Tres bromistas en la granja de la bisabuela. Francia, 2007.
Estamos hasta las narices de tanta seriedad. De tanta rigidez. De tanto encorsetamiento. Y nos encanta reír. Es algo que Mey practica con desenfreno. Y probablemente es el mejor regalo que podamos dar a los demás, incluso si no los conocemos.Hace algo más de un mes, lo practicamos con auténtica desvergüenza. No recuerdo un almuerzo más divertido en mi vida. Y eso que era un almuerzo en plan "novios". Era 28 de diciembre, Día de los Inocentes. El día anterior habíamos compartido aventuras con Magdalena y David, no sólo sobre su éxito literario y poético, sino sus desventuras en el mundo del celuloide. Nos narraron cómo, para salvar su negocio de restauración familiar, se habían embarcado en una serie y en una película con actores de primera línea. La primera película de la historia en la que los actores principales eran todos de la misma familia. Un precioso proyecto de ilusión. Una pena que a veces las cosas se tuerzan y que la vida acabe gastando bromas pesadas. Es sorprendente la conexión que sentimos con esta pareja: familias de tres hijos, avidez por un mundo mejor, complicidades a través de la escritura...Impactados por su relato de cine, decidimos conjugar el verbo "bromear" en todas sus conjugaciones, y anunciamos "a bombo y platillo" la buena nueva: habíamos recibido una oferta para hacer una película con ellos. Las dos familias juntas. El cartel de la primera y el enlace a su serie nos lo dejó "a huevo". Y los primeros en caer fueron nuestros hijos. Ya se veían los pobres pisando las alfombras rojas de Hollywood, y firmando autógrafos. Pero lo cierto es que la práctica totalidad de las personas a las que les anunciamos la buena nueva se lo tragaron por completo. Y fueron un buen puñado. Ni se acordaron de que era el día que era. Ni titubearon. El "mosqueo" fue generalizado cuando les enviamos el borrador de cartel para la "peli", que no era otro que el monigote del día de los inocentes. Y aunque nos partíamos con esa inocencia colectiva, en la situación había mucho más que jarana o cachondeo por la gamberrada.
Lo decía Le Bouvier de Fontenelle: no te tomes la vida demasiado en serio; al final no saldremos vivos de ella. Habrá que tomarse en serio la broma. Habrá que reírse más de la vida. Y habrá que rodearse de gente cuya fe en nosotros nos mate de risa. ¿No os habíamos dicho nunca que creer es crear? Jajaja
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