Erika de Souza tras el partido. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
Toni Delgado / Vitoria
—¡Erika, el autobús se va sin ti! –le gritan.Parece que Erika De Souza (Río de Janeiro, 1982) todavía tiene para rato. Todo el mundo le pide una foto a la pívot del Perfumerías Avenida en los aledaños de Mendizorroza, donde hace tres cuartos de hora ha levantado su octava Copa de la Reina y su segundo MVP. La afición salmantina reconoce en Erika De Souza a alguien que se deja la piel con su club y a quien consideran de la familia.
—Angel Robinson te ha secado las lágrimas con la toalla. Os reís mucho juntas. Tenéis una conexión muy fuerte dentro y fuera de la pista.Nos lo pasamos muy bien y somos buenas amigas. Sólo ella sabe cuánto he trabajado y he llorado. Como ya no juego Euroliga, me quedo en Salamanca y sigo exprimiéndome con Mavi Sánchez [fisio y preparadora física] y Raquel Romo [ayudante de Miguel Ángel Ortega]. Me he esforzado hasta el infinito y he adelgazado cinco kilos. El sacrificio ha valido la pena y ahora toca disfrutar del premio. Estoy súper contenta.—Dices que Angel Robinson es quien más sabe cómo has sufrido y trabajado, y no es así. Hay otra persona que lo sabe mejor...¡Mi marido! Es quien me ha visto llegar a casa llorando muchas veces.—He hablado con él ahora.¿Sí? [Risas].—¡Sí! Asegura que si un día tienes que hacer dos entrenamientos, realizas tres. El tercero es con él.Me decía: "Oye, eso no se puede comer...". Es educador físico y siempre me explica qué puedo o no hacer. Le dedico a él también esta Copa de la Reina porque está pendiente de mí todo el tiempo.—Me estás recordando a Andrea Vilaró. Ayer comentó en Cronómetro de Récords que tuvo suerte de haberse roto los ligamentos cruzados. Creo que tus problemas físicos te han servido para dar un paso adelante.Pienso lo mismo. Y también el hecho de no hacer esos viajes locos a Oremburg, Rusia, no sé dónde... Me entreno, como bien, descanso... Mis compañeras parten mañana a las siete rumbo a Rusia y yo me quedo reposando. Se van las jovencitas y la abuela se queda. [Se ríe].—María Asurmendi te llama "abuela".Y yo a ella también. Somos las dos más mayores del equipo junto con Silvia Domínguez y Chrissy Givens. El resto tienen 27, 26, 25...—Encajaste rápido con Miguel Ángel Ortega.Es un poco exigente, pero un exigente bueno. Miguel Ángel Ortega confía en mí y yo confío en su trabajo. Sabe cuánto y cuándo puedo aportar a mis compañeras.—¿Qué tiene la Copa de la Reina para que casi siempre saques lo mejor de ti?La verdad, no sé, tío.—Cambian el logo, la sede, los equipos participantes... Y te da igual.Voy poco a poco voy mejorando y cada partido lo hago mejor, sobre todo, en las finales... ¡Siempre tengo muchas ganas de jugar la Copa de la Reina!—Has vuelto a ganar tu duelo con Nadia Colhado, que últimamente estaba remontando.Me alegro de que esté haciendo una gran temporada. Hoy no ha tenido su día. Estaba un poco tocada de las muñecas. Nadia Colhado es joven todavía y puede crecer mucho más. —¿Éste del mapa de España es uno de tus tatuajes nuevos?¡Sí! España, Salamanca, 2010. Quiero llevar en mí el año que firmé por el Perfumerías Avenida, Salamanca y España.—Tienes otro de Atlanta, de una mujer que canta...Bueno, es una amiga hablando por teléfono. Mira, éste es del nombre de mi marido, este otro de mi perro que se murió...—¿Y esta frase?Está en portugués. Significa que tengo mi mitad aquí y la otra en Brasil. Es la vida, ¿no? Hay que trabajar y estar lejos de la familia. Menos mal que tengo a mi marido aquí. Me ayuda un montón.—Aunque estos momentos compensan un poco.Mucho. [Angel Robinson le llama: "Grandma!"]. ¿Ves? me conocen como grandma, abuela. Estoy muy contenta de tener a compañeras que me quieren un montón. —He leído bastantes críticas sobre tu juego y que estabas mayor...Me da igual lo que la gente diga de mí. Mis compañeras, la directiva, la gente de Salamanca y mis familiares quieren lo mejor para mí y me ayudan. Lo que opine la gente de fuera me la suda, me es indiferente. El MVP de la Copa de la Reina es mi respuesta a quienes duden de mí.