Es la hora de Mandela
un anciano venerable a todos ha puesto de acuerdo:
“Fue un gran hombre, un hombre bueno”.
“Defendió la libertad, hay que seguir su ejemplo”.
Todos loan a Mandela.
Muchos lo lloran… con lágrimas negras.
Pero no de un negro puro,
como el de la piel de Madiba: un negro limpio, transparente, honesto.
Es el sucio color negro que adquieren los colores corrompidos.
Almas sucias que hablan con palabras vacías,
que pisotean el camino de este guía de la paz.
Apariencias afectadas, caras de circunstancias…
Discursos clonados de quienes jamás entenderán qué significó Mandela.
De quienes con cada una de sus acciones
insultan un legado impagable, patrimonio de la humanidad.
Mandela dignificó al ser humano,
como tantos otros activistas de la libertad
que son denostados en un mundo diseñado por los poderosos.
Un mundo en el que la hipocresía, la mentira,
la corrupción y la injusticia tienen premio.
Es la hora de Mandela.
De vivir libres, con la cabeza bien alta.
Es la hora de luchar contra leyes injustas,
de defender los derechos fundamentales por encima de cualquier otra consideración.
Mandela, Gandhi, Martin Luther King, el Ché Guevara… Rosa Parks,
y tantos otros héroes anónimos jamás se arrodillaron ante el poder.
Es hora de levantar la cabeza y reaprender a decir “NO”.
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