Lo bueno de ese defecto visual llamado
persistencia retiniana -que nos permite crear la ilusión de movimiento entre imágenes fijas pasadas a una determinada velocidad- no es sólo que gracias a ella podemos ver el cine como algo más que una colección de bonitos fotogramas. Y es que, por encima de esa persistencia inmediata debe de quedar una especie de memoria visual adherida a la retina del espectador. Por este motivo, uno crea lazos y conecta no sólo imágenes y secuencias de una misma película, sino que puede crear un "macro-
metraje" que conecta nuestro universo de imágenes. A veces, el efecto llega a ser
chirriante, hiperbólico y los
paralelismos despiertan un
tufillo que delata cierta falta de
originalidad.
En este sentido, cabría preguntarle al actor
Ernesto Alterio qué sintió cuando tuvo que interpretar dos escenas similares a través de la piel de dos de sus personajes más dispares, en películas distintas y dirigidas por directores diferentes. Lo del
déjà-vu suena a chiste y el espectador puede verse salpicado de esa confusión temporal cuando compara la secuencia en la bañera de
Los dos lados de la cama (Emilio
Martínez Lázaro, 2005) con la de
Rivales (Fernando
Colomo, 2008) que se emitió este domingo en la Primera de
TVE.
Aunque Javier, el inmaduro
treintañero al que
Ernesto Alterio da vida en el musical español, guarda poca relación con el personaje del ambicioso padre que anhela que su primogénito sea un campeón -en el fútbol y en la vida- de la película
Rivales, ambos papeles obligaron al actor a poner cara de sorpresa ante el "
shock" de pillar
infraganti a una pareja en la bañera. En
Los dos lados de la cama, su
ex novia con la novia de su mejor amigo; y en
Rivales, el entrenador del equipo de su hijo con el
míster del equipo contrario. Y por mucho que los amantes se empeñan en aguantar la respiración bajo el agua... al final los personajes de
Alterio acaban por
descubrir todo el
cotarro...
[La escena aludida, aparece al final del
tráiler, 1´58"]
Desconozco si Fernando Colomer emula conscientemente a Martínez Lázaro, pero en cualquier caso, la escena -siendo el humor un sustantivo que precisa de factor sorpresa- suena repetitiva... Y más aún, protagonizada por el mismo actor, la cosa ya resulta extraña... Y la carcajada se queda, en un confuso déjà-vu y la sonrisa en una mueca de medio lado. Pero, a pesar de los paralelismos de guión, Alterio siempre dignifica su interpretación y sus rocambolescos personajes.