¿Es la lactancia compatible con el feminismo?

Por Tenemostetas
Por Claude-Suzanne Didierjean-Jouveau, antigua presidenta de La Liga de la Leche en Francia.
Artículo publicado originalmente en la revista Spirale 3/2003 (nº27), y traducido parcialmente paraEcopolíticapor Lara Pérez Dueñas.
Vía| Bebés y Especias

"Astronauta". Ilustración de Subi para el libro
Dando la Teta de la A a la Z, Editorial Ob Stare, 2009.


“La leche de su madre a la que [el niño] tiene derecho.”
“La lactancia es también una servidumbre agotadora […] la mujer lactante alimenta al recién nacido en detrimento de su propio vigor.”
A priori, no hay nada en común entre estas dos frases. Y sin embargo... ambas han sido escritas por feministas. La primera, por Marie Béquet de Vienne, feminista francmasona que fundó en 1876 la Sociedad de la lactancia materna. En cuanto a la segunda, proviene de El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir.
La relación entre feministas y lactancia no ha sido nunca sencilla, y ha variado mucho según las épocas y los países.
Porque hay feminismos y feminismos. Simplificando muchísimo, podemos decir que el feminismo se divide en dos corrientes:
-para el que ser una mujer, con cuerpo de mujer y las funciones biológicas que le acompañan (menstruación, embarazo, lactancia...) es motivo de alegría y de orgullo;
-para el que todo lo que es propio de la mujer es, al contrario, una calamidad que ha traído siempre la desgracia a las mujeres, y para el que la lucha necesaria es alcanzar una igualdad estricta entre hombres y mujeres (entre otras cosas: compartir las tareas domésticas, incluido el cuidado de los hijos).
Así, según que se considere la variante “esencialista” (o “identitaria” o “diferencialista”), o la variante “igualitarista” del feminismo, se podrá pasar de la exaltación de la maternidad o de la lactancia (vistos como poderes específicamente femeninos) a una visión de la maternidad como una esclavitud (“lugar de la dominación masculina”) y de la lactancia como una esclavitud elevada a la décima potencia.
En Francia, durante los últimos decenios, la corriente que claramente ha dominado en el movimiento feminista es la segunda. Pero esto no ha sido siempre así.[…]
Un país como Estados Unidos, al igual que Francia, ha visto confrontarse a las “igualitaristas” y a las “diferencialistas”. En un bando, aquellas para las que el feminismo se basa en el cuestionamiento radical de los determinismos biológicos; que ven en su cuerpo y sus capacidades reproductivas el origen de la opresión de la mujer; que piensan que la tecnología (como el biberón) es liberadora (R. Lazaro); que ven toda información sobre la lactancia como un riesgo de “culpabilización” de las mujeres y que insisten en la “libertad de elegir”.
En el otro bando, las que critican la visión tecnológica capitalista del embarazo, del parto (B. Rothman) y de la puericultura, donde unos “expertos” dictan la conducta a seguir por las mujeres (Ursula Franklin); las que denuncian la dicotomía pecho lactante/pecho erótico y la reducción de los pechos a meros objetos sexuales; las que ven el cuerpo de las mujeres como fuente de espiritualidad y de poder y no de opresión, aún a riesgo de dar una visión “romántica” de la maternidad y de la lactancia (ecofeminism ou biological feminism), o que insisten en la producción social que representa la maternidad (M. Mies) y en la lactancia como ejemplo de politización de la esfera privada.
Como en Francia, la “segunda ola” del feminismo, de principios de los años 1960 hasta mediados de los años 1970, se vio dominada por la corriente que rechazaba la maternidad. Un artículo de revista de la época comparaba incluso el hecho de ocuparse a jornada completa de un bebé o de un niño con “pasarse todo el día, todos los días, con la única compañía de un enfermo mental incontinente”... A mediados de los años 1970, otras voces se hicieron oír, como la de Adrienne Rich (Of Woman Born, 1976) que militaba por una cultura femenina separada.
Podemos hablar igualmente de La Liga de la Leche (LLL) que, desde su creación en 1956, ha acompañado medio siglo de lactancia en Estados Unidos y en el mundo. Algunos se sorprenderán sin duda de que se haga referencia a LLL como movimiento feminista. Sin embargo, los grupos de LLL ¿no constituyen los antecesores de los grupos de mujeres, los grupos de self-help (“grupos de apoyo”) que florecieron en los años 1970? Como afirma Mary-Ann Cahill, una de las fundadoras de LLL, en el libro de entrevistas Seven Voices, one Dream: “Aunque no nos dábamos cuenta en aquel entonces, éramos las precursoras del movimiento de “liberación de la mujer” en la medida en que era primordial para nosotras tener el control de las decisiones importantes de nuestra vida, como la manera de parir o de alimentar a nuestros bebés.”
Marian Tompson, otra fundadora de LLL, añade: “Queríamos tomar un papel activo en el proceso del nacimiento y en la manera de responder a las necesidades nutritivas y emocionales de nuestros bebés. No nos contentábamos con “hacer lo que os digan” ni ser “chicas buenas y obedientes”. Insistíamos en tener algo que decir en estas decisiones que nos concernían profundamente como mujeres, y que afectaban a nuestros bebés y a nuestras familias.”
En los países escandinavos, las feministas lucharon, como las feministas francesas de principio del siglo XX, para que se reconociera la función social de la maternidad (permisos de maternidad, ayudas...). De entre todos los países occidentales, es aquí donde las tasas de amamantamiento son actualmente más altas, cerca del 100% al nacimiento, al igual que el porcentaje de mujeres electas en las distintas asambleas. Un ejemplo: mientras que en Francia, la tasa de amamantamiento tras el nacimiento es del 52% y el porcentaje de diputadas en la Asamblea nacional es de menos de 12% (elecciones de junio de 2002), en Suecia hay un 99% de amamantamiento tras el nacimiento y un 43% de mujeres electas a nivel nacional. Es decir, y al contrario de lo que dicen los que acusan a los defensores de la lactancia materna de estar “contra las mujeres”, la lactancia es totalmente compatible con el compromiso de las mujeres en la vida pública.
La oposición entre los distintos feminismos renace cada vez que feministas de distintos países se encuentran en una reunión internacional. Así, durante el segundo Foro social mundial de Porto Alegre, en febrero de 2002, en un taller que llevaba por título precisamente “Feminismo y lactancia”, la moderadora brasileña anunció desde el principio que en el debate se hablaría principalmente sobre cómo viven la lactancia las mujeres cercanas a la menopausia, y no sobre el feminismo en sí, cosa que según ella ya se había discutido lo suficiente...
La lactancia, ¿poder de la mujer?
La lactancia se escapa del sistema mercantilista, puesto que la leche materna es gratuita (excepto cuando se recoge en bancos de leche) y que, salvo alguna excepción, no requiere de ningún dispositivo para su producción ni su uso. Independiza por lo tanto a la mujer de este comercio.
También le ofrece una confianza extraordinaria en sus capacidades, un sentimiento de fuerza, de poder, de competencia, de plenitud. Sabe, en efecto, que ha podido criar y alimentar a su hijo o hija con algo producido por su propio cuerpo. No ha tenido que remitirse a un producto industrial, ni ha tenido que seguir las directrices de un “experto” en cuanto a las cantidades que administrar, los horarios que respetar, etc. Ella es la experta en lo relativo a la nutrición y al bienestar de su hijo o hija.
No olvidemos el placer experimentado por las mujeres al amamantar a sus hijos e hijas. Se habla poco de ello, como si fuera sospechoso (“le gusta amamantar”); sin embargo se describe en numerosos textos. Como Annie Leclerc, que escibía en Parole de femme: “Es el cuerpo el que es feliz cuando la leche sube a los pechos como savia viva, es el cuerpo el que es feliz cuando el bebé se amamanta.”
Un autor como el canadiense Joël Martine se reconcilia con la “radicalidad politico-psicoanalítica” de los años 1970, insistiendo no solo en la importancia sanitaria de la lactancia, sino también en su “importancia socio-económica”, las “profundidades carnales y fantasmagóricas de la vivencia femenina”, la calidad del “diálogo carnal pre-verbal” de la mujer con su bebé, la importancia que tiene para el movimiento feminista intervenir en el ámbito de la concepción y la crianza, y tomar así un papel ejemplar en la puesta en marcha de una ética de la solidaridad y de la emancipación (1).
Para Penny Van Esterik, feminista estadounidense y activista de la lactancia, los grupos feministas deberían integrar la lactancia en sus luchas por varias razones:
-la lactancia supone cambios sociales estructurales que no pueden más que mejorar la condición de las mujeres;
-la lactancia afirma el poder de control de la mujer sobre su propio cuerpo y cuestiona el poder médico;
-la lactancia cuestiona el modelo dominante de la mujer como consumidora;
-la lactancia se opone a la visión del pecho como un objeto sexual ante todo;
-la lactancia exige una nueva definición del trabajo de la mujer, que tome en cuenta de forma más realista a la vez sus actividades productivas y sus actividades reproductivas;
-la lactancia fomenta la solidaridad y la cooperación entre mujeres, tanto en el hogar, en el barrio, a nivel nacional como internacional.
Como afirma Élisabeth G. Sledziewski (2), “el feminismo podría, si se atreve a pensar la maternidad en términos nuevos, encontrar la ocasión histórica de transformar un discurso defensivo y militante en un discurso sobre las nuevas exigencias de la condición humana, y por lo tanto en un mensaje ético universal”. ¿Lo conseguirá? Eso espero.
(1) ver su web http://joel.martine.free.fr
(2) Conferencia pronunciada en el 3º Congreso de maternología, 10 de noviembre de 1999
Bibliografía
Cova, A. 1997. Maternité et droits des femmes en France (xixe-xxe siècles), Anthropos.
Penny Van Esterik, Breastfeeding : A Feminist Issue, waba (World Alliance for Breastfeeding Action).
Penny Van Esterik. 1994. « Breastfeeding and feminism », International Journal of Gynecology & Obstetrics, 47 Suppl. S41-S54.
Blum, L.M. 1999. At the Breast : Ideologies of Breastfeeding and Motherhood in the Contemporary United States, Beacon Press.
DeJager Ward, J. 2000. La Leche League at the crossroads of medicine, feminism and religion, The University of North Carolina Press.