Revista Ciencia

Es imposible hace un Mundo diferente (ni una empresa), con gente indiferente

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22
Es imposible hace un Mundo diferente (ni una empresa), con gente indiferente

Sé que me reitero. Pero insisto en que no es cuestión sólo de motivar a nuestros trabajadores (se les pasará pronto) sino de educarlos. Porque una cosa es educar la libertad, enseñando normas, y otra cosa es enseñar la libertad contagiando valores. No eduquemos en la obediencia, eduquemos en la convicción. No tengamos gente involucrada (gente que vive por obligación), sino comprometida (sintiéndose responsable). A nadie se educa con arengas, ni con gritos sino con la claridad de la palabra permanente que abone su corazón.

En ese triángulo de la conciencia del que tanto hemos hablado del pensar (mente), sentir (corazón) y actuar (voluntad) vamos a intentar poner claridad a los pensamientos.

En el pensar, en la mente, Instrucción. Claro que hay que explicar lo que hay que hacer y formarles en ello. Cuando se tiene clara la finalidad de nuestras actuaciones, los medios son más fáciles de encontrar. Y hay que dar sentido a lo que se hace. No es hacer lo que tienes que hacer, es dar sentido a lo que haces. Sumando habilidad y profundidad.En el actuar, en la voluntad, Capacitación. El cómo hacer las cosas es abono permanente que hemos de contagiar a quien tiene que hacerlo. Y en el sentir, en el corazón, Motivación. Aquí sí, como parte no como todo, hemos de estar obsesionados porque los nuestros pongan su fe, entusiasmo y pasión en las tareas que hagan. En ninguna cláusula contractual vendrán reflejadas, y la entrega no se exige, se regala y hay que ganarla.

Pero no basta ya sólo con eso. Es cierto que educando así habremos ganado la confianza y la credibilidad de nuestro equipo con nuestra integridad y ejemplo. Pero para pasar de tener un equipo a una comunidad, a que nuestro grupo humano sienta que existes valores en común por los que trabajar, hemos de formarlos como personas. Ya no basta con hacer las cosas bien, hay que formar buenas personas. No basta que las personas hagan bien el negocio, sino que las personas de bien hagan negocio. Esa será la clave para que en los malos momentos tengamos personas que apuesten por nosotros. Si antes hemos apostado nosotros por ellos.

Y para ello hemos de Educar, no Convencer. Nuestras conveniencias siempre son a corto plazo e interesadas. Nuestras convicciones no imponen sino que contagian. No es cuestión de que nuestra gente nos interese, sino que nos importe. No es crear relaciones y vínculos de apariencia, sino de presencia.

Hemos de Escuchar, no Complacer. De la primera manera uno se acostumbra a preguntar a su gente qué necesita, no qué desea. Y satisfacer sus necesidades en aras a un trabajo más rentable y eficaz. Complacer no es sino una manera de calmar no de curar.

Y hemos de Edificar, no Controlar. A uno le puede ir muy bien hoy, pero con seguridad algún día le irá mal. Y según hayas edificado tu empresa y equipo sobre cimientos sólidos o en arenas movedizas así se sostendrá en los malos momentos. Con el control simplemente se llega a la desconfianza e inquisición. Se logrará el cumplimiento, pero no el compromiso. Los valores que buscamos en las personas para desarrollar un alto desempeño solo lo podremos obtener si lo dejamos florecer del interior de cada persona. El amor y el entusiasmo con que las personas hacen su trabajo no se puede comprar.

Nadie descarta que aún abonando y preparando el terreno en el camino no aparezcan malas hierbas que habrá que arrancar para dejar paso a la semilla productiva. Pero no es despedir, sino que es un concepto de autoexclusión de la comunidad de trabajo.

Y para ello es preciso que cada uno de nosotros, y de nuestro equipo, desde nuestra más profunda intimidad, se haga tres preguntas básicas para el desarrollo personal y centrar su lugar en el mundo.

¿Cómo estoy? Le permitirá Reconocerse, volver a aceptarse, conocerse y valorarse, saber sus fortalezas y debilidades. Y trabajarlas

¿Quién soy? Conseguirá Recordarse (del latín re-cordis-corazón), volver al corazón de uno, trabajar la mejor versión de uno mismo, no para compararse con nadie, sino para aportar lo mejor de sí.

¿Qué quiero ser? Para Recrearse, darse la oportunidad de volver a crear su vida, y de esa forma pasar de ganarse la vida a crear y construir su nueva vida. Si lo que está haciendo hoy no le acerca al lugar donde quiere estar mañana, piense que quizá deba replantearse su vida.

Trabajo viene de traba. Mal augurio. Pasemos de tener que trabajar a dar lo mejor de nosotros mismos contagiando fe, entusiasmo, ilusión y pasión a nuestro quehacer diario.

Es posible. Piense. Cuanto más tiempo dedique a pensar, más tiempo libre tendrá. De la otra forma, todos los días le parecerán iguales. Y no se hace un mundo diferente con gente indiferente.

Fuente: Blog de José Pomares.

C. Marco


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