Y qué mejor manera de defender sus intereses que empuñando las armas. Consideran algunos pescadores que las campañas de matanzas de cormoranes que realiza la Consejería de Medio Ambiente desde hace casi 10 años no son suficientes, que los miles de cormoranes muertos son pocos, ya que aún hay muchos y que ellos sí matarán con ganas porque el odio a la especie y la falta de autocrítica es un perfecto acicate. Al fin y al cabo ellos se creen los dueños del río y de lo que contiene, y qué mejor manera que patrullar las riberas portando escopetas para defenderlo.
También consideran algunos de estos pescadores que los cormoranes son los causantes de la inminente extinción del salmón y de provocar el fracaso de las repoblaciones, esas mismas que defienden a capa y espada a pesar de todos los estudios científicos que las desaconsejan. También nos dice el presidente de la Asociación de Pescadores El Esmerillón, que son ellos "los que están trabajando para que el salmón permanezca en el río". Curiosa forma de trabajar la de una asociación que considera que la pesca sin muerte es absurda y que aboga por matar salmones reproductores del río para poder venderlos a los restaurantes.
No comentan estos colectivos que según los últimos censos la población invernante de cormorán grande no ha aumentado, mientras truchas y salmones siguen bajando en picado. Tampoco se plantean ni pescadores ni administración vedar temporalmente la pesca deportiva, como sí se hizo en Navarra con la trucha y con unos resultados espectaculares, que significaron un incremento de un 107% de la población de truchas tras solo 3 años de veda ¡¡y sin matar un solo cormorán!!
En Asturias, tras más de una década de matanzas de cormoranes y tras la suelta de cientos de miles de salmones de repoblación, la situación cada año es peor. Este hecho debería ser suficiente para darse cuenta de que esas medidas no funcionan y que incluso resultan contraproducentes, por lo que sería necesario acometer otras distintas. Pero en cambio, lo que se propone es matar más depredadores y repoblar con más intensidad.
Pero volviendo a la propuesta de estos pescadores de ser ellos los encargados de las matanzas de cormoranes, alguno pensará que el hecho de que los pescadores patrullen los ríos con la escopeta al hombro es descabellado y que la Administración nunca cederá a ese chantaje. No parece tan descabellado si tenemos en cuenta que desde hace unos meses, y tras las presiones recibidas, el nuevo plan de lobo ya permite que los cazadores participen en los controles letales de esta especie, a pesar de estar catalogada como "no cinegética" en Asturias, por lo que sólo los agentes medioambientales podrían hacerlo.
Después de ignorar los cientos de informes y publicaciones científicas de los expertos en salmónidos y tras la falta de medidas encaminadas a proteger los hábitats y a reducir los cupos de pesca, convertir Asturias en el Far West parece que se postula como la próxima medida de gestión del salmón.
Y recordando al recluta bufón en La Chaqueta metálica, solo se me ocurre una pregunta al respecto: ¿Eres tú John Wayne, o soy yo?