Es la cooficialidad, idiota, es la cooficialidad

Publicado el 06 febrero 2015 por Trinitro @trinitro


Los catalanes logramos socialmente cosas muy raras y difíciles. La convivencia de dos lenguas entre el mismo conjunto de hablantes lleva en la mayoría de casos a la diglosia y a la minorización de uno de los dos idiomas. En el caso del catalán y el castellano entre los ciudadanos de Catalunya es una extraña excepción. No deja de haber tensiones entre el catalán y el castellano pero hemos desarrollado soluciones institucionales ad hoc para poder compensar estas tensiones.

Hemos construido un modelo convivencial lingüístico respaldado por un consenso social. Como todo consenso no es perfecto, las partes del consenso no lo ven como un óptimo, y como todo consenso existe porqué ha habido un conflicto previo. Negar que en Catalunya hay tensiones lingüísticas es estirar el mito.

Pero también decir que hay conflicto lingüístico es falsear la realidad. La sociedad catalana hemos construido un aparataje institucional y unos consensos sociales para evitar que la lengua sea un problema serio. Es inevitable que haya tensiones. Es inevitable que haya ciudadanos que crean que sus derechos lingüísticos no son defendidos e inicie procesos judiciales, pero mientras sean minoritarios no podremos hablar de un conflicto lingüístico general.

Es un logro social. Existen poquísimas sociedades donde sus hablantes sean bilingües y ninguna de las lenguas esté extremadamente minorizada. El catalán está minorizado respecto al castellano, pero todo el aparataje institucional, los esfuerzos colectivos y el consenso social consigue compensar gran parte de esa minorización. La situación del catalán en el principado no es la que tienen la mayoría de idiomas minorizados del mundo y hoy el catalán en el principado cuente con la mejor salud de toda la zona catalanohablante. Por no hablar del enorme logro que es que haya millones de personas totalmente bilingües con los claros beneficios que tienen esas sociedades.

Ese consenso tiene renuncias, los catalanohablantes han renunciado a que la lengua histórica y que perciben como “propia” (término que deberíamos erradicar) sea la hegemónica pero también hay renuncias respecto a los castellanohablantes de origen. Mis padres y toda su generación de castellanohablantes vivían en una Catalunya en la que contaban con un estado (el español) detrás que les permitía vivir plenamente en castellano. Sin su compromiso eso podría haber continuado.

Pero esa generación decidió que no querían que sus hijos fueran monolingües. La generación de mis padres impulsó, defendió e implantó la inmersión lingüística. Es gracias a los castellanohablantes de Catalunya que se pueden aplicar medidas de discriminación positiva hacia el catalán, es gracias a los castellanohablantes de la generación de mis padres que Catalunya hoy no son “dos pueblos” separados por el idioma.

Hoy, ante la posibilidad de un nuevo estado catalán, la mayor parte del independentismo considera que ese consenso es esencial mantenerlo. Pero hay una parte, minoritaria, ruidosa y con cierto altavoz mediático que parece cuestionarlo.

Vuelvo a describir el consenso social: cooficialidad (garantía de derechos ante las administraciones y garantías de que se enseñará en la educación reglada) y discriminación positiva hacia la lengua minorizada (inmersión lingüística, vehicularidad del catalán, protección especial del catalán, garantías de espacio audiovisual y cultural en catalán). Como todo consenso es un equilibrio, y ese sector minoritario del independentismo identitario que pretende cuestionarlo cree que eso permitirá mejorar su posición. Creo que es un gran error.

Primero porqué gran parte de los que hoy no son independentistas y los independentistas de nuevo cuño los cuales no van a votar independencia bajo cualquier circunstancia tienen el castellano como lengua materna (hablar de castellanohablantes o catalanohablantes como comunidades segregadas es absurdo, yo soy ambas cosas, pero sí que es cierto que la lengua materna suele ser una) pueden refugiarse en el inmovilismo para defender un statu-quo que protege el consenso social. Simplemente estándome quieto y presionando un poco puedo conseguir una reforma constitucional que blinde el tema de la lengua. O simplemente el actual statu-quo me va a dejar una situación más próxima al consenso social que una Catalunya con solo una lengua oficial.

Si el proceso independentista genera desconfianza en el tema de la lengua, los que consideran ese consenso como un bien no tienen ni que oponerse. Quedándose en casa el proceso independentista no tira. Por tanto ya pensando en los intereses de estos independentistas más identitarios (y que son minoría) su propia acción lleva como consecuencia el fracaso de su propia agenda política. Es interesante ver como la democracia tiene como un efecto positivo el que los más extremistass de cada movimiento político terminan teniendo la virtud de autodesactivarse al intentar aplicar su agenda política.

Segundo porqué si algo conecta a los catalanes cuya lengua materna es el castellano y que son algo o nada independentistas con los independentistas de viejo cuño, más identitarios, o con los que defienden un independentismo social, cívico y republicano desde hace mucho más tiempo es precisamente la defensa de ese consenso social que tiene como consecuencia la protección de la lengua minorizada. Es un punto fuerte del catalanismo y que debería aprovechar el independentismo para sumar fuerzas.

No hay nada que motive más a un hijo de castellanohablantes para defender el catalanismo político es que un político o periodista español cuestione la inmersión o el modelo convivencial lingüístico catalán. Es algo irracional, como muchos elementos políticos y simbólicos. Pero para unas personas con identidades mixtas e híbridas, la inmersión y el modelo convivencial lingüístico les ha dotado de una identidad fuerte.

Esa singularidad catalana que tanto atemoriza a los sociolingüistas (que preven la minorización de toda lengua y son incapaces de aceptar como válida una situación de equilibrio inestable, aunque este se mantenga durante décadas) de hecho es un orgullo para una parte de los catalanes, y es un valor que muchos de ellos defienden ante el españolismo cuando ataca el modelo convivencial lingüístico catalán.

Bien, pues estos independentistas identitarios que pretenden cuestionar la cooficialidad del catalán y del castellano (en algunos casos de forma bien intencionada) lo que logran es lo contrario. Que todas esas energías y toda esa carga simbólica se gire en contra. La misma rabia e indignación que genera Wert cuando pretende españolizar los niños catalanes la generan esa minoría independentista que dice que el castellano no debería ser oficial.

Es irracional. Sí. También los elementos identitarios que hacen a un independentista identitario defender el catalán porqué forma parte de su identidad y su forma de entender la vida. Como lo es reaccionar ante la “españolización” de Wert. Como lo es la reacción cuando desde fuera de Catalunya nos dicen que los castellanohablantes estamos oprimidos. Y esa reacción tiene muchas energías.

Entiendo que el tema de la lengua es clave en una Catalunya independiente y que posiblemente sea bueno reglamentar y aclarar para evitar problemas judiciales absurdos. Pero lo que no podemos es cuestionar ese consenso social: garantías y oficialidad de ambas lenguas, discriminación positiva de la lengua minorizada.

Catalunya es una singularidad lingüística en más de un sentido. Lo es gracias a ese consenso. Y los sociolingüistas tendrán que aceptar que esta singularidad se mantiene porqué existe ese consenso.

La alternativa para ellos no es una Catalunya con 7 millones de hablantes monolingues del catalán. No existen esos hablantes. No existe ya esa Catalunya. Catalunya tiene el castellano en el tuétano del hueso y es una lengua propia porqué para sus ciudadanos lo es.

Ante el argumento del pánico sociolingüístico hay una respuesta sencilla: sólo hay dos alternativas posibles. O una Catalunya en un estado español que a la larga terminará por hacer desaparecer el catalán como ocurre en la Catalunya Nord, o una Catalunya con dos lenguas cooficiales donde el catalán tenga una oportunidad de sobrevivir.

Porqué les guste o no a los sociolingüistas y a esa minoría de quienes pretenden que el catalán sea la única lengua oficial de un futuro estado catalán, el catalán seguirá vivo sólo si una mayoría de catalanes lo quiere. Y demográficamente somos más los que en nuestra casa nuestros padres nos hablaban en castellano y no en catalán. Y eso no se logra haciendo pasar por extraña y extranjera una lengua que es la de la mayoría de los catalanes.

Existe por otro lado un argumento más elaborado que es el que no es necesario tener lenguas oficiales. Hay quien cree que la sociedad catalana es como una sociedad anglosajona que no tienen lenguas oficiales, ese alguien no entiende un pimiento de construcciones simbólicas. Venimos de una tradición cultural y legislativa continental europea a la francesa. Podríamos vivir sin constitución como en el Reino Unido o que el código penal se construya más por jurisprudencia que por codificación como en EEUU, pero en la tradición jurídica somos continentalistas.

Al final todo este debate se soluciona con la cooficialidad y blindando la discriminación positiva del catalán mientras siga siendo lengua minorizada. Porqué el término cooficial, al menos para los catalanes de hoy, es el que se asocia a garantías y reconocimiento.