Los poetas e intelectuales que integran el grupo La sierpe y el laúd (treinta años de esfuerzo, recitales, publicaciones y difusión de la literatura) siguen dando a los enamorados de las letras una serie de pequeños libros valiosos, que reúnen bajo el nombre de Colección Acanto. El número ocho de la misma tiene como ilustre protagonista a la escritora albaceteña Josefina Soria, de quien se nos ofrece la obra que lleva por título Es mi fiesta y lloraré si quiero.El poemario, que viene engalanado con magníficas ilustraciones de Isidro Ferrer, se abre con un texto lleno de luces (“Hora prima”), en el que Josefina nos presenta la vida como una inundación castálida, al modo de sor Juana Inés de la Cruz (Abro a la vida sus compuertas altas / y en resplandor me anego), y donde nos traslada una confesión luminosa: ¡Soy yo la que amanece! A ese bello poema situado en el inicio del día se le suman otros varios de similar textura y ambientación, como “Capricho del alba” o “Milagro de la luz”, que nos demuestran que el tono auroral de este inicio no es ocioso. Así, podemos descubrir en sus líneas que se acerca la mañana (18), viene el alba (19) y que el alba conserva su perfume (20), por ceñirme a tres páginas consecutivas. Y a partir de ahí, el contenido de esta obra delicada y breve es la vida misma: poetas que numeran sus sueños y que los van ordenando con delicadeza; muchachas de diecisiete años que sufren los golpes del amor; avalanchas de palabras y sentimientos que se ciernen sobre la escritora, cuando ésta permanece aún en la cama (“Asalto a medianoche”); las ansias de hallar la palabra exacta, perfecta, que complete el poema de amor que le ronda por la cabeza (“Desvelo”); una predicción leída en la prensa, que resulta suficiente para llevar la alegría al ánimo de la escritora (“Horóscopo de domingo”); un amor que le escoció, por su unilateral devoción sincera (“Deslumbramiento”)... Pero también en los versos de Josefina Soria aparecen con rotundidad, sobre todo en la segunda parte, las noches. Esos espacios de sombra, aislamiento y melancolía donde el alma se vuelve hacia sí misma, se repliega, se adensa, se aquilata. Esos instantes en los que se niega a dormir por si dormida yo / pasaras por mi lado y no te oyera (33); esos instantes atormentados en los cuales un fragmento de luna / atraviesa mi pecho, y de la herida / manan ríos de hielo (34)Esa joven que ha vuelto a suspender las matemáticas (37) y que no hace más que llamar / al profesor de griego por tu nombre(38) es también aquella que escribe poemas tan memorables como “Era mi fiesta” y que certifica una verdad esencial para todos los seres humanos, sean poetas o no: En mi alma callada / nadie puede penetrar(43).Si es verdad que cada rosa es la pacífica respuesta / que da el rosal / al caótico mundo ciudadano (47), sin duda podríamos decir que este hermoso libro de versos es la respuesta sensible, dulce, íntima, emocionante y plena que dio la poeta Josefina Soria para que todos pudiésemos escucharla y leerla.
Los poetas e intelectuales que integran el grupo La sierpe y el laúd (treinta años de esfuerzo, recitales, publicaciones y difusión de la literatura) siguen dando a los enamorados de las letras una serie de pequeños libros valiosos, que reúnen bajo el nombre de Colección Acanto. El número ocho de la misma tiene como ilustre protagonista a la escritora albaceteña Josefina Soria, de quien se nos ofrece la obra que lleva por título Es mi fiesta y lloraré si quiero.El poemario, que viene engalanado con magníficas ilustraciones de Isidro Ferrer, se abre con un texto lleno de luces (“Hora prima”), en el que Josefina nos presenta la vida como una inundación castálida, al modo de sor Juana Inés de la Cruz (Abro a la vida sus compuertas altas / y en resplandor me anego), y donde nos traslada una confesión luminosa: ¡Soy yo la que amanece! A ese bello poema situado en el inicio del día se le suman otros varios de similar textura y ambientación, como “Capricho del alba” o “Milagro de la luz”, que nos demuestran que el tono auroral de este inicio no es ocioso. Así, podemos descubrir en sus líneas que se acerca la mañana (18), viene el alba (19) y que el alba conserva su perfume (20), por ceñirme a tres páginas consecutivas. Y a partir de ahí, el contenido de esta obra delicada y breve es la vida misma: poetas que numeran sus sueños y que los van ordenando con delicadeza; muchachas de diecisiete años que sufren los golpes del amor; avalanchas de palabras y sentimientos que se ciernen sobre la escritora, cuando ésta permanece aún en la cama (“Asalto a medianoche”); las ansias de hallar la palabra exacta, perfecta, que complete el poema de amor que le ronda por la cabeza (“Desvelo”); una predicción leída en la prensa, que resulta suficiente para llevar la alegría al ánimo de la escritora (“Horóscopo de domingo”); un amor que le escoció, por su unilateral devoción sincera (“Deslumbramiento”)... Pero también en los versos de Josefina Soria aparecen con rotundidad, sobre todo en la segunda parte, las noches. Esos espacios de sombra, aislamiento y melancolía donde el alma se vuelve hacia sí misma, se repliega, se adensa, se aquilata. Esos instantes en los que se niega a dormir por si dormida yo / pasaras por mi lado y no te oyera (33); esos instantes atormentados en los cuales un fragmento de luna / atraviesa mi pecho, y de la herida / manan ríos de hielo (34)Esa joven que ha vuelto a suspender las matemáticas (37) y que no hace más que llamar / al profesor de griego por tu nombre(38) es también aquella que escribe poemas tan memorables como “Era mi fiesta” y que certifica una verdad esencial para todos los seres humanos, sean poetas o no: En mi alma callada / nadie puede penetrar(43).Si es verdad que cada rosa es la pacífica respuesta / que da el rosal / al caótico mundo ciudadano (47), sin duda podríamos decir que este hermoso libro de versos es la respuesta sensible, dulce, íntima, emocionante y plena que dio la poeta Josefina Soria para que todos pudiésemos escucharla y leerla.