Esta semana, buscando ideas para elaborar mi entrada sobre curiosidades del mundo del atletismo en foros diversos me he encontrado con un error conceptual bastate extendido.
He observado como práctica habitual tratar como sinónimos al ácido láctico y al lactato, sobre todo al hablar de los síntomas que generan, lo cual no es una creencia del todo errónea en cuanto a la percepción de sus síntomas, pero si lo es si se piensa que ambos conceptos son el mismo; espero que esta entrada ayude a despejar estas dudas.
La diferencia es sencilla, pero conceptualmente puede costar un poco entenderla si no se está familiarizado con el vocabulario fisiológico.
El ácido láctico, como su nombre indica, es un ácido, mientras que el lactato es un metabolito producido durante la práctica deportiva, siendo la forma ionizada del ácido láctico.
Si se realiza ejercicio intenso de forma mantenida en el tiempo, la propia vía glucolítica del organismo va a generar ácido láctico mediante la descomposición de carbohidratos.
La vía glucolítica genera una sustancia llamada piruvato, que al seguir descomponiéndose es la que genera energía.
El "problema" sobreviene cuando el piruvato no se descompone; las células musculares tratarán de sintetizarlo para obtener energía aeróbica, pero cuando comienza a generarse más piruvato del que las células pueden procesar, se convierte en lactato.
Dependiendo del tipo de células y del entrenamiento de cada persona, esta capacidad de procesamiento será mayor o menor.
Al alcanzar del límite de los tejidos, llega un momento en el que la cantidad de piruvato que se convierte en lactato es mayor que la que se procesa, con lo que llega la señal de alerta al sistema nervioso central, en forma de fatiga.
El lactato, no obstante, no es "estático", se acumula en el tejido que lo genera pero puede desplazarse para producir energía aeróbica en otros tejidos diferentes, y si llega al hígado puede reconvertirse en glucosa nuevamente; hasta cierto punto.
Aunque la saturación de lactato genere fatiga y se le asocie con ello, no es causante directo de las temidas agujetas; no obstante, al generarse lactato se produce hidrógeno, que sale de la célula con el lactato acidificando nuestros músculos y provocando los típicos problemas de contracción muscular (calambres, contracturas...).
Esto puede paliarse hasta cierto punto mediante la ingesta de electrolitos para recuperar los iones que contribuyen al normal funcionamiento muscular (sodio, magnesio, calcio...), pero sobre todo, con el entrenamiento que permite la adaptación del organismo.
Para acabar, como curiosidad, el lactato puede emplearse para cuantificar la intensidad del ejercicio, estando establecido el "umbral de lactato" en aproximadamente 4 milimoles por litro, pudiendo determinarse mediante una sencilla biopsia muscular, por ejemplo, tras una prueba de esfuerzo, mediante una micropunción muscular que por comodidad, suele realizarse en la oreja de los atletas.
En resumen, el ácido láctico es el producto final de la glucólisis y el lactato es un producto secundario del organismo, y a la vez ,combustible, siendo la base conjugada del ácido láctico; es un compuesto orgánico natural que se produce en todo momento, pero aumenta exponencialmente al realizar ejercicio intenso.
El éxito de muchos deportistas radica en la capacidad de sus tejidos para "desplazar" el exceso de lactato a estructuras cercanas donde si pueda procesarse, pero este mecanismo depende únicamente del entrenamiento, que lo ampliará hasta el límite impuesto por la genética de cada uno, no hay ningún "brebaje" que permita a nuestra musculatura soportar o procesar una mayor carga de lactato.
Un detalle importante que podemos extraer de este artículo esa tomar conciencia de que tras entrenar o competir el cuerpo se acidifica, por lo que ingerir alimentos alcalinos puede contribuir a recuperar el equilibrio homeostático del organismo con mayor celeridad.
También es importante destacar que a mayor intensidad del ejercicio, mayores niveles de producción de lactato, por lo que si queremos correr durante largas distancias, no es conveniente sobrepasar nuestro umbral aeróbico.
Por esta semana esto es todo, espero que os haya gustado este nuevo capítulo de curiosidades del atletismo, la semana que viene, más.
¡Un abrazo!