¿Alguna vez escucharon hablar de la apelación Aconcagua Costa? Es Viña Errazuriz, bodega chilena de gran prestigio en el mercado canadiense, quizas la pionera en poner en el mapa mundial esta región geográfica única para el cultivo de las vides. Gracias también al savoir faire de su enólogo Francisco Baettig, esta nueva zona costera, que se suma a la clásica Aconcagua de la cordillera, se convierte en un terruño especial que da una nueva identidad a los vinos chilenos. Es como si encontráramos en esa región chilena todo lo que caracteriza al terruño del viejo mundo en el nuevo mundo: menos exuberancia, más fineza y elegancia. De esta apelación, hoy les presento el Chardonnay y el Pinot Noir. Dos vinos distintos, frescos, muy delicados, vinos que muestran una faceta novedosa del vino chileno y que afortunadamente están disponibles desde hace unos días en el mercado de Quebec.
Mucho se habla hoy en día sobre la mineralidad en los vinos. Palabra de moda según mi opinión, yo me inclino a utilizarla para identificar una característica que remite particularmente a la materia de los suelos en los que están plantadas las viñas. Podría decir que estos dos vinos de Errazuriz son “minerales”, pero quizás sería más preciso identificarlos como frescos, vivaces, y fundamentalmente, genuinos. Son la expresión de un terruño costero novedoso para nuestros paladares, dos vinos procedentes de una de las regiones vinícolas más privilegiadas del mundo. Y que gracias a ello, son dos vinos que también comienzan a cosechar premios y reconocimientos internacionales.