El día 8 de noviembre de 2016, el candidato del Partido Republicano, Donald Trump, fue elegido cuadragésimo quinto Presidente de los Estados Unidos de América. Desde aquella fecha, numerosos medios han intentado explicar un resultado electoral que (casi) nadie vislumbraba sólo unos días atrás. ¿Como era posible que el pueblo estadounidense hubiera elegido a un personaje tan estrafalario, tras una campaña repleta de mensajes racistas y machistas, para comandar el país más poderoso del Planeta Tierra?
Las explicaciones dadas a la elección de Trump por los mass media se centraron casi exclusivamente en dos opciones:
-De un lado, la explicación aplastantemente mayoritaria, llamémosla a), es que los votantes de Trump eran incultos, racistas, machistas, o directamente idiotas.
-De otro lado, una explicación minoritaria, llamémosla b), era que una importante masa de trabajadores norteamericanos había perdido su puesto de trabajo o visto drásticamente reducida la calidad del mismo, debido a la inmigración ilegal masiva y a la deslocalización de las fábricas, y el programa de Trump, agresivo contra estas prácticas, habría convencido al electorado en mayor medida que el programa demócrata.
Resulta tremendamente peligroso acudir a la explicación a). Por más que sea cierto que la conveniencia de elegir al Sr. Trump como presidente resulte bastante dudosa, menospreciar el voto de alrededor del 50% de una población de cientos de millones de personas parece un error considerable. Porque, ¿qué es lo que les ha llevado a votar en tal sentido? ¿No son los Estados Unidos, acaso, un país que va como la seda, en el que el P.I.B. crece sin cesar, la tasa de paro se encuentra cerca de mínimos históricos y la prosperidad y la innovación aparecen por doquier?
Pues no, parece que las cosas no son tan idílicas como las pintan, aunque no lo parezca si vives más allá de sus fronteras (e incluso, probablemente, aunque vivas dentro de los propios Estados Unidos, pero en determinadas condiciones...)
Casi todos conoceréis Silicon Valley, una región situada en el sur de la Bahía de San Francisco, en el estado de California, y que desde hace décadas se ha erigido como guía de la sociedad moderna y centro del emprendimiento tecnológico mundial. Un lugar de desarrollo para la envidia del planeta, en el que reuniones de trabajo en las que se manejan muchos, muchos ceros, se celebran junto a centros laborales deslumbrantes, únicos en el mundo.
Probablemente, muchos menos conozcáis The Jungle.
The Jungle fue inmenso campamento chabolista habitado por más de 10.000 personas sin hogar que se agolpaban buscando calor y un lugar en el que sobrevivir. The Jungle fue desmantelado a finales de 2014; no se encontraba en un suburbio africano, sino apenas a unos pocos kilómetros de la sede de Google, Facebook y los principales iconos de la tecnología mundial. Precisamente, en Silicon Valley.
Tras las últimas elecciones, los principales analistas políticos de los Estados Unidos coincidieron en dar protagonismo en sus explicaciones a la región que había inclinado la balanza electoral a favor de Donald Trump, el conocido como Rust belt, o "cinturón de óxido", una zona manufacturera del norte del país, que incluye estados como Michigan, Ohio o Pennsylvania, de tradición demócrata y que se habrían inclinado por la opción republicana en esta ocasión.
Pero, ¿qué es lo que habría causado ese giro de una zona históricamente demócrata a favor del voto para el Sr. Trump?
Si acudimos a la explicación b), antes citada, la inmigración ilegal y la deslocalización de las fábricas habría causado un gran deterioro en las condiciones de trabajo en la zona, y por tanto sus ciudadanos, descontentos con el Gobierno demócrata, habrían confiado en las promesas del candidato republicano, duras con la inmigración ilegal y dispuestas a favorecer (casi obligar) el retorno de las fábricas emigradas a países como China o México.
El problema es que ésta no es la causa del deterioro del mercado laboral. O no, al menos, la más importante.
En el año 2015, y antes por tanto de la elección de Trump, un estudio del Center for Business and Economic Research de la Ball State University aportaba algunas aclaraciones al respecto. Según el mismo, y mientras la actividad manufacturera en los Estados Unidos llevaba años creciendo -recuperándose consistentemente de la crisis- se había ocasionado una importante reducción en el número de puestos de trabajo utilizados por la industria. ¿Las causas? Nada menos que el 88% de las pérdidas de empleos se habrían debido a los crecimientos en la productividad, directamente relacionados con la automatización de la actividad.
No es la primera vez que advertimos en Robotsia acerca del fin del trabajo humano, y las que pueden ser sus inquietantes consecuencias si no es gestionado correctamente.
Ahora, volvamos a los restos de The Jungle, junto a las impresionantes instalaciones de las empresas más innovadoras del planeta. Intentemos, por un momento, ponernos en el lugar de algunos de sus habitantes. Intentemos ponernos en el lugar de algunos votantes de Trump.
Es cierto que el mundo está cambiando, incluso es cierto que está cambiando para mejor, pero muchos se están quedando atrás.
No se trata este post de hacer un llamamiento para convertirnos en luditas, todo lo contrario; el progreso tecnológico debe seguir su curso y es nuestra herramienta más poderosa para hacer un mundo mejor. Pero recuerda: es nuestro deber hacer lo necesario para que nadie se quede en el camino. Y no olvides también que, aunque estés leyendo esto abrigado por el calor de tu hogar... tal vez, mañana, tú seas uno de ellos.