En países como España y otros, el lobby que une a feministas, gays, lesbianas, transexuales, bisexuales y políticos de la llamada "progresía", donde suelen estar las izquierdas, sobre todo comunistas y socialdemócratas, está consiguiendo logros tan injustos y contrarios a la Constitución y a la declaración Universal de los derechos humanos como haber aprobado unas leyes desiguales que castigan más al hombre que a la mujer y que pulverizan el concepto básico de igualdad.
Los que han aprobado esas leyes en España se avergonzarán tarde o temprano de su fechoría. Es cuestión de tiempo que se den cuenta de su abuso opresor y su apuesta por la suciedad.
La ideología de genero es también una apuesta por la estupidez. Afirmar que los hombres y las mujeres no son diferentes, cuando basta una mirada para descubrir que la naturaleza los ha hecho distintos para que la especie se propague, es de imbéciles. Pero estos imbéciles se han vuelto peligrosos gracias al apoyo de los políticos y están llenando las calles y las redes sociales con sus mensajes de odio y confusión, como esos de que "hay niños con vagina y niñas con pene".
Lo malo no es el mensaje, sino lo que hay detrás: venganza, división, odio, negocios suculentos, facilidades para abortar y un siniestro traslado al ámbito de la familia del concepto de "lucha de clases" marxista leninista.
Los que propagan ese veneno que enfrenta a hombres y mujeres son los mismos que quieren que las subvenciones lo invadan todo, que los que crean empresas y son inventores e innovadores deben ganar lo mismo que los que están tumbados todo el día viendo la tele en su casa, y los que quieren erradicar las religiones y toda creencia trascendente porque dificultan el dominio del Dios único en el que ellos creen, que es el Estado. Pero no un Estado noble, justo y de todos, sino un Estado dominado por ellos, parecido al que creció en la URSS como un monstruo, que por fortuna fue derribado en 1989 por las mismas masas a las que ese Estado pretendía salvar.
Doris Lessing, premio nobel de literatura y mujer precursora e inspiradora del movimiento de liberación femenino, abominó de las feministas radicales y se separó de ellas advirtiendo que enfrentarse y denigrar al hombre no era el camino de la victoria sino el de la perdición del movimiento de liberación e igualdad de la mujer.
Nosotros, los que seguimos creyendo en la democracia a pesar de que los políticos la prostituyen cada día un poco más, también abominamos de las radicales que propagan el odio y de sus aliados y protectores políticos.
Francisco Rubiales