El Estado no es la sociedad, sino una parte ínfima de ella que se erige con el poder para subordinar y manipular a una gran mayoría mediante el uso de la fuerza coercitiva, el control del capital financiero y el monopolio de la propaganda, de esta forma, se aseguran la disminución de la capacidad de libre albedrío en el hombre y consiguen dirigir su voluntad hacía los fines establecidos por una élite de poder.
Si el Estado es un concepto político creado por el hombre en la teoría (lo que sería en la praxis una élite de poder que controla a una gran mayoría), la existencia del mismo no tendría razón de ser, si la sociedad en general quisiera el propio auto-gobierno y la auto-gestión, el actual gobierno se diluiría sin más.
Entender entre otras cosas que el poder y la autoridad conlleva la desintegración, degradación y descomposición de la sociedad es fundamental para que podamos hacer frente a una nueva forma de vida, en la que otras formas de relaciones humanas basadas en el no-poder, la igualdad y la cooperación fueran la esencia del pensamiento y conducta de la sociedad.