La vida de Iris, una pequeña británica que padece autismo, vivía desconectada del mundo que le rodeaba. Sus interacciones sociales eran casi nulas. Hasta que conoció a Thula, un gato que le animó a enfrentarse a sus miedos.
No hablaba con nadie. No jugaba e incluso intentaba evitar el contacto visual con niños y sus padres. La historia de Iris, una niña británica que padece autismo, podría parecer otra historia más de superación, de personas que logran salir adelante y entender la realidad que les rodea. Pero no lo es, y todo ha sido gracias a Thula, un gato que se ha convertido en su mejor amigo.
Desde que tuvieran conocimiento del trastorno neurológico que padece la pequeña, los padres de Iris lo intentaron absolutamente todo para ayudarla a avanzar en las relaciones sociales y en su vida personal. Para el caso, la complicación era mayor cuando debían ayudar a la pequeña a calmar los enfados y la ansiedad que la menor sentía cuando estaba rodeada de personas o en lugares que no le eran conocidos.
Si bien en un principio parecía una tarea imposible, finalmente dieron con la clave que haría a Iris ver el mundo desde otra perspectiva: los animales. “hay historias que hablan de vez en cuando sobre los maravillosos efectos que los animales pueden tener en los niños con autismo”, declaró tiempo después la madre de la niña.
Pero en ese momento, tal afirmación no tuvo el éxito esperado. Probaron a animar a la menor con perros, con caballos. Iris no quería tener relación con ellos. No fue hasta que los padres decidieron acoger durante unos días al gato de un familiar cuando vieron el interés que mostraba la menor por el felino de forma repentina.
Así, la madre se puso en marcha nuevamente en la búsqueda del animal que pudiera ayudar a Iris. Y, de repente, apareció en su vida Thula. Junto a esta gata, Iris emprendió un viaje en el que tuvo que enfrentarse a sus miedos. Pero pareció hacerlo siempre con total disposición porque, según parece, todo aquello que molestaba a la menor eran cosas que le gustaba hacer al gato.
Ahora, salen a nadar, navegan, juegan. Pero lo más importante es que, con la ayuda de Thula, Iris ha aprendido a disfrutar de las relaciones sociales. Aún con esfuerzo, ya es capaz de hablar con sus padres y de entender la realidad que le rodea. Más allá, la menor, que en su momento mostró un gran interés por la pintura, ha recibido un gran éxito por sus habilidades frente al lienzo.