Hacía tiempo que no salía y ese día se sentía lleno de energía. Además, quería sorprenderla y llevarla a un sitio que había descubierto hacía unos meses con sus amigos. Buena música y buen ambiente. Ella le dijo que lo de bailar…, regulinchi. Pero no importaba. El tema era pasarlo bien y estar con ella.
Ella tenía todas las ganas de salir a bailar aquel finde. Si es que se podía llamar bailar a sus movimientos arrítmicos y completamente desacompasados. Tenía el modelito perfecto para el plan que él le había propuesto. Iba a ir cómoda y semiinformal, con unas buenas zapas y con el guapo y la autoestima subidos.
Quedaron a las diez y se esperaron un buen rato. Ninguno de los dos acudió al bar que iba a ser testigo de su primer baile. Google Maps les jugó una mala pasada y fueron al Bar de Siempre en ciudades diferentes.