Seguro que muchos de vosotros pensáis o habéis escuchado el comentario: "Me alegro que se recorte dinero al cine español, no quiero que se hagan películas que nadie va a ver con mis impuestos". El Gobierno ha decidido reducir un 35% la dotación a producciones cinematográficas españolas consciente de que buena parte de la masa social lo iba a aplaudir.
Todos sabemos que es una decisión política, salvaje e incluso diría indecente. De 76 millones hemos pasado a 49, de 74 películas en rodaje en los primeros cuatro meses del año hemos pasado a 10 en el presente 2012. De esos 49 millones, hay 35 que están destinados a paliar las deudas del Ministerio de Cultura y pagar producciones del último semestre de 2010. Hay que aclarar que las subvenciones se reciben 2 ó 3 años después de acabar la película.
Por tanto, la situación es triste y desconcertante. Rodajes parados, proyectos preparados para empezar totalmente paralizados, festivales influenciados por la reducción como Málaga, Huelva y San Sebastian,..
Tanto que nos gusta compararnos con Hollywood, a su manera, también el cine americano recibe ayudas. No son subvenciones como tales, más bien patrocinios. Nueva York destina alrededor de 400 millones a patrocinar películas para que se rueden en su ciudad; además disponen de condiciones fiscales muy ventajosas.
"Pero en Hollywood se hacen películas que la gente quiere ver". Otro comentario habitual. Pues bien, sólo el 5% de las producciones americanas triunfan realmente, el resto dan pérdidas o salvan los muebles por los pelos.
¿Entonces no hay nada que criticar al cine español? ¿Merece esas subvenciones? Seamos objetivos. El cine español ha pecado mucho de autocomplacencia, de partidismo, de creerse estrellas las figuritas de medio pelo, de poca cercanía con la gente y de realizar películas pensando más en ellos mismos que en los espectadores.
Todo eso es verdad. Pero la solución no es quitar las subvenciones, es distribuirlas adecuadamente. Es dejarse de mamoneos y de dar el dinero siempre a los mismos, arriesgar con producciones de interés comercial, justificar esa subvención con una taquilla considerable ó al menos de reconocimiento festivalero y, sobre todo, mostrar transparencia.
Nuestro cine refleja nuestra cultura. No la matemos, exijamos pero demos facilidades. Hacer cine no es fácil, os lo puedo asegurar. Encontrar financiación... casi imposible.
José Daniel Díaz