficiente a su familia o al menos era la excusa que él se decía. Tener una casa más grande; realizar el mejor de los viajes; vestir las mejores ropas; comer en los mejores restaurantes; conducir un buen coche.

Según pasaron los años, Miguel comprobó que no soportaba más vivir anclado en una queja constante. No soportaba más reuniones improductivas. No soportaba más las reglas del juego que sin darse cuenta había estado jugando desde el minuto uno.

 El entusiasmo había desaparecido hace tiempo y la inercia era lo único que le hacía seguir. No comprendía para qué tanto esfuerzo, a cambio de qué. Bueno, por aquel entonces, Miguel usaba mucho el “por qué”, lo que le llevaba a meterse en un bucle de justificaciones y pocos avances.

Hace unos años, Miguel se regaló tiempo. Aprovechó uno de sus viajes para tomar conciencia de lo que era, lo que tenía. Pensó si eso era lo que quería ser, lo que quería tener. No tardó mucho en identificar que no era feliz con lo que hacía. Tras varias reflexiones, identificó qué parte de su trabajo era realmente el que le llenaba, le gustaba y le apasionaba. Soñó, cerró los ojos y observó su futuro. Por un breve espacio de tiempo, comprobó que felicidad y trabajo no  iban por separado. Felicidad y trabajo van de la mano. Identificó su pasión y pasado un tiempo vio la manera de hacer de ella su trabajo.

Ese fue el punto de inflexión de Miguel. Esa tarde, en la habitación del hotel, tomó un papel y escribió lo que decidía ser y decidía tener.  Escribió sus valores, sus prioridades.

A los pocos meses, Miguel fue despedido de su empresa. Hoy, sabe que él mismo trabajó de manera inconsciente (o no) para que aquello ocurriera. Ahora comprueba que hasta se cumplieron ciertas fechas escritas aquella tarde, en aquella habitación del hotel.

Hoy, Miguel, se dedica a que otros muchos identifiquen si lo que son y lo que tienen es lo que realmente quieren ser y quieren tener. Hoy está convencido en que ser feliz en el trabajo no es una opción. El trabajo es una buena herramienta para conseguir la felicidad. Si eres feliz con lo que haces, es muy probable que seas feliz en las demás áreas de tu vida.

Hoy, Miguel, está apasionado con su trabajo. Es y tiene más de lo que pensó que podía a llegar ser y tener. Disfruta viendo, estando y acompañando a sus hijos. No sabe lo que pasará mañana. Sí sabe que gran parte de lo que ocurra, reside en lo que él haga hoy.

Hoy, Miguel, ha quedado conmigo. Como otros tantos días, para recordar juntos aquella tarde, en esa habitación de aquel hotel.  Hoy, Miguel, me enseñará el papel donde escribí mis valores, mis prioridades. Hoy, al leerlo comprobaré que los sigo cumpliendo y seré feliz con lo que soy y con lo que tengo.

Si dispones de 10 minutos, regálate este vídeo. Y luego, si lo necesitas, aprovecha un viaje, haz la reserva de una habitación en un hotel, toma una hoja, un bolígrafo…y me cuentas.

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