Es Avatar o District 9, y no hay una tercera posibilidad

Publicado el 29 agosto 2013 por Juan Pablo
Neill Blomkamp: «En 50 años las cosas se van a poner muy feas en la Tierra»

Saqueado de acá -------> 3:)
Pese a que desde este humilde espacio hacemos lobby para Neill Blomkamp, nos distanciamos de su conjetura sobre el futuro.  Pero porque está mal dirigida: en realidad, el futuro ya está aquí; es decir, en el presente ya son visibles esos signos por los cuales la ciencia ficción de Blomkamp nos parece algo tan familiar...
Bástenos mirar las siguientes fotos y la dificultad que aparece, si no les agrego procedencia de las mismas, para diferenciar presente real y el mundo ficticio de Blomkamp.  Hay que hacer abstracción de los monstruosos praws, claro...








Sólo diré que la última foto es de la película District 9.
Ciertamente la visión de Blomkamp es pesimista y lo es en un sentido mayor, que aquél parece ignorar, y que se ve en sus películas: realmente si sacamos la tecnología y las criaturas, no estamos a 50 años de que las cosas se pongan feas en la Tierra...
Es que el valor de una ficción, y de la imaginación que colabora en ella, no se reduce a generar criaturas fantásticas en un mundo enteramente fantástico, como lo es el de Avatar.  Cualquiera puede hacer eso, con un poco de tiempo, y millones de dólares.  Lo más difícil es el camino al revés: trazar un par de ficciones para hablar del presente, de la realidad, y tocando esos aspectos que no podrían ser mejor esbozados desde una perspectiva realista.
¿Cuáles son estos aspectos?  Bueno, uno, y no el menos importante, es esa vieja escisión que siempre vuelve a zanjar a los hombres, de modo invisible pero inminente, llámese "antagonismo social", "lucha de clases", etc.   No vi Elysium, pero hasta ahora, con District 9, Blomkamp no nos ha presentado una síntesis tranquilizadora de los conflictos sociales: Wikus, protagonista de District 9, termina convertido en un praw y con la promesa lejana de una cura escapando en una nave.  En Avatar, el protagonista también sufre esta conversión a una criatura mezcla de pitufo e indio apache, pero mediante una especie de conversión mística que resuelve cualquier tipo de contradicción en el aspecto social o psicológico.  Los enemigos humanos son expulsados y es reestablecida una armonía que recuerda a las tonterías de la New age.
No hay síntesis en District 9.  Están los hombres y están los praws.  En una película realista la escisión social suele ser borroneada por el hecho de que el conflicto es entre hombres, y se suele apelar a los "sentimientos" y a todo elemento considerado como "apolítico" para aplacar la vieja herida, el viejo conflicto.  Con películas como District 9 no se puede porque, una vez más, están los hombres y están los praws.