¿Eres un yonqui de las redes sociales?

Publicado el 07 enero 2015 por Javier Díaz Sánchez @javierdisan
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Fuente: gratisography

Pasas horas y horas metido en las redes sociales publicando en tus perfiles, cotilleando en las vidas ajenas, procastinando mientras saltas de un enlace a otro… Lo haces porque te lo pasas bien y te divierte. El tiempo transcurre sin que te des cuenta y por el camino has dejado otras cosas sin hacer que también eran importantes. ¿Eres un adicto a las redes sociales? No. Al menos en el sentido clínico del término. Lo que sí podemos asumir es que existen personas con estados mentales alterados que pueden manifestar comportamientos patológicos vinculados a la tecnología. Un ejemplo lo tenemos en los jóvenes japoneses llamados hikikomori, pero afortunadamente estos casos extremos son pocos a pesar del sensacionalismo de algunos titulares.

Claro que hay personas que hacen un uso desproporcionado de los medios sociales hasta el punto de llegar a afectarle en otras áreas de la vida. Ahora bien, no podemos considerar que los medios sociales sean los responsables de dicha conducta porque de hacerlo estaríamos pasando la responsabilidad del individuo al medio. La culpabilización de la tecnología como causante de muchos de nuestros males no deja de ser un mecanismo de defensa que enmascara otros problemas más graves como puede ser la educación en el ámbito escolar y familiar.

La gran pregunta es dilucidar si la tecnología es realmente neutra, es decir, si tiene la capacidad de modelar nuestra conducta, o más bien, hasta qué punto puede llegar a hacerlo.

Porqué nos enganchan las redes sociales

Seguro que más de una vez habrás escuchado aquello de que somos seres sociales. Esto viene a decir, entre otras cosas, que nuestra naturaleza humana tiene una fuerte dependencia de los vínculos sociales que establecemos con otros. La razón es porque que a través de estas interacciones desarrollamos nuestras capacidades cognitivas, nuestro repertorio emocional y los atributos morales que juzgamos como propiamente humanos. En este sentido, los medios digitales y concretamente las redes sociales nos ayudan a mantener, acrecentar y afianzar estos vínculos. Esto significa que, al menos a priori, los efectos sobre el individuo son potencialmente más beneficiosos que negativos.

Otro motivo de “enganche” a las redes sociales se debe a un factor que está relacionado con el propio diseño de estas plataformas sociales. Las reacciones del cerebro ante determinados estímulos son un aspecto que los desarrolladores de tecnología tienen cada vez más en cuenta. Esto se debe a que nuestras reacciones automáticas ante las recompensas y los castigos nos hace tan condicionables como un ratoncillo de laboratorio (para ampliar información sobre el tema te enlazo un interesante artículo sobre ergonomía cognitiva). ¿Te has preguntado por qué el diseño de Facebook tiende a maximizar los gestos positivos tipo “Me gusta” frente a los negativos? No, no es casualidad.

Paradójicamente, te habrás dado cuenta en más de una ocasión que el fisgoneo en las redes sociales activa un peligroso mecanismo de comparación social en el que nuestra felicidad o infelicidad depende del resultado de dicha comparación (autopercepción acerca de nuestra posición en la jerarquía social). En parte esto tiene cierta relación con el hecho de que las personas tenemos una necesidad imperiosa de hacer lo que hace el vecino, como bien han documentado muchos psicólogos sociales.

Hijos conectados, padres preocupados

Muchos padres viven angustiados el aparente aislamiento de sus hijos porque pasan horas enganchados al ordenador. En el caso particular de las redes sociales a veces las familias ignoran que los jóvenes están participando en conversaciones efervescentes con sus amigos a golpe de clic. ¿Cuál es la fuente de muchas de estas preocupaciones? Pues la paradoja de nuestro tiempo es que la tecnología está invirtiendo del flujo de conocimiento, es decir, ahora son los más jóvenes los que enseñan a los adultos el manejo de las herramientas digitales. Y ya sabemos que el desconocimiento engendra temor y desconfianza.

Este viaje no tiene vuelta atrás así que mejor adaptarse. Parece obvio que Internet y más concretamente las redes sociales han cambiado la forma en cómo nos relacionamos. Dicho sea de paso, aunque parezca que nos han acompañado toda la vida, estos entornos digitales llevan entre nosotros escasamente diez años y no tengo nada claro de que dentro de otros diez sigamos utilizando Facebook, Twitter, Google+ o cualquier otra plataforma que se les parezca. La tecnología evoluciona rápido, muta y nos expone a grandes “saltos”. Ahora bien, de lo que sí estoy convencido es de que estaremos en un estado de constante conexión a la Red aún sin que hagamos un uso consciente de ella.

Para terminar el post me gustaría invitarte a que leyeses este otro artículo en el que doy algunos Consejos para preservar tu salud mental en las redes sociales.